Había una vez una joven encerrada en un castillo, todos ustedes pensaran que algún príncipe valiente iría a rescatarla, pero no es así. Por mucho tiempo estuvo cautiva en ese hermoso castillo, pues le era útil al rey, solo que... había más de un mot...
Victoria fue llevaba a la habitación del príncipe, en custodia de los dos guardias que siempre la cuidaron cuando llego. Por algunos segundos se sintió feliz de que Stefan y Godric estuvieran a salvo, quiso revivir aquellos días cuando no había conocido aun a los príncipes, pero incluso esos momentos eran tristes porque quería regresar con su familia adoptiva y todos en Fény estaban a salvo de ella, pero no pudo. La mirada de Claudius se había quedado grabada en lo más profundo de sus pensamientos, se había grabado a fuego en ella y jamás lo olvidaría.
Entro a la habitación, su ropa y armadura estaban sucias por el lodo además de húmedas, su cabello era un desastre y de alguna manera tenía sangre en parte de sus manos. No le importo, fue hacia la cama y espero sentada a que André llegara por esa puerta. No lo hizo.
La única que entro fue Eugene, su madre, cargando con ella a Mila. Victoria se soltó en llanto al ver a su hija sana y salva, Eugene se acerco a ella, deposito a Mila en sus brazos para después abrazar a ambas. El hada se sentía impotente al no poder consolar a su hija, creía que las palabras de "no fue tu culpa" o "todo estará bien" no funcionaban en ella, no en Victoria que había visto morir a tres personas para salvarle la vida y ella no pudo salvarlos a ellos, ni a ella misma.
Poco después entro una sirvienta, traía una bandeja con comida, esta vez no era conejo pero la chica no se sentía con ánimos de comer nada, tenía un nudo en su estomago que le impedía retener las cosas. Eugene tuvo que obligarla a hacerlo pero no paso de tres bocados, así que decidió ayudarla a despojarse de la ropa aun húmeda.
Eugene dejo a la sirvienta al cuidado de Mila, mientras ayudaba a Victoria a tomar un baño. La chica no tenía fuerzas para nada, simplemente se dejo hacer, intento ayudar a bañarse pero las fuerzas se habían esfumado. Después Eugene la envolvió en toallas como si fuera una niña pequeña, la ayudo a vestirse con un vestido negro que otra sirvienta había traído, el simple hecho de pensar por que vestir eso la hizo derramar de nuevo lagrimas.
— No hay palabras que tenga para aligerar tu dolor —le dijo Eugene, una vez que ambas estuvieron solas, se acerco para abrazar a su hija—. Pero si hay alguien a quien culpar, cúlpame a mí, acepto la responsabilidad de mis actos —Victoria simplemente la miro, pensando en las palabras que horas antes le había dicho Elian, tomando también la responsabilidad de la muerte de Claudius.
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— ¿Qué hago? —pregunto ella en un susurro y miro a su pequeña que estaba dormida en la cama—. ¿Qué hago para salvarlos?
— Lamentablemente no conozco mucho de ti —dijo Eugene acariciando la mejilla de su hija—. Y estoy en contra de la guerra, tan solo puedo decirte que luches por lo que es justo y por lo que es correcto. No dejes que nadie más te intimide, ni siquiera los demonios de tu interior...
— No sé qué es lo correcto.
— Lo sabrás, cuando te deshagas del miedo y la culpa que habita en tu interior —Eugene acerco su mano al pecho de Victoria, sentándose a un lado de ella—. No dejes que unos simples hechiceros te sometan, eres mucho más poderosa que ellos, tienes todo el poder para ser más fuerte que ellos, no te dejes intimidar, no dejes de creer en ti y en lo que puedes hacer.
