Prólogo

17.4K 1.7K 234
                                    

—Mierda, Gastón. ¿¡Cómo has podido hacernos esto!? ¿¡Cómo mierda has podido hacerle esto a tu hija y a mí? —sollozo—. ¿¡Qué mierda se te ha cruzado por la cabeza!? —no logro calmarme.

Niego con la cabeza mientras le observo.

Mis mejillas se encuentran totalmente empapadas y mis ojos están inundados de lágrimas.

Quiero despertar ya. Por favor, que esto sea una maldita pesadilla.

Se acerca a mí para poder tomarme por los hombros, pero no lo logra, ya que lo empujo con fuerza, logrando que se aleje de mí.

—¡No te me acerques!

Me apresuro a correr por el pasillo.

—¡Espera, Brisa! —oigo sus pasos detrás de mí—. Amor, no corras. Déjame explicarte todo.

¿Amor? Ja. Amor las pelotas.

Cierro la puerta de la habitación de mi hija de un portazo y giro la llave para que Gastón no pueda entrar.

Tomo a Emma entre mis brazos para poder tranquilizarla. Se ha despertado al escuchar la discusión.

Escucho varios golpes en la puerta del cuarto.

—Brisa, abre ahora mismo la puerta. Déjame que te lo explique.

—¿Explicar qué? ¿Explicar qué? —repito—. ¡Lo que has hecho no tiene justificación!

Intento dejar de llorar, pero se me es sumamente difícil.

Beso la mejilla de mi beba, intentando calmarla. Con mis pulgares limpio sus lágrimas.

Me duele el pecho. Me cuesta respirar.

Sigo teniendo la esperanza de que todo sea un maldito sueño, pero es más que obvio de que estoy presente en la cruel realidad.

—Vamos... Abre la puerta. Necesito que me escuches, por favor.

Me acerco a la puerta y me apoyo en esta.

—Escúchame bien, Gastón —intento dejar de llorar, pero se me sigue haciendo difícil. No puedo controlar la respiración—. ¡Eres un maldito imbécil y un traidor! —vuelvo a sollozar—. Podría haberme imaginado esto de cualquier persona, pero jamás de ti. ¡Me has traicionado! ¡Nos has traicionado! —me corrijo—. ¡Ahora quiero que te vayas de aquí, porque no quiero verte la cara! ¡Te odio, Gastón! ¡Te odio! —digo con dureza. Quiero que mis palabras se claven en su corazón como si fuesen miles de dagas.

—Tú... —oigo el temblor de su voz, pero me niego a creer que está a punto de llorar. Además, claro está que es un grandioso actor—. Sólo dices eso porque estás dolida. No me odias, lo sé —su voz parece temblar aún más. Pero no pienso creerle. Me niego a pensar que está arrepentido de haber hecho lo que hizo.

—Te equivocas —cierro mis ojos—. Te equivocas —susurro—. Todo el amor que sentía por ti se ha convertido en odio. Tú lo has convertido en odio.

Siempre Serás Tú #D2Where stories live. Discover now