Capítulo 66

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            Todo paso tan lento y a la vez tan rápido. Estaba por irme cuando escuche el grito de Ilea llamándome, vi como André alzó su mirada viendo hacia el espejo, viéndome a mí. Sin esperar un momento más me eche a correr escalera abajo, llegue a la puerta de entrada y sin importar que no llevara zapatos salí corriendo hacia la parte trasera, corriendo en medio del campo que apenas comenzaba a florecer a pesar de aun estar en invierno.

El poco césped que hay me acaricia las plantas de mis pies, no me detengo, el hormigueo se hace más intenso y mis manos se vuelven unos faros. Al levantar la mirada choco contra un fuerte pecho y unos brazos que me envuelven, inmediatamente lucho por calmarme pero no tengo más fuerzas y eso me enfurece más cuando veo quien me ha atrapado. André, sin ninguna dificultad, me tumba en el césped y con cuidado de sube sobre mí.

— Cálmate, amor.

— Pues suéltame —digo entre dientes.

— No hasta que te calmes.

Va en serio, así que hago todo de nuevo: cerrar ojos y respiraciones profundas y calmadas. No sé por cuantos minutos estamos así hasta que siento que cesa la comezón en mis manos y el príncipe de hielo se quita de encima de mí. Me levanto para quedar sentada y él hace lo mismo mientras voltea a verme.

— ¿Que escuchaste?

— Nada, acababa de llegar —evito su mirada y me concentro en jugar con el paquete de galletas que aun llevo en la mano.

— Todo el tiempo estuviste ahí,

— ¡Claro que no! —lo miro seria—. Sé que ya no puedes sentirme.

— Pero a tu corazón si, cada vez que estas cerca comienza a latir más deprisa —sonríe y quisiera borrarle esa nefasta sonrisa.

— Es porque necesita ir a donde pertenece —no vuelve a decir nada, simplemente permanecemos callados lástima que dura poco.

— Me gusta tu vestido —señala mis piernas—. Aunque es muy cortó. ¿No te gustan más largos? Como los que usabas en el castillo —suelto una carcajada fingida ante sus palabras—. Supongo que es un no.

— Supones bien —digo, concentrará en apretujar el paquete de galletas hasta machacarlas y volverlas polvo.

— Es verdad todo lo que escuchaste.

— Bien.

— Y no me gusta Esmerald.

— ¡Uff! Qué alivio.

— El sarcasmo no te pega —contesta enojado—. Además te digo esto porque sé que estas celosa.

— Bien —trato de calmarme y fingir tranquilidad.

De nuevo se vuelve a hacer el silencio y mentalmente me peleo con mi yo interior, yo no estoy celosa de nadie, no me importa el príncipe muy bien puede hacer lo que le plazca con cualquiera, a mi no me afecta al contrario sería mucho mejor si se olvida de mí, me convenzo a mi misma de mis propias palabras que se caen al recordar la petición de Claudius.

De reojo miró al príncipe, claramente es mucho más fuerte que yo en estos momentos de debilidad, pero luce mucho más delgado, sus ojos siempre están hundidos y con un círculo oscuro alrededor de ellos pero de forma tenue, además sus labios siempre están resecos. Mi yo interior me destroza los nervios al estar pensando en cosas que no son, tomo mi cabeza entre las manos y pienso, pero mientras más lo hago esa vocecilla interior me molesta. Al final desisto y estiro mi brazo, mi muñeca queda justo debajo de las narices del príncipe.

My Immortal (Fény 1#)   |   EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora