Siempre Serás Tú #D2

Capítulo diez

Brisa:

Maldigo por décimo milésima vez, mientras recojo los pedazos de vidrios que están desparramados en el suelo.

Alguien ha lanzado una pelota de béisbol hacia mi departamento, ocasionando que uno de los vidrios de la ventana de la sala, se quebrara en pedazos grandes y pequeños. En la pelota había un signo de pregunta de color negro, dándome a entender que fue lanzada por la persona que me acosa.

Tiene buena puntería.

Me ha llegado un sobre, minutos después de que escuchara el sonido de vidrios quebrándose. Aún no lo he abierto porque supongo saber quién me la ha enviado.

He tenido que posponer la llamada que tenía con Gastón, y he tenido que omitir el contarle lo que ha estado sucediendo mientras él no estuvo, pero sólo por un rato. Debía recoger las piezas de cristal del suelo, no quería recogerlas luego, no sé por qué. Soy rara.

Lo bueno y lo que me alegra mucho es que mañana Gastón vendrá a casa. Me siento muy sola y desprotegida cuando él no está conmigo, y más con lo que está ocurriendo.

Termino de recoger el último pedazo de vidrio y arrojo las piezas a la basura.

Ya no puedo sentirme segura ni en mi propio departamento. ¿Cómo puede ser que no puedo estar tranquila? ¿Tanto quieren joderme la vida? Estoy cansada de esto, ya he tenido más que suficiente la última vez que recibía amenazas. No quiero tener que recibir mensajes, ni llamadas, ni cartas en las cuales sea amenazada. Sólo quiero estar en paz, poder vivir mi vida tranquila sin tener que preocuparme por este tipo de cosas. ¿Es mucho a pedir?

Decido salir a tomar un poco de aire. Sé que son casi las siete treinta de la tarde y que es un poco peligroso que salga a esta hora con lo que está ocurriendo, pero necesito aire. Necesito salir. Necesito caminar por al menos unos minutos y hacer de cuenta que vivo una vida tranquila y sin preocupaciones, merezco al menos eso.

Miro la pelota que han lanzado, la cual descansa sobre el sofá. «¿Por qué lanzaría una pelota?» Desvío mi mirada hacia el sobre negro. Quiero abrirlo y ver qué hay dentro. «Quizás sea una carta... O quizás otra foto que me haga mal pensar.»

Tomo el sobre en mis manos y lo observo. No hay nada escrito del lado de afuera. Me da miedo abrirlo. Cuando estoy apunto de hacerlo, niego con la cabeza y dejo el sobre sobre la mesa de centro. Busco a Emma y salgo del departamento. Si lo hubiese abierto, saldría a caminar pensando en el contenido de ese sobre. Lo que haya dentro, no debe ser nada bueno, por lo tanto, si lo hubiese abierto, mi cabeza no dejaría de pensar en ello, y como he dicho antes: quiero hacer de cuenta que vivo una vida tranquila y sin preocupaciones.

Durante los diez minutos de caminata por el parque que está cerca del edificio en el cual vivo, un perro no ha dejado de seguirme. Tomo asiento en una de las bancas. El perro se sienta en el pasto y me observa con atención, al igual que yo a él.

—¿Por qué me miras tanto? ¿Estoy fea, o qué? —«Genial, le estoy preguntando a un perro si estoy fea.» El haberle hablado parece ponerle contento, pues su colita se mueve, lo cual provoca que yo sonría. Le acaricio su cabeza y parece ponerle aún más contento. Creo que es de raza Golden Retriever. Su pelaje es dorado. Es muy bonito. Se ve algo flaco, por lo que deduzco que debe ser de la calle o que su dueño no le alimenta bien. Creo que la deducción de que es de la calle, es la correcta.

Me quedo hablándole al perro sobre lo complicada que es mi vida. Sé que había dicho que quería caminar haciendo de cuenta como que nada de lo que está pasando es verdad, pero no puedo hacerlo por más que quiera. Cuando me doy cuenta, ya ha oscurecido, por lo cual pienso que será mejor que regrese a casa pronto. No me gusta la idea de andar sola por la calle siendo de noche.

Me siento mal porque tendré que dejar al perrito con el cual me ha encariñado en pocos minutos.

Mientras camino escucho pasos detrás de mí. Volteo y veo que el perro me está siguiendo. Me entristece porque está más que claro que no tiene hogar. Detengo mi paso y le acaricio su cabeza una vez más. Sus ojitos me miran suplicantes, como si gritaran que le adopte. Sonrío y no lo pienso dos veces. Me gustaría mucho tener un perro, no he tenido uno desde que era una adolescente. Además, creo que vendría bien tener a alguien que cuide el departamento. Me sentiría mucho más segura.

De camino al departamento, decido entrar en Nice Dogs, para comprar una bolsa de comida y dos platos para mi nuevo perro: uno para la comida, y el otro para el agua.

Espero que a Gastón le guste la idea de tener un perro. Más le vale que así sea.

Al llegar al departamento, hago dormir a Emma y decido bañar a Toby. Sí, le he llamado Toby. No le vendría mal un baño. Era de la calle, vaya a saber en dónde estuvo.

Luego de bañarlo, decido tomar una ducha. Me sumerjo en muchísimas preguntas sobre diferentes cosas que han estado ocurriendo en estos días: ¿Por qué no puedo estar en paz? ¿Por qué mi vida tiene que ser tan complicada? ¿Por qué Gastón no comprende que Tiffany es una zorra que quiere separarnos? ¿Por qué me molesta tanto que le llame Tiff? ¿Por qué mi novio es tan ingenuo e idiota? ¿Por qué no cree cuando le digo que esa perra se lo quiere llevar a la cama? ¿Por qué tengo tantas preguntas en mi mente?

Luego de una relajante ducha, decido ir a tomar mi teléfono para llamar a Gastón. Al pasar por la sala, detengo mi paso al ver el sobre sobre la mesa de centro. Dudo en ver su contenido, pero al final, termino abriéndole. La curiosidad mata al gato.

"¿Quieres saber quién soy? Pues, juguemos a un juego.

Primer pista: 7 letras.

Segunda pista: Pelota.

   –?"

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¡Nuevo capítulo!

Pido disculpas por no haber subido capítulo este viernes. Como he publicado en instagram: No he actualizado ya que no me encontraba bien y no había podido escribir nada.

Sé que esta parte es algo corta, es que aún no me encuentro del todo bien.

Comenten qué les pareció.

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-Denise.