Capítulo ochenta

3.1K 330 63
                                    

Brisa:

Me encierro en el baño apenas llego a casa. 

Le tuve que mentir a Stef diciéndole que tardaría un rato en el baño porque volvería a darme una ducha larga para sentirme mejor. No quiero mentirle a mi mejor amiga, pero otra no me queda. Abro la regadera y dejo caer el agua para no levantar sospechas. Luego me mojaré el cabello para que no se dé cuenta de nada. 

Bajo la tapa del inodoro y me siento después de sacar el celular de mi bolsillo. 

«Mierda.» Tengo quince de batería.

Desbloqueo la pantalla y accedo a los mensajes de texto. No tenía crédito para responder, por lo que tuve que pedirle a Stef que me dejara en una quiniela para cargar. 

5.15 pm.

"Ya llegué a casa. ¿Qué quieres que haga? Te lo ruego, no lo lastimes. Él no le ha hecho nada malo a nadie. Déjalo ir."

Espero un par de segundos, con la mirada clavada al teléfono. Me impacienta tener que esperar una respuesta. Siempre me resultó molesto. Ahora tan sólo han pasado casi dos minutos desde que le envié el primer texto, pero se siente como si hubiese pasado un poco más, y el dolor de cabeza acaba de hacer presencia.

Un mensaje aparece: 

5.17 pm.

"Si no quieres que le pase nada, de verdad tienes que prometer que no le dirás a nadie. Te veo todo el tiempo, tengo cámaras escondidas en lugares que no te das ni una idea. Si me llegas a mentir, quienes cobrarán tus malas acciones serán tus seres queridos."

Suspiro después de leer y la impotencia y la bronca me provocan una sensación de ira en el pecho. ¿Cámaras? ¿En serio? ¿Otra vez? ¿Ahora tengo que pensar que no puedo ir al baño tranquila sin que me vean?

5.17 pm.

"¿Qué quieres?"

5.17 pm.

"¿Estás dispuesta? ¿O no? ¿Puedo confiar en ti?"

No sé qué me pedirá que haga, pero estoy segura de que no será nada bueno. No sé tampoco en dónde me estoy metiendo. No quiero involucrarme en cosas que sé con certeza que me traerán problemas, pero si se trata de salvar a Gastón, entonces sí lo voy a hacer. Prefiero meterme en líos en vez de tener que recibir a la policía en mi casa para oír la noticia de que encontraron a mi esposo sin vida tirado por algún lugar. 

Tengo la oportunidad de traerlo a casa conmigo, así que no lo voy a dudar ni un segundo. Cualquiera en mi lugar haría lo mismo. Pero primero que todo me tengo que asegurar de que Gastón realmente está con vida. 

El celular de él estaba apagado, por lo cual no se podía rastrear. Únicamente se encendió para mandarme un mensaje; uno en el que me quedara en claro que ese hombre de la grabación era exactamente el mismo tipo que había matado a mi hermano. El mismo tipo que había intentado abusar de mí la otra noche. 

Ahora está más que claro que lo de Gastón no es una desaparición. Es un secuestro. Sabemos que en el río no hay que buscarlo más.

Yo tenía razón: arrastro a todos a la mierda. 

Se captó la señal de que el teléfono de Gastón se había encendido. Yo no dije nada de que me habían escrito un mensaje porque eso podría traerle consecuencias a mi esposo y es lo que menos quería en ese preciso instante. Las cámaras de su celular estaban pintadas con esmalte negro, por lo cual no se podía ver nada; ni por el lente frontal, ni por el lente trasero. Se ordenó que dos patrullas de policías fueran hacia la carretera en donde saltaba la señal, pero cuando llegaron, no había nadie. El teléfono estaba arrojado a un costado de la carretera, y no contenía más huellas que las de Gastón. Inclusive, cuando el teléfono se encendió en la comisaría, todo, absolutamente todo, estaba borrado. Habían formateado el teléfono, y no había dejado ningún rastro. Ni siquiera la memoria ni el chip. Sólo la señal.

Y como si fuera poco, el tipo jaqueó mi celular y eliminó el mensaje que me había mandado, y lo sé porque yo no borré nada. Tiene una mente podrida pero brillante. Aunque, realmente, no estoy segura de que haya hecho todo solito. La persona que conducía el auto que siguió a Gastón seguramente también ha jugado un papel más.

Después de un rato, mientras hablaba con el oficial sobre el caso, me llegó otro texto. Éste provenía de un numero bloqueado. Me decía que debía responderle por ahí. Sólo por ahí. Estoy segura de que están usando un teléfono desechable, como aquellas primeras veces en las que recibí mensajes por parte de Debby.

5.18 pm.

"Primero tengo que estar segura de que Gastón está con vida. Después te responderé la pregunta." —presiono enviar. 

No pensé que me pondría tan nerviosa este momento. Imaginaba que estaría más tranquila, más relajada, pero el pensamiento cargado de miedo de que no me pueda dar la prueba de vida que yo necesito para saber que mi esposo está bien, es muy inquietante. 

5.18 pm.

"No."

El corazón se me acelera un poquito más. Si no me la quiere dar es porque algo no anda bien.

 5.18 pm. 

"¿Por qué no?" 

5.18 pm. 

"No tienes por qué pedirme nada."

«¿Y tú sí a mí?» 

 5.19 pm. 

"Envíame una sola señal de que está vivo y prometo que haré lo que pidas."

5.19 pm. 

"Esto no es un simple juego. Si me entero de que no cumples, las cosas van a ir mal de verdad para tu familia. Inclusive para Gastón. Puede que lo suelte, pero que no te quepa duda de que, si me fallas, le pasará algo malo. Como a tu hermano."

«Isaac...»

El nudo en la garganta y en el pecho me vuelven a desgarrar, pero intento mantenerme firme. Como siempre. Porque yo siempre tengo que aguantar.

Tengo ganas de insultar, de golpear la pared, de matar a alguien. El embarazo me tiene las hormonas demasiado revueltas, y de verdad que en cualquier momento voy a estallar. Todos en algún momento lo hacemos, y con todo esto, no voy a aguantar mucho tiempo. 

5.20 pm.

"Puedes confiar en mí, te lo aseguro. Pero quiero saber si eres de fiar. Envíame algo para saber que él está bien."

Los segundos pasan, los minutos también. Cuando miro el reloj del celular, son las cinco veintisiete. Me dan ganas de llorar, y cuando estoy a punto de perder los tornillos y golpear la pared, recibo un vídeo que me da miedo iniciar. Siento mis pulsaciones en mis oídos. Voy a ver a Gastón después de no saber nada de él. 

Presiono, temblorosa. 

El vídeo se reproduce en la oscuridad. No puedo ver nada. Escucho muchos pasos, y cuando el teléfono parece ponerse derecho, veo que a lo lejos, hay una iluminación algo tenue. Alcanzo a ver un cuerpo tendido en el piso, y el corazón me da un vuelco.

Ese es mi amor...

Sus pasos se acercan a Gastón, y cuando por fin puedo ser capaz de ver su lindo rostro, se me caen las lágrimas y el alma a los pies. Está bastante golpeado: su labio inferior tiene un par de cortes. Su nariz sangra un poco, hay varios moretones en sus mejillas y también hay sangre corriendo de su frente. No es mucha, pero de haber, hay. Espero que no provenga del mismo lugar de donde le golpearon la otra vez. Sus párpados están cerrados, parece estar desmayado. Al principio pensé que no respiraba, pero después logré captar el sube y baja de su pecho. Eso es aliviador para mí, pero doloroso también porque está muy lastimado, y sus manos parecen estar atadas con mucha fuerza. También veo sudor en su cara: el pelo lo tiene revuelto y pegoteado a la piel. Además se encuentra algo sucio. Él no merece tener que pasar por eso, porque es como una tortura, y esas heridas parecen doler. Si a mí me dieran un golpe de esos, claramente me desmayarían a la primera. 

Respiro profundo para después teclear:

5.32 pm.

"¿Qué quieres que haga?"

5.32 pm.

"Tienes que terminar con Gastón."

Siempre Serás Tú #D2जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें