Había una vez una joven encerrada en un castillo, todos ustedes pensaran que algún príncipe valiente iría a rescatarla, pero no es así. Por mucho tiempo estuvo cautiva en ese hermoso castillo, pues le era útil al rey, solo que... había más de un mot...
— ¡Victoria! —la sacudió un poco, pero la mirada de ella estaba enrojecida y perdida—. Hija mía, por favor.
— Ella está bien —dijo Merlín, concentrado en André—. Comparte un corazón, ella está resintiendo lo que le ocurre al príncipe. Tranquilos, ellos estarán bien.
***
Las voces cesaron para André, quien se encontraba cayendo en un abismo oscuro. Trato de controlar el miedo que invadía su cuerpo y espero a llegar a algún lugar a donde su mente lo llevara, aunque no solo su mente, sino que la de todos los seres que se encontraban a su alrededor. Estaba propenso a vagar por la mente de cualquiera y perderse en los confines de los recuerdos de algún lobo o hada, o de su misma princesa o en los suyos propios. Tenía que tener cuidado y seguir el rastro de sangre de Mila, por medio de recuerdos.
Una nube blanca lo atrapo en medio de la penumbra y lo hizo caer en medio de arena suave y muy caliente a pesar de que él se sentía como un tempano de hielo. La luz del sol lo cegó por un momento y tuvo que parpadear un par de veces hasta poder adaptar su vista, se encontraba en medio del desierto y a lo lejos se levantaba una gran ciudad, con gente yendo de un lado a otro.
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Su corazón comenzó a latir con fuerza, como la última vez que estuvo allí. El sol comenzó a ocultarse gracias a unas nubes grises y negras que comenzaban a resonar en el cielo a la vez que un desgarrador grito que atrajo el viento. Con solo pensarlo ya se encontraba dentro de unacasa que le traía malos recuerdos. Se encontraba en el primer piso mirando hacia un gran salón lleno de sangre y cuerpos regados. Miro a un chico, quien estaba arrodillado a lado de una chica quien parecía estar muerta.
André vio con horror a aquel muchacho que era él, con el corazón de Evangeline en sus manos completamente destrozado. Su mente lo había llevado al momento donde comenzó toda esta locura, se vio a él mismo levantarse en medio de toda esa masacre, sonriendo como si hubiese ganado algo y esfumándose con el corazón de la bruja que decía amar. No supo que paso después de eso, así que el príncipe no sabía porque seguía ahí parado, en el primer piso. Pronto escucho una puerta abrirse con fuerza, escucho los pasos de alguien corriendo de forma frenética y gritando.
Escucho los pasos subir unas escaleras, se asusto que alguien pudiera verlo, pero recordó que eran simples recuerdos... recuerdos de él mezclados con los de cierto mago oscuro, gracias a la magia. Miro a Dominic correr hacia él, pero no podía verlo, en cambio entro a una de las habitaciones. André se acerco a aquella puerta para ver que hacia Dominic.
— ¡Sarah! —grito el mago con fuerza, mientras tomaba en brazos a una pequeña niña. André cubrió su boca con una mano al entender la escena y lo que había ocasionado años atrás.
— Por favor... no —susurro el príncipe atónito ante lo que veía.
— ¡Sarah, por favor preciosa, abre tus ojos! ¡SARAH! —el mago oscuro abrazo con fuerza a la pequeña sin vida—. Hija mía, despierta...
