Todo el mundo espero en el jardín a que apareciera la caravana que traía el cuerpo de Claudius, pasaron minutos hasta que se abrió una enorme puerta. Victoria vio a su hermano liderar la caravana, llevaba con él una enorme antorcha encendida, seguido de cuatro guardias de la Orden del Dragón, seguido de ellos vio a los tres hermanos West y a Thomas cargar una camilla hecha de vegetación, sobre ella iba el cuerpo inerte de Claudius y al último iban otros cuatro guardias.
Conforme pasaba la caravana, tanto soldados como ministros pusieron una rodilla en el piso y bajaron su cabeza en señal de respeto, los vampiros tomaron sus dagas y las pusieron cerca de su corazón, los demás simplemente hicieron la reverencia y unos cuantos se apoyaron con sus espadas.
Elian, Spector, Bastian y Thomas se adentraron a una pequeña cabaña, que Victoria no había ubicado, ahí fue donde depositaron a Claudius e inmediatamente los West salieron para posicionarse en una hilera y hacer una reverencia. Iván se acerco a la cabaña con la antorcha pero Victoria rápidamente se acerco a él. Los espectadores miraron sorprendidos lo que estaba haciendo la princesa, ella simplemente se adentro a la cabaña y vio al príncipe.
Estaba con su ropa más elegante, peinado de forma impecable y su corona reluciente, sola parecía estar dormido. Victoria se acerco a él, depositando un beso en su frente demostrándole su agradecimiento por la vida. La joven se pregunto si él sabía lo que significaba la profecía de su hermano, concluyendo que lo más probable es que nadie estuviera consiente del final que recibiría, aun así, le agradeció a Claudius por esos pocos días que le había regalado a lado de André y Mila.
Poco después salió de la cabaña, Iván, quien parecía esforzarse demasiado por estar de pie iba a entregarle la antorcha a su hermana, ella negó. Simplemente se arrodillo frente a la morada que seria del príncipe en el lugar a donde fuera, Victoria se quito sus guantes y se concentro en aparecer la luminosidad de sus manos. Justo antes de que ella creara fuego, Elian se adelanto, mirando a los presentes que se habían puesto de pie.
— Conocí al príncipe Claudius, aunque no llegue a convivir mucho con él —comenzó el discurso Elian—. Nos conocimos en malas circunstancias, pero sé que fue uno de los mejores vampiros del clan Vampir y un buen príncipe. Sé que fue criado y amado por sus padres, Amelia y Dreagan, se que fue amado por su hermano André —la sombra tuvo que carraspear y aclarar su garganta, ya que sentía un enorme nudo que le impedía hablar correctamente—. El príncipe Claudius, fue un vampiro valiente que arriesgo su vida por mi hija, Victoria y mi sobrina Ilea, dio su vida a cambio del de ellas y no existe una forma para agradecérselo, más que con palabras. Sé que él ira a un mejor lugar, junto a la persona que él amaba y que en algún momento, rezo por volver a encontrarlo.
Elian termino su discurso, Amelia intensifico el llanto y Victoria, ignorando los estruendos ocasionados por los hechizos de protección, ilumino sus manos y las lenguas de fuego que salieron, rápidamente abrazaron la cabaña junto con las pertenencias y el cuerpo del príncipe.
Pasaron horas hasta que todo se convierto en cenizas, Victoria nunca se movió de donde estaba, ni su padre y sus dos tío, tampoco los reyes Vampir y mucho menos el príncipe de hielo, quien tenía aun en brazos a Mila. Los demás se había retirado a descansar por sus heridas o a implementar estrategias para ganar la guerra.
Cuando el fuego se extinguió por completo, Elian se acerco a su hija para entregarle una pequeña pala de oro blanco y una caja de madera donde depositarían los restos del príncipe. Victoria comenzó a levantar las cenizas, para ese entonces el control se había ido, las lagrimas caían como si fuese dos pequeños ríos desbordándose, pero en ningún momento dejo que André la viera. Lloro en silencio hasta que levanto toda la ceniza y André se acerco para darles la daga que perteneció a su hermano.
La joven al principio no entendió que significaba, Elian tuvo que explicarle que quien levantaba las cenizas tenía que depositar un poco de su sangre en la urna de Claudius, convirtiéndose en sus guardianes de sangre y tenían que hacer la herida con la daga de él. La sombra lo hizo primero y después Victoria, haciéndose un corte sobre la palma de su mano y dejando caer un poco del líquido vital. Al terminar, limpiaron la daga y entregaron la pequeña caja de madera a Amelia.
— Lo siento —Victoria esta vez sí hizo una reverencia hacia los reyes.
— No lo hagas —dijo Dreagan e intento mostrarle una sonrisa—. Solo hazlo pagar, haz pagar a Saadi por lo que hizo.
— Se lo juro, su majestad — y volvió a hacer una reverencia.
***
7 días antes de la primavera.
Luego de terminar con la ceremonia, el sol comenzaba a hacer su aparición, aun así todo mundo fue a descansar y recuperar fuerzas. André llevo a Victoria y a Mila a que durmieran, pero antes la joven fue a ver a su hermano y saber cómo se encontraba. Se entero que un lobo híbrido lo había atacado pero se estaba recuperando bien, por otro lado, Bastian ya tenía cicatrizada su herida por la flecha, todos los demás, incluida Ilea estaban bien.
Victoria se sintió un poco más tranquila al saber que su familia estaba bien, solo así pudo llegar a la habitación que compartía con el príncipe. André se dejo caer en el sofá individual, pues repentinamente sus fuerzas se habían esfumado, Victoria llevo a Mila a la cama dejándola un momento ahí y regreso con el príncipe. André la tomo de la mano y la jalo para que se sentara en sus piernas, ambos se abrazaron y ella espero a que su príncipe llorara, a que se desahogara sin temor de ser juzgado, pero no lo hizo, simplemente se quedaron así abrazados, mirando como los rayos del sol entraban por la ventana.
El príncipe tomo en brazos a su esposa y la llevo a la cama, ella se había quedado dormida así que la recostó a un lado de su hija, él también sintió un repentino cansancio y sus ojos comenzaban a cerrarse. Se acomodo a un lado de Victoria, abrazándola por la cintura y pegando su pecho contra la espalda de ella, ya no había temor a congelarla, su propia calidez mantenía segura a su princesa. Además él estaba siendo descongelado, ya no era tan frío como antes y sentía el palpitar del corazón de Victoria en su interior. Pensó que después de que llegara la primavera todo volvería a la normalidad, rezaba porque todo volviera como antes... aunque sin su hermano y Violet nada volvería a ser igual.
— ¿André? ¿André? —escucho su nombre—. ¿¡ANDRÉ!? —abrió de golpe sus ojos y vio lo que ocurría a su alrededor.
Aun seguía recostado en la cama, llevaba puesto el traje negro, Victoria estaba de pie frente a él, con Mila en brazos e intentando calmarla por que lloraba demasiado fuerte, además Godric y Stefan estaba ahí también. No comprendió que estaba pasando hasta que Victoria miro a los guardias y les dijo algo que André no escucho por estar tratando de entender que estaba pasando.
Se sentó en la cama, pegando la espalda al cabezal, restregó su rostro con las manos y se dio cuenta que estaba empapado de sudor, algo no muy común en él porque es el príncipe de hielo. Victoria se sentó a un lado de él, arrullando a Mila hasta que volvió a quedarse dormida para volverla a acomodarla en la cama.
— ¿Estaba soñando? —pregunto el príncipe.
— Eso creo... —contesto ella—. Una visión, quizás...
— No lo sé —André se acerco a Victoria y la beso hasta dejarla sin aliento.
— ¿Seguro estas bien? —susurro contra los labios de él, demasiado desconcertada por el repentino beso—. ¿Que viste?
— Es confuso... —dijo evadiendo la mirada de su princesa, pero Victoria estaba decidida a no dejar pasar esto, decidió espero a que André hablara—. Vi... el fiordo.
— ¿Un fiordo? ¿Solo eso? —él negó.
— A ti y a mí... en el fiordo.
— ¿Y yo me iba?
— ¿Qué?
— ¿Qué si yo en tus sueños me iba algún lado? Porque comenzaste a gritar y moverte, despertaste a Mila y los guardias pensaron que algo malo estaba ocurriendo —Victoria y él unieron sus manos—. Me diste un susto de muerte.
— Lo siento, amor —André volvió a besarla para después levantarse—. Estoy algo... confundido, iré a... ahora vuelvo.
— André...
La joven lo llamo pero él simplemente se esfumo en un visto y no visto. Para aparecer en una pasillo del castillo, lejos de su habitación. Se encontraba en las escaleras que conducían a la torre que anteriormente era de Victoria y que ahora ocupaban los padres de ella, después de que la remodelaron. Inseguro dudo un par de minutos en subir o no, pero el sueño o visión que tuvo lo alarmaron de sobremanera.
Tomo aire y agarro valor para subir las escaleras, estando frente a la puerta de madera, llamo y espero unos segundos a que abrieran. Elian fue quien apareció, mostrándose algo sorprendido, ninguno dijo mucho simplemente la sombra dejo pasar al vampiro, André vio a Eugene sentada al pie de la cama, ninguno parecía haber dormido nada, en especial el hada que se veía bastante cansada y demacrada.
— ¿Y bien? —pregunto Elian.
— Yo... quería hablar con... Eugene —dijo titubeante—. Si es posible.
— Pues habla —la sombra no parecía tener intenciones de irse, André se resigno y se acerco al hada.
— Se que tú tienes visiones —Eugene asintió, pero no dijo nada—. Yo también las tengo.
— ¿Qué viste? —pregunto ella.
— Me veo a mí y a Victoria, en un fiordo... —dice en susurros temiendo a ser escuchado—. En ese fiordo hay una cueva...
— Tu llevas a Victoria a la cueva —afirmo Eugene, André asintió preocupado.
— Cuando yo caí en letargo... fue ahí donde mis padres me escondieron para que Dominic no me encontrara —André comenzó a caminar de un lado a otro tomándose del cabello con frustración y temor—. No sé, no sé realmente que vi, pero Victoria y yo estamos ahí. No hay razón para que yo quiera llevarla ahí, es seguro y muy hermoso, pero no tenemos nada que hacer ahí porque es un recordatorio para mí de lo que fui antes... y si estoy viendo eso es porque... —se negó a terminar la frase—. No le pasara nada a Victoria, ¿cierto? —ni Elian o Eugene contestaron la pregunta del príncipe, solo permanecieron callados—. Por favor, ella no morirá, ¿verdad? Hay otro motivo para que yo la lleve a esa cueva, díganme que ella está bien... no puede morir, no puede.
— Cálmate —se acerco Elian pero el príncipe lo evadió, quizás comprendiendo lo que pasaría.
— ¿Ustedes lo sabían? —pregunto sorprendido de que ellos ni siquiera se sorprendiera de lo que decía—. ¡Díganme! ¿Sabían que algo malo le pasara a Victoria?
— Siempre lo supimos —contesto Eugene limpiando una lágrima de su rostro—. Desde que fue concebida junto a su hermano, supimos cual era su destino y como terminaría.
— Ella también lo sabe —continuo Elian—. Así que no le digas que tú has tenido una visión, ella considera que es mejor que no lo sepas.
— ¿Qué?
— Solo así las cosas seguirán su curso —Eugene se levanto y comenzó a mover sus manos, donde aparecieron pequeñas chispas brillantes—. Perdóname por esto...
— ¿Por qué? —André no comprendió.
— No debes interferir en el destino de mi hija —hablo el hada y André se quedo atónito—. Tienes que olvidar lo que viste.
— No, pero...
Eugene golpeo ligeramente la cabeza del príncipe con uno de sus dedos que sacaba aquellas chispas, su magia de hada logro ocultar la visión del príncipe en lo más profundo de su mente. Pues solo así, la cuarta profecía se cumpliría tal como estaba prevista y a pesar de que sabían que su hija moriría no había otra manera, Victoria tenía que morir y André no debía interferir, por su bien y el de su pequeña Mila.