Había una vez una joven encerrada en un castillo, todos ustedes pensaran que algún príncipe valiente iría a rescatarla, pero no es así. Por mucho tiempo estuvo cautiva en ese hermoso castillo, pues le era útil al rey, solo que... había más de un mot...
Los pocos rayos de sol intentan filtrarse entre las nubes ennegrecidas del cielo que anuncian dos cosas: lluvia o nieve. El clima parece ser aun más invernal que antes y tal vez en ese lugar no conozcan otra cosa que no sea el hielo, pronto seria primavera pero ese lugar no parecía resentirlo en lo más mínimo.
El sol, prosiguió su lucha con las nubes, iluminando un poco y filtrándose en las ventanas. Victoria sintió un rayo de luz en sus ojos lo que hizo abrirlos, aunque quemo un poco su retina. Parpadeo un par de veces para poder adaptar sus ojos a la luz y enfrentarse a un día más a la cruda realidad. Milagrosamente esos pensamientos se esfumaron cuando vio a su príncipe, dormido a un lado de ella y sin dejar de abrazarla. Estaban acostados de lado, cara a cara, André realmente estaba en un profundo sueño, sus labios entre abiertos que dejaban salir un hilillo de aire, sus pestañas largas moviéndose de forma ligera al igual que sus ojos.
Victoria contemplo a su príncipe de hielo, con su dedo índice acaricio las hermosas facciones de André, acaricio sus mejillas, sus labios, bajo hasta el cuello acariciando la vena de la que ella se alimentaba. Prosiguió su camino hasta llegar al pecho desnudo y sentir el golpeteo de su corazón. Soltó un suspiro y cerro sus ojos, no sintió a los cuervos dentro de ella, tampoco a los Davu, no había algo como el rencor o el odio. Solo sentía amor y tristeza hacia su príncipe y su hija.
Miro a su propio pecho donde encontró la piel ennegrecida, como si hubiese un hoyo y cada vez más se estaba agrietando. Quizás no sentía a los Davu como antes, pero esa mancha en su piel era el recordatorio de que poco a poco esas cosas la consumirían, comenzando por su alma.
— ¿Qué piensas? —se sobresalto al escuchar la voz de André, Victoria alzo la mirada y él sonrió.
— Que no te dije la verdad.
— ¿Sobre qué?
— Es que... cuando mi padre y Spector fueron por ti y Claudius, Iván y yo nos quedamos solos —André estaba sumamente tenso, pero no dijo nada, dejo que Victoria continuara—. Explorando la casa encontré un libro de hechizos...pensé que tal vez podía sacar a los Davu porque no quería seguir lastimando a nadie.
— Pero eso te mantiene con vida... —dijo él atónito.
— Lo sé, pero no quería que la oscuridad me consumiera, el caso es que saque a algunos... —pensó en decirle la verdad completa— sirvió un poco, ya no siento nada dentro, quizás por eso tengo la piel así, Spector dice que la mitad sigue dentro pero en realidad no importa. Si logro liberarme de ellos, tú aun tendrás mi corazón y como dice la profecía, yo viviré —sonrió para ocultar el nerviosismo y sus mentiras—. Estoy bien.
— ¿Es en serio? —André la abrazo más fuerte y deposito un beso en su frente
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