Días después.
Realmente pierdo la noción del tiempo y la de mis pensamientos al estar concentrada solo en una pequeña personita. Después de salir volando del techo de aquel hospital he pensado un poco en lo que ocurrió, fue cuestión de minutos y ha pasado hace algunos días, pero siento que ha pasado una eternidad. En el periódico sacaron una nota de los sucesos, recuerdo como Spector y Lowell reían sin parar al leer la nota. Afortunadamente el hecho de sacar las alas no alerto a ningún ser de Fény o híbrido de nuestra presencia, aunque sí a la policía que continua buscando a los misteriosos chicos, o sea, los príncipes.
A pesar de todo, me he permitido tratar de estar un poco más tranquila y pensar con un poco de mayor claridad. Mi concentración esta en Mila ahora, pero he pensado en momentos lo que voy a hacer después. Yo también he roto promesas que me hice a mí misma. Iván y yo no matamos a Spector y tampoco he asesinado al príncipe, mis cuervos han peleado contra la verdadera oscuridad haciéndome creer a mi misma que perdonarle la vida a André es lo mejor, porque sé que él será quien cuide a Mila.
Después de que todo este asunto de profecías, de seres malditos, de falsas promesas, de traiciones y mentiras terminen, Mila vivirá en el castillo Vampir, se que todo mundo la querrá y vivirá junto a su padre como la pequeña princesa. Trato de invocar esos buenos pensamientos por el bien de mi hija y aunque me cueste tanto sé que tengo que dejarla ir, mi sacrificio no será en vano por que tendrá una buena vida y yo me encargare de ello.
Pero por mientras disfrutare de estos pocos días con ella, al igual que disfrutan todos los demás. Todos, con excepción de Esmerad, adoran a Mila, en especial Ilea. Cada día a cada hora alguien viene a la habitación del príncipe, en donde oficialmente me he mudado, para ver a mi pequeña. Pero quien viene con frecuencia es Miguel, yo soy el mal y él es el bien, y a pesar de eso... estoy plenamente agradecida por él, por descubrir lo que Dominic me había hecho y por nunca mirarme con sus ojos acusatorios. A pesar de que vaya contra mi instinto, me agrada el ángel y sé que él también ha sufrido al intentar protegerme a mí y a Iván.
— ¿Inimă? —entra el príncipe interrumpiendo mis horas de meditación, lo miro mal pero ni siquiera eso hará que deje de llamarme así—. Tenemos que hablar sobre algo.
— ¿Sobre qué? —acomodo a Mila entre mis brazos.
— Mañana es el último día antes de que Spector se encuentre con tu padre...
— ¿Y? —lo miro atenta.
— Sabe que nos meteremos en problemas así que todos iremos.
— De acuerdo —lo ignoro y vuelvo a mirar a Mila, el príncipe permanece aquí así que levanto la vista y finjo interés.
— He sugerido algo... —se muerde el labio nervios y mira a Mila, acaricia su cabeza y después la besa—. Mila estará a salvo en el castillo Vampir.
— Lo sé.
— Pero no irá conmigo —suelta de repente y la ira se propaga por todo mí ser—. Miguel se la llevara... en este instante.
— ¿¡Qué!? —mi grito despierta a Mila que se revuelve entre mis brazos comenzando a llorar, la acuno en mi pecho he intento calmarla pero mis manos se iluminan a tal grado de prenderle fuego a su cobijita.
André actúa con rapidez, me quita a la niña y la desenvuelve. La ira ha desaparecido al escuchar el llanto incontrolable de Mila y su cobijita envuelta en llamas frente a mí. El príncipe intenta tranquilizarla, Spector entra a la habitación y ve el fuego. Estoy en shock al ver como todo ocurre en cámara lenta.
El príncipe de hielo sale de la habitación, intento seguirlo, me zafo del agarre de Spector, bajo las escaleras pero Iván me detiene antes de poder llegar a mi hija. André pone a Mila en los brazos de Miguel y él me ve con cara de compasión.
— ¡Ve con ella, tú tienes que ir con ella! —le grito al príncipe.
— Victoria necesitamos al príncipe —dice Iván pero yo utilizo mis pocas fuerzas y lo aviento pero no llego más allá, Lowell ahora es quien me retiene.
— ¡Te he dicho que te perdono la vida, te he dicho que te quedes con mi corazón y aun así decides dejar a nuestra hija sola!
— Es lo mejor por ahora, Miguel la llevara al castillo sin llamar la atención —el príncipe se acerca a mí y yo me abalanzo contra él, lo derribo pero de inmediato él se pone encima de mí y me aprisiona—. Cálmate, por favor cálmate... —esconde su rostro en mi cuello, se que lo estoy quemando al poner mis manos en sus brazos pero no se mueve—. Ella estará a salvo, ella estará bien, nuestra Mila estará a salvo por que nadie sabe que ella ya nació —susurra con desesperación—. Tengo que cuidarte a ti también.
— ¡Yo no te necesito! —comienzo a forcejear—. ¡Mila te necesita!
De repente siento un pinchazo en mi brazo, volteo hacia un lado y Esmerald rápidamente corre hacia atrás llevando algo en la mano. Las pocas fuerzas que me quedaban se desvanecen y el príncipe me suelta, se que sufre por las quemaduras pero me alegro por eso. Me toma en brazos haciendo muecas de dolor y me deposita en uno de los sofás, donde estoy incapacitada.
Miguel camina hacia mí con lágrimas en sus ojos y Mila en sus brazos. Es inevitable contener mis propias lágrimas de desesperación al no poder tocar a mi hija.
— Te juro, por lo más sagrado que tengo, que la protegeré con mi vida, permíteme ser su wardjan —niego con la cabeza pero incluso eso supone mucha fuerza—. La llevare al castillo, se que tu madre aun está ahí.
— Confió en ti —digo con dificultad.
— ¿Cuál es el problema, entonces? —acerca una de sus manos y limpia mi mejilla.
— André debería ser quien la cuide, no tú.
— Él piensa igual, pero no puede dividirse en dos y cuidar a las dos chicas que él ama.
— Es su padre, debe ir con ella y protegerla incluso de mi.
— En seis días nos has enseñado tu autocontrol, Victoria... en pocos días nos has demostrado que puedes controlarte...
— Pero no siempre —lo interrumpo—. Queme su cobijita... intente quemarla...
— Se que no fue con intención —lucho por permanecer consiente—. Cuidare de Mila, ¿sí? —se que no hay opción así que asiento—. La llevare con sus abuelas, con Eugene y Amelia, ellas cuidaran de la pequeña, pero quiero una promesa de ti.
— ¿Tu no me traicionaras?
— Nunca —dice inmediatamente, sin titubear.
— ¿Cuál es? —pone una mano sobre mi pecho y veo como el príncipe de hielo cae desmayado. Repentinamente siento un golpeteo en mi interior, lo cual se siente extraño. Intento moverme pero lo que sea que me hayan puesto me impide hacerlo así que desisto.
— ¿Lo sientes? —yo asiento—. Tu corazón late por ti y a la vez por el príncipe. Ambos tienen que compartirlo.
— Es mío —digo de forma débil.
— No, no. Tú le entregaste tu corazón a André, el día que descubriste que lo amabas —intento protestar pero el ángel niega con una sonrisa—. Quiero que me prometas que saldrás del Páramo Mental...
— Ya no estoy en el... —el ángel me calla y prosigue.
— Aun estas sufriendo, algunos de tus recuerdos se quedaron en el Páramo, intenta recuperarlos, intenta recordar el amor que sientes por el príncipe y lidia con la maldad de tu alma, tan solo aguanta un poco más hasta la primavera. Porque será cuando todo termine —Miguel deposita a Mila en mis brazos y es todo una lucha para poder sostenerla—. Puedes prometer eso a cambio de que lleve a salvo a Mila y reagrupe a mi ejército de ángeles para que la protejan.
— Me pides mucho.
— Es lo justo.
Miro a todos los presentes quienes permanecen callados y expectantes, Claudius esta arrodillado a lado de su hermano que aun esta inconsciente. Sé que no tengo amor por el príncipe, sé que no hay y si lo hay no sé dónde buscar. Cierro mis ojos y me concentro en abrazar a mi pequeña por unos minutos más.
— Por Mila —digo—. Te lo prometo, por Mila.
— Así se habla —sonríe Miguel.
Quita su mano de mi pecho y eso hace que André despierte, miro a mi pequeña y con lágrimas en los ojos beso su frente. En silencio le juro que ella estará a salvo, en silencio juro que no defraudare a ese ángel y que haré un mundo mejor para ella.
El príncipe se acerca, también besa su frente y después la toma en brazos para llevarla con Miguel quien la acuna en su pecho para después salir por la puerta principal. André me carga en brazos y todos salimos hacia el jardín de la entrada.
El Arcángel Miguel despliega sus enormes y hermosas alas blancas que comienza a abanicar hasta que poco a poco comienza a elevarse por los cielos y volverse invisible. Antes de desaparecer por completo me mira y me regala una sonrisa... para después desaparecer en la nada.
Miro el cielo que se tiñe de naranja, pues el sol ya se está ocultando en el horizonte, respiro de forma profunda y pienso en cómo he llegado a este punto. Pienso en como Dominic hizo que Mila creciera en mi vientre en horas, pienso en como Miguel me ha puesto contra la espada y la pared... pienso en Mila y las promesas que no romperé.
No puedo controlarlo más y lo sollozos se hacen presentes, siento como el príncipe me abraza con fuerza y de repente siento el aire golpeando mi rostro. Esta corriendo por los campos hasta llegar a un lugar lejano, cerca de un rio congelado y es inevitable no pensar en el lago del castillo Vampir, donde me obligo a casarme con él. Se deja caer de rodillas, mas no me suelta.
— Mila está bien —susurra mientras sus lagrimas recorren sus mejillas—. Ella estará bien con el ángel, ahora es su wardjan.
— Si algo le ocurre... te matare, sin titubeos... no importa si yo también muero... —sollozo sobre su cuello—. Te juro que te matare, André Strigon. Te lo juro.
— Lo sé —me abraza con más fuerza—. Lo sé...