Capítulo noventa y tres

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Brisa:

Me quedo perpleja, sin poder reaccionar. Pero a tan sólo un centímetro de la puñalada, le pego a mi cerebro una electrocutada mental para que le dé una señal a mi cuerpo. Le tomo de la muñeca con las dos manos, intentando evitar la tragedia que puede conllevar que mate a su propio hermano.

Su fuerza no se compara con la mía. Yo soy super débil al lado de él. Pero, al menos, le doy la oportunidad a Gastón de que reaccione e intente alejar el letal objeto de su yugular. Logré detenerlo justo a tiempo, por suerte.

Gastón lo empuja con brusquedad para alejarlo, después de quitarle el cuchillo a Key. Cuando la espalda de mi cuñado se golpea contra la mesada, de un segundo a otro, abre una de las gavetas y saca una cuchilla, de esas enormes que cortan la carne.

Quién iba a pensar que un tranquilo desayuno se iba a convertir en un intento de asesinato.

—¡No! ¡Key! ¿Qué mierda estás haciendo? —le grita su mamá, con la respiración agitada y las lágrimas en la puerta de sus ojos. Emma no tarda en ponerse a llorar y el ambiente se vuelve más pesado. Entre Key y Emma no puedo asimilar bien las cosas.

—¿Me vas a matar? ¿Estás loco, idiota?

—¡Te lo mereces! —grita—. Ellos dicen que te lo mereces, y si eso hace que las voces se detengan ¡lo haré!

—¡Vamos, inténtalo!

¿Es estúpido o qué? ¿Cómo va a retar a una persona enferma a que intente asesinarlo?

Debe ser la adrenalina en su cuerpo. O el desconcierto. O el enfado.

No sé.

Pero si yo estuviese en su lugar, lo que haría sería rogar por mi vida, en vez de hacerme la guapa.

—¡Gastón! —le espeto, llamando su atención, pero ni siquiera me mira. Sus hombros suben y bajan y su respiración es pesada. Su cuerpo está en posición de defensa, atento a cada movimiento de su hermano.

Entiendo que Key esté mal y no sepa realmente lo que está haciendo, pero ahora no voy a ser la misma mujer pacífica de ayer en la noche. Ahora, espero que lo encierren en un hospital, donde traten el problema que hay en su cabeza.

No imaginé que fuese tan serio. Debí de hablar más sobre Key con Gastón.

Key empuja a su padre para abrirse paso hacia mi esposo. Le da una patada a Gastón en el estómago y lo tumba hacia el suelo en cuestión de nada.

—Dios, ¡Key! ¡Detente, por favor! —lloriqueo. Gastón emite muecas de dolor y quejas con la voz mientras se soba repetidas veces la zona afectada.

Esto va a terminar mal.

Esto va a terminar muy mal...

Me da mucha ira ver que le pegan.

—¡Quítate! ¡Quítateme de encima, enfermo!

Levanta nuevamente el cuchillo en el aire y lo baja de forma brusca con tal de clavarlo en el cuerpo de su víctima. Esta vez no va directo a cuello, sino al corazón. Se nota que quiere matarlo a la primera.

—¡Basta! —lo empujo, y entonces los ojos de mi cuñado se encuentran con los míos. Me mira de una forma espantosa. Está enojado, ciego por sus intensiones. Realmente, esa mirada que tiene se parece a la de un loco—. Te lo ruego, Key. Por favor, no lo mates. ¡No lo mates!

Mi suegro interviene en la pelea, intenta quitar a su hijo de encima de su otro hijo. Pero cuando se agacha apresurado, Key le pega un horrible codazo en la nariz y otro en la sien. Jonh cae al suelo inconsciente.

Siempre Serás Tú #D2Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon