No sé por cuanto caminamos pero encontramos la carretera cuando el sol apenas comenzaba a hacerse paso entre las nubes. De ahí Violet sugirió desmaterializarse cada cincuenta kilómetros al sur y llegar más pronto. La cuestión es que yo solo aguante en los primeros cuatrocientos kilómetros y he terminado con un tremendo dolor de estomago por vomitar dos veces.
Y al llegar a una ciudad pequeña a Claudius se le ocurrió la grandiosa idea de robar un auto y aunque André y Viole se opusieron yo agradezco a todos los cielos porque, al menos, ahora puedo descansar en la parte trasera mientras veo pasar las montañas nevadas y los pocos árboles que hay en el camino.
El silencio es muy agobiante y más para Violet quien viene a mi lado, aun no suelto su mano desde que entramos al auto. Miro el cielo y las nubes no dan tregua al sol. La nieve ha comenzado a caer y según la vampiresa falta poco. Vamos directo a los límites del territorio de Praga y es ahí donde según Violet está la casa de seguridad.
Paramos en dos ocasiones más donde Claudius ha abastecido al auto de gasolina y de algo de comer. Eso también lo iba a robar hasta que Violet saco un pequeño bolso de piel donde traía bastante dinero y eso la hundió más frente a los príncipes. Dijo que no era traidora pero si una mentirosa y eso, seguramente, les ha dolido a los príncipes y sobre todo a Claudius.
De vuelta en la carretera, André ahora es quien conduce seguido por las indicaciones que momentos antes la vampiresa le ha dado; el tiempo no es algo que yo controle así que no se cuanto pasa, supongo que son entre las cinco o seis de la tarde. La carretera está desierta excepto por nosotros y la nieve. Violet le indica al príncipe donde desviarse y nos lleva por un camino rocoso. Es imposible seguir en el auto así que la mejor opción es caminar.
— Esta a siete kilómetros —dice Violet señalando el camino—. Hay un muro de seis metros que rodea toda la casa.
— ¿Y? —pregunta Claudius indiferente.
— Sugiero desmaterializarnos.
— ¡Ni hablar! —se exalta André—. Norah ha tenido suficiente, no voy a permitir que...
— Hazlo —el príncipe se gira hacia mí y puedo ver su iris de color rojo. Esta muy, pero muy enfadado así que me acerco a él y tomo su mano, a pesar del miedo que me infunde—. Te preocupas por mí y te lo agradezco. Pero, ¿no crees que la seguridad de todos nosotros es primero? No he vuelto a tener dolor. Mi estomago solo tiene unas galletas y un jugo, estaré bien.
— ¿Estás segura? —se calma inmediatamente y deposita una de sus manos en mi mejilla.
— Si, vamos.
El príncipe asiente e inmediatamente me toma en brazos. El primero en desaparecer es Claudius seguido por nosotros y al último Violet. Y lo dicho, aparecemos frente a un enorme muro que posiblemente ni con un cañonazo lo derrumbarían. Esta rodeado por nieve, rocas y maleza pero Violet inmediatamente localiza la entrada, es una puerta de acerco, en la lateral hay un pequeño compartimento donde mete su mano e instantáneamente la puerta se abre lo justo para pasar.
La vampiresa toma la delantera, nos encontramos en lo que parece una bodega pequeña, pero puedo ver que con un sofisticado sistema de seguridad, muy de humanos. Violet mira hacia una cámara y esta escanea su ojo derecho, después vuelve a poner la palma de su mano sobre otra cámara para escanear y otras puertas vuelven a abrirse hacia un enorme jardín.
Nos acercamos a la propiedad atravesando el sendero nevado y con árboles secos a los lados. La casa es enorme, muy tétrica y pareciera que nadie ha vivido aquí en años. Puedo ver que las ventanas tienen tablas, hay alambre de púas oxidado por doquier, entre otros artefactos viejos.
Así empiezan las películas de terror; chicos en busca de una aventura, un traidor en ellos, una casa misteriosa...
El terror invade cada parte de mi ser y supongo que André lo siente, porque inmediatamente me abraza por los hombros y me ínsita a caminar hasta llegar al porche. Violet vuelve a hacer no se qué tanto con las cámaras y entramos a una lujosa estancia donde ni una mota de polvo habita en este lugar.
— En el primer piso hay varias habitaciones, usen la que deseen —puedo ver la vampiresa está al borde de las lágrimas, intento acercarme a ella pero el príncipe de hielo me lo impide.
— Primero dinos todo lo que sepas —demanda André y señala una puerta.
Claudius la abre y puedo ver que es una sala de estar, todos nos adentramos en ella y al menos yo tomo asiento en uno de los sofás, los príncipes están de pie al igual que Violet, aunque Claudius la toma de su antebrazo y hace que se siente en el sofá frente a mí.
— ¡Habla!
— Claudius... —ella alza su mirada hacia el príncipe, pero él no muestra ni un sentimiento, es tan frío como su hermano—. Hace veinticuatro años, yo estaba a punto de irme a la cama cuando mi padre entro a mi habitación y me dijo que bajara. Mis hermanos y yo fuimos al gran salón y ahí estaba una mujer... Eugene —por una extraña razón mi tranquilo corazón ha comenzado a latir con tanta rapidez que probablemente pueda darme una taquicardia, algo me dice que no me gustara lo que Violet va a contarnos—. Ella llego esa noche a nuestro castillo por ayuda; mi madre, algunas de las sirvientas y la partera la ayudaron a dar a luz a Iván y Victoria.
»Mi hermano Lucius y yo fuimos propuestos por Eugene para ser los 'wardjan' de los mellizos. Pero Spector la buscaba. Yo en ese momento no entendía muy bien porque yo tenía que cuidar a un bebé; mi linaje, los Aldrich somos guardianes desde tiempos remotos y Eugene lo sabía, por eso acudió a nosotros. A pesar de que no somos de la misma raza o podría haber ido al Reino de los Guardianes.
»Esa noche, mi padre contacto a un mago que vivía por los alrededores, le pidió ayuda y con un hechizo Victoria y yo abandonamos Fény y llegamos a este mundo, protegidas. Se supone que Lucius tenía que irse con Iván pero los soldados del Inframundo atacaron mi hogar. Así murió mi padre.
— Tu dijiste que Alcot murió en un accidente —la interrumpe André.
— Tenía prohibido hablar sobre esto, por seguridad de los mellizos. Así que por quince años viví con los humanos cuidando de Norah, lejos de mi familia y nunca pude presentar mis respetos en la tumba de mi padre.
— ¿Tu... me cuidaste? —pregunto con un enorme nudo en la garganta.
— Mi madre me envió una carta, tenia indicaciones de que hacer contigo. Te lleve a un orfanato... y los Ospina te adoptaron a las pocas semanas.
— No, no, no, no...
— Siempre estuve cerca de ti, lo suficiente para que no me descubrieras. En tu cumpleaños número quince tus padres decidieron mudarse y yo te perdí la pista. Te busque y tuve miedo de que Eugene o Spector te hubieran encontrado, pero mi madre y mis hermanos me llevaron de vuelta a casa porque ya nos habíamos arriesgado mucho.
— ¿Qué paso con Iván? —pregunta Claudius.
— Spector se lo llevo y para castigar a Eugene lo llevo con una 'mistress5' quien lo crio de una forma tan perversa que me sorprende que aun siga vivo.
»Los reyes de seis reinos, excepto el del Inframundo, se unieron para buscar a los mellizos. Todos buscaban a Victoria... o bueno, Norah. Mientras que varios del Reino de los Guardianes se infiltraron al Reino del Inframundo para buscar a Iván. Yo sabía que Norah estaba en el castillo Vampir, pero no sabía que la obligarían a casarse contigo André. Los reyes ocultan muchas más cosas y todas son sobre la tercera profecía.
***
Tal parece que si me he convertido en una princesa, en la Bella Durmiente. Al abrir mis ojos veo a André alterado y su voz se escucha lejana. He vuelto a desmayarme.
Poco a poco comienzo a escuchar las palabras del príncipe de hielo preguntando si estoy bien. Asiento mientras voy levantándome hasta quedar sentada en una cama. Miro a todos lados; estoy en una cama enorme en medio de la habitación, un ventanal a mi derecha con solo un diván y algunas plantas, que parecen artificiales, para adornar. A mi izquierda hay un escritorio, un tocador y una puerta que lo más probable es que sea el baño o el vestidor.
No hay nada espectacular aquí, es una simple habitación con lo esencial para habitar. Claudius y Violet no está aquí, así que lo más probable es que tengan mucho de qué hablar.
― Norah háblame, di algo.
― Estoy bien, tranquilo. ¿Dónde están los otros? ¿Volví a desmayarme?
― Ellos necesitan hablar, estarán bien ―se sienta en la cama y toma mi rostro entre sus manos―. La que me preocupa eres tú. No son normales tus desmayos y ese dolor que sentiste.
― Tenemos que ver un doctor.
― No confió en ellos ―se queda callado por un largo instante y solo me mira―. Esperaremos un poco, si Violet es tu 'wardjan' seguramente tiene un plan.
― ¿Que significa esa palabra?
― Es tú guardiana de nacimiento, si faltan tus padres ella se compromete a cuidarte pase lo que pase. Pero ahora tu eres mi esposa, así que yo te cuidare, si... si me pasara algo a mí, estarías al cuidado de ella.
― ¿Crees que soy una profecía?
Se queda callado una vez más y realmente espero con todo mí ser que diga que no, pero lo único que hace es arrugar su frente y atraerme a sus brazos. Está claro que ni él sabe lo que ocurre.
Comienzo a temblar y el príncipe se aleja de mí, hace que vuelva a recostarme y comienza a arroparme con un bebé. No tengo fuerzas para nada así que me dejo hacer hasta que un gran estruendo surca el cielo, pero no ha sido por que se acerca una tormenta, se asemeja más como un disparo.
― Ni se te ocurra salir de aquí, ¿entendido? ―ni siquiera le respondo, simplemente se esfuma ante mi vista.
Corro hacia la ventana, que da hacia el jardín trasero, donde veo a Claudius y Violet que van armados con sus dagas al igual que André que se les ha unido. Miro a todos lados pero no se ve nada. La nieve a parado, los arboles no tienen hojas en sus ramas así que es imposible que alguien se esconda.
De repente, en medio de humo gris, aparece alguien frente a ellos, un chico, el mismo que apareció junto al demonio y el hada, Iván.
Los príncipes están a punto de atacar hasta que Violet se pone en medio. Busco desesperadamente el pestillo para abrir la ventana, está en el lateral; cuando lo abro una ráfaga helada de viento golpea mi rostro, pero al menos puedo escuchar las voces de todos.
― ¡Eres una traidora! ―grita Claudius.
― ¡NO! Él está de nuestro lado ―Violet está con su brazos extendidos, protegiendo al chico.
― En efecto ―dice el chico―. El rey Dreagan me ha enviado, piensa que mi hermana y yo debemos estar juntos, además para cuidarla de gente como ustedes ―su tono de voz es tan altanero que puedo ver como los príncipes echan humo y no dudo que sus ojos este completamente rojos y sus colmillos alargados.
― ¡Ella no es tu hermana! ―André se le abalanza y solo se escucha un grito. El mío.
Mistress5: amante, maestra, dominatrix en el BDSM.