Reacciono cuando siento que algo me levanta, parpadeo unas cuantas veces y me doy cuenta que me he quedado dormida, aún estamos en la regadera y nos sigue cayendo el agua fría. André cierra el grifo, tapa la taza del baño, me sienta ahí y me cubre con una toalla, está oscuro pero lo veo perfectamente gracias a la luz de la lamparita de noche que aún sigue prendida en la habitación.
Lleva la ropa mojada y pegada al cuerpo, así que sin ningún pudor comienza a desvestirse, estoy por protestar pero sé que no me hará caso así que miro a todos lados menos a él, pero es malditamente imposible cuando veo su pecho, ya no tiene la piel negra y es por qué ahora tiene un corazón latiente. Cierro los ojos, hago mis ejercicios de respiración, me controlo y vuelvo a mirarlo, ahora está de espaldas a mí poniéndose una toalla en la cintura y veo su espalda tatuada con el nombre de Norah con letras en rumano. Se gira y viene hacia mí.
— Vamos a quitarte esa ropa.
— Ni lo sueñes —mi voz suena como si estuviese ebria—. Déjame así.
— ¡Por Murlok! ¡No soy un pervertido! —me ayuda a ponerme de pie, me tambaleo y me sostengo del lavabo—. Además ya te he visto desnuda.
Por increíble que paresa su comentario hace que mi rostro se sonroje y supongo que mis manos se ilumina porque siento mucho hormigueo a pesar de los guantes. Él se acerca a mí y enrolla su brazo en mi cintura mientras que su mano libre va a mi espalda para quitarme el sujetador y lo deja caer, pero con el cae la toalla, después baja su mano hasta mi cadera pero lo detengo, esto está yendo muy lejos.
— Yo lo haré —como puedo levanto la toalla y la enrollo en mi cuerpo, junto todas mis energías y puedo desnudarme sin que él me vea.
Aunque André ya lo dijo, es una de las cosas que no recuerdo y lo agradezco, pero por algo nació Mila, ¿no? Un suspiro de cansancio sale de lo más profundo de mí ser, inevitablemente me estoy inclinando hacia adelante y caigo en el pecho del príncipe quien lucha por sostener la toalla y a mí.
Esto no es normal, no se supone que sea débil. Malditas profecías, se supone sería un ser muy poderoso, pero ahora estoy aquí, en el baño de un motel, desnuda y con el príncipe revoloteando a mi alrededor para sostenerme y no caer de bruces al piso.
Él me vuelve a sentar en el retrete, toma otra toalla y comienza a secar mi rostro, mis brazos y mis piernas, no hace otra cosa más que eso. Incluso en su frente aparece una arruga de concentración, continua ahora con mi cabello quitando el exceso de humedad mientras yo me dejo hacer, en verdad quisiera que se fuera pero sé que no lo hará. Una vez que termina, acomoda la toalla que me envuelve y me toma en brazos.
Regresamos a la habitación donde me deposita en la cama, quedando sentada y observando cómo rápidamente va a su mochila y saca una enorme playera, la cual me pone y cuando me cubre hasta los muslos quita la toalla, vuelve a tomarme en brazos y me mete a la cama cubriéndome con las mantas.
Toma de nuevo su mochila y saca un pans, se lo pone y regresa al baño. Me siento incomoda con esto y odio sentir la culpa que emana en mi interior al insinuar que el príncipe de hielo me haría algo. Lilit tenía razón, soy un saco de sentimientos negativos e inestables, no solo con André, sino también con todos los que me rodea.
El príncipe regresa y sin decir palabra alguna se sienta en la cama, acomoda las mantas y se acuesta a mi lado, la cama es pequeña pero cabemos los dos perfectamente, aun así que giro para mirarlo.
— Ni se te ocurra echarme —se acomoda mejor y suelta un suspiro—. Mi espalda ya no soporta dormir en pésimas condiciones.
— Pero invades mi espacio.
— Que pena, princesa.
Bufo al ver como vuelve a acomodarse aventándome hacia un lado para él tener más espacio, cierra sus ojos y su respiración comienza a ser pausada.
— ¿Es en serio, André? —él abre sus ojos, me mira y asiente.
— ¿Quieres que te abrace?
— ¡Largo!
Él no lo hace, se gira y enrolla uno de sus brazos en mi cintura, se acomoda mejor poniendo su barbilla sobre mi cabeza. De repente siento un poco de calor, mi boca se ha secado y lucho por lamer mis labios resecos y remojarlos, siento mucha sed y un olor exquisito inunda mis fosas nasales. Vuelvo a suspirar y ahora me doy cuenta porque. Tengo en mis narices, literalmente, el cuello del príncipe, mis encías comienzan a picar, aprieto la mandíbula para evitar que los colmillos se alarguen pero no puedo.
— Lo necesito —acerco mi nariz a su cuello—. Me odio por esto pero necesito tu sangre.
— ¿Qué?
— Tu sangre...
— Espera, espera...
Pero yo no puedo esperar, repentinas fuerzas salen de mi cuerpo para poder estar encima del príncipe, intenta detenerme pero es demasiado tarde. Hundo mis colmillos en su piel e inmediatamente brota la sangre... su exquisita sangre inundando mi boca, bajando por mi garganta hasta llegar a mí estómago.
— Despacio, Victoria —susurra apretando sus dientes.
— No... puedo, es... delicioso —succiono con más fuerza y él suelta un gemido.
Enrolla uno de sus brazos en mi cintura, apretándome más hacia él, su mano libre la pone en mi pierna y la aprieta con fuerza, me duele pero necesito su sangre así que el dolor puede irse muy a la...
— Victoria —vuelve a decir mi nombre—. Detente... hazlo antes de que haga algo que haga que me mates.
— Delicioso —digo lamiendo sus heridas para cerrarlas.
A pesar haber bebido demasiada sangre, las fuerzas que antes sentí se esfumaron, aun así me siento tan ligera como una pluma, como si estuviera flotando. Lo que hace que él príncipe maneje mi cuerpo a su antojo, nos hace girar en la cama y ahora él está sobre mí, sus ojos están de color rojo, pero es diferente esta vez.
Sé que no es humano, pero sus facciones se transforman, André no es un hombre, se ha convertido en una verdadera bestia. Su respiración esta agitada al igual que la mía, pero veo como lucha para controlarse. Pongo mis manos sobre sus hombros e intento alejarlo pero en cambio él toma mis manos y las coloca sobre mi cabeza.
Acerca su rostro hacia el mío, sus labios planean sobre los míos, para después besarlos con fuerza y al final morder mi labio inferior hasta el punto de hacerme daño, siento el sabor de mi propia sangre. Esto terminara mal, lo sé; intento levantarme pero ni siquiera puedo gritar cuando, sin cuidado alguno, muerde mi cuello con mucha fuerza.
Abro mi boca pero no produce ningún ruido, el dolor que siento poco a poco comienza a transformarse en una sensación tan placentera que cierro mis ojos, dejo de resistirme y dejo que el príncipe succione hasta que sacie su sed, tal como él me dejo hacerlo.
Realmente no sé cuánto tiempo pasa, escucho como el príncipe respira con dificultad dejando caer todo su peso sobre mí pero no es incómodo, despacio lame mi cuello y es inevitable no sentir un escalofrió, cuando termina deposita un beso donde me mordió, con cuidado se levanta y se acuesta a mi lado para arrastrarme con él y quedar de nuevo sobre su cuerpo. Apoyo mi cabeza en su pecho, escuchando los acelerados latidos de mi corazón a pesar de que él ya está respirando con normalidad.
— ¿Lo escuchas, inimă? —pregunta en susurro el príncipe, no necesito preguntarle a que se refiere, se exactamente de que está hablando así que asiento—. Sigues siendo tú el que lo hace latir.
— Claro que no —murmuro, repentinamente el sueño me ha atacado y es imposible tener mis ojos abiertos.
— Mi verdadero corazón no es un órgano, pues he aprendido a vivir sin uno... —me besa la cabeza y cubre nuestros cuerpos con las mantas—. Mi verdadero corazón siempre has sido tú.
***
Un escalofrió recorre mi columna vertebral y hace que mi piel se erice. Intento abrir mis ojos aunque pesan mucho, aun así lo intento y mi visión capta la luz que entra por la ventana, parpadeo un par de veces y me quedo donde estoy. Agudizo el oído para escuchar algo de afuera pero todo está tranquilo, con la única diferencia de una respiración acompasada justo atrás de mí.
Con cuidado volteo hacia atrás, miro sobre mi hombro y el príncipe está pegado a mí, después me doy cuenta de todo. Su brazo esta enrollado en mi cintura, la mano libre en mi muslo desnudo, inmediatamente me siento y lo alejo. La brusquedad de mis movimientos lo despierta y poco a poco comienza a darse cuenta de la situación mientras a mí me atacan los recuerdos de anoche.
Las heridas, el baño, la sangre... afortunadamente, después de alimentarnos mutuamente nada paso por que él aun lleva esos pantalones holgados y yo la playera, pero no quita el hecho de que solo traigamos eso. Él me mira con el ceño fruncido, mientras recorre su vista por mi cuerpo, le soltaría un bofetón sino es por que luce preocupado. Se acerca a mí, pone una mano sobre mi cuello y se maldice una y otra vez a él mismo.
— Lo siento mucho, Victoria —no deja de mirarme.
— ¿Por qué? —toco mi cuello y siento un poco de dolor—. ¿Qué me hiciste? —él no dice nada, yo miro su cuello y tiene algunas marcas rojas, en realidad tiene muchas marcas rojas de mordida por todos lados, como la primera vez que me alimento.
Lo miro confundida, pero salgo de la cama de un brinco, me detengo un minuto al sentirme mucho mejor, con mayor fuerza para caminar por mí misma, sacudo mi cabeza y voy hacia el baño, enciendo la luz y me miro en el espejo. Primero encuentro mi mirada amatista, luego levanto un poco mi cabeza para mirarme mejor y ver que mi piel esta con las mismas marcas rojas que el príncipe.
Salgo del baño y me encuentro a André de pie, mordiéndose el labio de forma nerviosa, tal como lo hace Claudius. Vuelve hacia mí, toca con cuidado mi piel amoratada y me encojo al sentir como si pequeñas agujas se encajan en mi piel. Y repentinamente...
— Es hora de irnos... —entra Elian a la habitación y se queda estupefacto—. ¿Pero qué...?
— Tienen que darse prisa... —el siguiente en entrar es Spector seguido de Iván—. Oh... Ya veo que su relación va mejorando.
Sonríe la sombra mientras mi padre y mi hermano nos miran con cara de desaprobación. No pienso tolerar algún sermón así que sin decir nada regreso al baño y me encierro mientras me lamento y me maldigo a mí misma.
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Hola a todos.
Espero que hayan disfrutado los capítulos, porque yo disfrute escribiendolos. Gracias por tantos votos y los comentarios, sigan al tanto de la historia.
¡Saludos!
P.D.: disculpen las faltas de ortografía o los errores de dedo, por más de que reviso cada parrado se me pasan algunos.