Había una vez una joven encerrada en un castillo, todos ustedes pensaran que algún príncipe valiente iría a rescatarla, pero no es así. Por mucho tiempo estuvo cautiva en ese hermoso castillo, pues le era útil al rey, solo que... había más de un mot...
Victoria no respondió al llamado del príncipe, ella sabía que Norah se había sacrificado por él en aquel bosque en Alaska, ese día había muerto Norah y sabía que nunca volvería. Recordar eso hizo que las lágrimas comenzaran a desbordarse de sus ojos, así que abrazo con un poco de más fuerza al príncipe de hielo.
El tiempo volvió a ser insignificante para ellos, el agua volvió a despertarlos de su mundo, pues salieron del agua cuando André sintió titiritar el cuerpo de Victoria. Ella hizo lo mismo que él cuando la baño en aquel cuarto de un motel, cuando intentaban esconderse de los demonios, en Rusia, después de matar a aquellas híbridas ninfas. Se concentro en secar el cuerpo del príncipe y quitar el exceso de agua en su cabello, después ella lo hizo en sí misma y los dos salieron del baño para ahora si dormir.
— No tengo ropa para ti —dijo ella, aun con su mirada roja y luciendo muy nerviosa—. Puedo ir a pedirle a Iván o Su Yeong...
— No la necesito —los ojos de André también cambiaron de color e instintivamente los colmillos de ambos se alargaron un poco, quizás sabiendo lo que pronto pasaría.
— Entonces dormirás en el sofá —dijo ella y ahora fue el príncipe quien acorto la distancia entre ellos.
— Lo dudo mucho... inimă.
André tomo por la cintura a Victoria, apretándola contra su cuerpo. Acerco sus labios a los de ella y con uno de sus colmillos rozo su labio inferior, estando tan afilados como para hacerle una pequeña herida del cual broto una gota de sangre. André sonrió y la cerró utilizando su lengua para acariciar la herida.
Victoria sabía que si no detenía esto, el control que aun tenia se esfumaría por completo, así que puso ambas manos en el abdomen del príncipe e intento alejarlo, tenía la fuerza suficiente para aventarlo y hacer un hoyo en la pared, la cuestión es que quería hacer esto.
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— Aquí no —susurro ella, intentando controlar los temblores en todo su cuerpo, mientras el príncipe aun lamia su labio inferior.
— Te dije que no jugaras conmigo —su voz estaba ronca y claramente excitada.
— Lo sé, pero... nos escucharan.
— Entonces procurare no hacer ruido —André fue al cuello de Victoria y comenzó a depositar pequeños y fríos besos suficientemente refrescantes para ella.
Victoria se doblego a la excitación que era como un terrorista dentro de su cuerpo haciéndola retorcerse por las caricias del príncipe. Y cuando ella no puedo más tomo el nudo de la toalla de él, enrollada en su cintura y la aventó lejos. Después lo hizo con su propia toalla, quedando nuevamente desnudos. Las manos del príncipe recorrieron la suave piel de Victoria, procurando no tocar su espalda por qué sabía que le habían quitado sus alas de hada.
