André arrastro a Victoria todo el camino que recorrieron. No tenían un destino en específico, solo comenzaron a caminar hacia el oeste, ella se negaba a ser cargada en brazos o a desaparecer y aparecer más lejos de la batalla. Con esfuerzo, Victoria, camino varios metros, pero todavía se veía fuego, rayos, agua y viento a lo lejos.
El príncipe de hielo abrazaba la cintura de ella y la obligaba a continuar a pesar de que sentía que se quemaba por dentro. Llegaron a una colina, André sugirió rodearla pero Victoria volvió a negarse, la atravesarían, pero era más que obvio que ella ya no podía más, parte de la armadura que llevaba estaba hecha pedazos en la parte del pecho y André podía ver una extraña quemadura en la piel de su princesa, ya que hasta la ropa estaba rota.
Cuando llegaron a lo más alto de la colina la princesa se desplomo en el suelo, su mirada estaba desorbitada y la piel de su cuello comenzaba a ponerse de color negro al igual que la de sus manos.
— No... no te deten-detengas —balbució levantando una de sus manos y señalando el camino—. Sigue...
— Tengo que llevarte con Merlín o con tu madre, fue una mala idea venir hacia el oeste —André la cargo y se estaba preparando, otra vez, para hacer un bliț.
— Te lo... ruego —susurro ella cansada y débil—. Sigue...
André se mordió el labio inferior a la vez que arrugando su frente, estaba meditando las opciones que tenia, cualquier cosa menos seguir en la dirección que iban, pues hasta ahora se daba cuenta de que su princesa también había contemplado entregarse a Dominic y terminar con todo esto. Miro hacia atrás, donde el castillo Vampir estaba ocultado por algunos árboles, regreso la mirada hacia el oeste y pensó que si elegía esa dirección será su perdición.
Victoria se tensaba en los brazos de él y con los ojos fuertemente cerrados, aguantando el dolor, le suplicaba que siguiera. Tardo minutos valiosos hasta que una fuerte explosión se escucho, no lo pensó y a paso rápido, sin acelerar como sabía que podía, siguió por los Cárpatos bajando de la colina. El sol cubierto débilmente por las nubes era su guía, pero a cada paso que daban los montes comenzaban a oscurecerse.
Caminaron por minutos, que parecieron años, tratando de alejarse lo más posible. La estrella central del universo comenzaba a ocultarse detrás de unos montes y la luz comenzaba a ser succionada trayendo la oscuridad, el tiempo se acababa. André recordó que en ese rumbo, había una casa en ruinas junto con un granero, el príncipe acelero su paso corriendo por la zona hasta dar con aquel lugar en ruinas.
Para ese entonces Victoria ya estaba inconsciente, pero la piel ennegrecida seguía consumiendo su cuerpo con rapidez. André se adentro al granero, fue hasta el fondo donde hay un poco de paja y se sentó ahí, acomodando a su princesa sobre las piernas y esperando el momento.
Fuertes explosiones se escucharon cada vez más cerca, una tras otra las bombas explotaban como fuegos pirotécnicos y la oscuridad los consumía cada vez más. El príncipe miro hacia arriba, donde parte del granero estaba sin techo, abrazo a su princesa rogando porque todo esto terminara pronto, y supo que era el momento cuando las puertas del granero salieron volando, arrancadas por el viento provocado.
El ser más oscuro que André podía conocer, porque ni siquiera a Lilit le temía, apareció. Dominic estaba tan fresco sin señas de haber estado luchando, ya no tenía su sonrisa engreída.
Su rostro estaba trasformado mostrando cansancio, sus ojos estaña hundidos en su rostro, con marcas oscuras alrededor de sus ojos, pero el príncipe sabia que nunca dejaría pasar su venganza y menos a hora, el mago oculto lo que lo hacía débil y la ira volvió a su rostro.
Dominic extendió ambas manos hacia adelante y André sintió que alguien le arrebataba de los brazos a su princesa, apretó más fuerte su abrazo utilizando todas sus fuerzas para no dejarla ir, lástima que no fue suficiente ya que estaba peleando con magia oscura que él no tenía. El mago saco raíces del suelo y con eso, volvió a retener a André. En cambio, Victoria aun seguía en medio de ambos, elevada lo suficiente para que la poca luz que quedaba del día la tocara.
Sin importar los gritos del príncipe y sus forcejeos por liberarse, Dominic, sin decir una palabra, creo una gran burbuja donde metió a la princesa. Las palabras que había empezado con un susurro termino por gritarlas, la estaba hechizando con todo el poder que tenia.
La burbuja comenzó a llenarse de humo negro, Victoria reacciono y de lo más profundo de su ser soltó el grito de lo más aterrador y lleno de dolor al sentir que una parte de ella le era arrancada, ella misma intento luchas y protegerse con su magia de hada, pero sabía que ya no tenía dominio sobre su cuerpo y su alma, los Davu la estaban consumiendo.
El mago no dejaba de conjurar los hechizos en idiomas conocidos y no conocidos, André forcejeaba en vano para liberarse mientras Victoria estiraba su mano hacia él envuelta en humo y de pronto...
La burbuja no resistió haciéndola explotar y dejando libres a los Davu del cuerpo de Victoria, quien cayó desde tres metros de altura, mientras el mago salía volando hacia atrás por alguna fuerza desconocida. Era una luz, que apareció de la nada hasta tomar forma en un cuerpo, era Eugene. Dominic grito con furia y comenzó a atacar al hada, pero ella era tan poderosa que se defendió al punto de herir al mago cuando una lluvia de chismas cayó sobre él haciéndolo desaparecer.
Eugene, temblorosa, se dejo caer a lado de su hija, pero pronto recordó al príncipe a quien libero con facilidad, André corrió a un lado de su princesa y la abrazo contra su pecho. Ni la armadura más poderosa proporcionada por las sombras ayudo para proteger a Victoria. El hoyo en su armadura y ropa se hizo más grande, donde se podía ver su piel agrietada donde salía un extraño humo negro, además de que tenía múltiples moretones y una gran herida en su cabeza en donde emanaba la sangre que Eugene rápidamente curo.
— ¿Amor? —la sacudió con más fuerza y Victoria abrió débilmente sus ojos—. No cierres tus ojos, ¿sí? Quédate conmigo.
— No... —dijo ella, uniendo todas sus fuerzas para hablar—. Así tenía... que... terminar.
— No, para nosotros no hay un final —André miro con desesperación a Eugene para que hiciera algo, pero el hada simplemente tomo la mano de su hija—. Hay que llevarla al castillo.
— Los Davu están saliendo —señalo el humo que aun salía del pecho de su hija—. Ninguna magia podrá salvarla.
— Cuida... a Mila... —la chica miro al cielo, algunas nubes se habían disipado en algunas partes, abriéndose paso en la densa capa de nubes, un manto estrellado comenzaba a cubrir a Fény y repentinamente paso una estrella fugaz.
André también la vio y sus fuerzas se desvanecieron, abrazo a Victoria contra su pecho y lloro en silencio esperando el final, pues no podía hacer nada por su princesa. De repente el silencio los consumía por completo y poco a poco, fueron apareciendo personas alrededor suyo. Bastian, Spector y Thomas fueron los primeros, seguidos de Elian quien al ver lo que ocurría, inmediatamente se aproximo a su hija. El príncipe tuvo que dejar de abrazarla para que Victoria viera a su padre.
La sombra simplemente deposito un beso en la frente de su hija y después abrazo a Eugene quien derramaba lágrimas en silencio. También apareció Merlín, la reina de las ninfas, Faylinn, se acercaron varios lobos enormes con el hocico ensangrentado, también aparecieron dos vampiros que Victoria nunca pensó volver a ver. Godric y Stefan lucían cansados y heridos, pero estaban ahí, la última persona en aparecer fue la chica demonio, Esmerald, con Mila en brazos.
Se acerco a Victoria y la ayudaron para que sostuviera a su pequeña. Mila miro con atención a su madre, sus pequeños ojos color amatista estaban tan llenos de vida pero a Victoria le daban a entender que entendía que era todo ese caos, ya que una pequeña lágrimas recorrieron la dulce y tierna carita de la pequeña, una lagrima cayó sobre la mejilla de la princesa sintiéndola tan fría, como un como de nieve.
La mitad de la profecía de los malditos se había cumplido ya. La chica secuestrada por vampiros que tenía una vida normal, Norah, había derretido la frialdad del príncipe André convirtiéndose ella en un sol de primavera, la lagrima de Mila era el ultimo copo de nieve perdido, una estrella fugaz había surcado el cielo antes que las nubes volviera a cerrarle el paso a aquel cielo estrellado, provocando una llovizna que comenzaba a empapar a todo mundo haciendo crecer los océanos, donde pronto aparecerían las sirenas llorando por los caídos y atrayendo el humo negro, pero no de las sombras, sino de los Davu que salían del cuerpo de ella.
'...cuando el primer sol de primavera se oculte y la primera estrella fugaz surque el cielo ella cerrara sus ojos, pero su corazón estará a salvo...'. Victoria recordó con dolor lo que decía la profecía de los malditos, levanto la mirada, viendo por última vez a cada uno de los presentes, terminado en Mila, que estaba sobre su pecho, y André. Se esforzó por sonreír y dijo:
— Mata a... Dominic —susurro— de-después vive... bien, ju-junto a... nuestra hija —las lágrimas recorrieron sus mejillas
—. No te... aferres a mí, sigue... adelante. Los amo... te amo, André... eternamente...
El humo negro que salía del pecho de Victoria desapareció, la princesa cerró sus ojos y las pocas fuerzas que tenía se fueron, el llanto del príncipe se intensifico y abrazo a su princesa y a su hija con fuerza, sin poder comprender como no pudo protegerla y todo esto había terminado en cuestión de segundos para él.
El dolor que sentía era tal que provoco que la tierra temblara gracias a toda su tristeza y odio, las vibraciones se sintieron por todo el reino hasta el castillo Vampir. Donde en una habitación, una vampiresa abrió un cofre, liberándose el llanto de las sirenas por todos los caídos.