Había una vez una joven encerrada en un castillo, todos ustedes pensaran que algún príncipe valiente iría a rescatarla, pero no es así. Por mucho tiempo estuvo cautiva en ese hermoso castillo, pues le era útil al rey, solo que... había más de un mot...
La mañana a pasado tranquila. Después de levantarme, André y yo fuimos a desayunar donde todo el ministerio y los reyes estuvieron presentes, todo volvió a la normalidad. Cuando acabamos, los príncipes, Violet y yo fuimos a la biblioteca a proseguir con las transcripciones. Pero, ni un momento me dejaron sola y mis dos guardias estuvieron al pendiente de nosotros.
Nada estaba fuera de lo normal, no vi ningún alboroto por los eventos de mañana, todo estaba realmente tranquilo. Aunque muero de curiosidad por preguntar qué ocurrió cuando los híbridos zaino atacaron el castillo y cuanto daño hicieron aquí adentro, ni siquiera he podido ir a ver mí habitación aun que ya no será necesario. Esta mañana, muy temprano, las sirvientas han llevado absolutamente todas mis cosas a la habitación del príncipe de hielo.
Han acomodad mi ropa en el gran vestidor del príncipe que abarca una habitación pequeña, los productos de mi aseo personal han ido a parar al baño, acomodados perfectamente, entre otras cosas. Ciertamente no tengo mucho.
Me levanto del sillón individual para tomar unas cuantas galletas de granola y chocolate, son un manjar para mí así que me siento en la alfombra y comienzo a comer. De cualquier forma me sentara bien comer un poco de azúcar, según André, hoy en la madrugada cuando sufrí el desmayo llamo a la doctora vampiresa Anna, tengo la presión baja y estas galletas me harán mucho bien. Como una tras otra hasta dejar el plato limpio, ni una migaja. Levanto mi mirada y Claudius me mira con las cejas enarcadas, Violet con una sonrisa en su rostro al igual que André.
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— ¿Te gustaron las galletas? —yo asiento a lo que André me pregunta por qué aun tengo galleta en la boca—. ¿Quieres que pida más?
— ¡Si, por favor! —toma el plato y desaparece con él, tarda unos segundos en volver con el plato lleno—. ¿Tan rápido?
— Si, el cesto de galletas estaba en la mesa de la cocina.
— Gracias —y voy al ataque por mi segunda orden de galletas.
— Son las tres de la tarde —dice Violet—. Creo que deberíamos irnos, estoy exhausta.
— Coincido contigo —contesta Claudius con una sonrisa que ilumina su rostro. Violet cierra sus ojos y recarga su cabeza en el hombro del príncipe mientras él le deposita un beso en la cabeza.
— ¿Son novios? —pregunto, increíblemente esperanzada por que digan que sí. Ambos se me quedan viendo, quizás meditando que decir—. Hacen una pareja hermosa, se ven bien juntos.
— Gracias —dice Violet sonrojada.
— ¿Entonces lo son?
— Norah —escucho el tono de reproche del príncipe de hielo.
— ¿Qué? Yo solo pregunto. Ellos son perfectos.
— ¿Violet quieres ser mi novia? —Claudius habla de repente mientras a mí se me atora la galleta, André me da palmaditas en la espalda y Violet está a punto de un desmayo.
