My Immortal (Fény 1#) | EN EDICIÓN

Capítulo 55

— No puedo creer en tus palabras —dice Victoria de forma débil. Spector la mira, mientras ella con dificultad mete los dedos a la copa llena de sangre y se los lleva a la boca tintados de rojo.

— Te aseguro que vas a creer, después de que nos hayamos largado de aquí, querida sobrina.

Spector se esfuma en medio de humo gris, el chico a quien responde por el nombre de Lowell, deja la bandeja con comida en el piso, se acerca a Victoria e intenta tomar la copa, pero Iván inmediatamente se lo impide. Lowell sonríe y también se esfuma en medio de humo gris.

Victoria se relame los labios manchados de sangre, Iván la ayuda a beber directamente de la copa hasta que sacia su sed, la chica recarga la cabeza en el hombro de su hermano y espera a que la sangre surta efecto en su sistema para ya no sentirse tan débil. Mientras están así, ambos analizan cada palabra que Spector ha dicho, pero siguen dudando de él.

— Hagámoslo —dice Victoria de repente.

— ¿El qué? —ella se pone de pie en un salto, claramente renovada.

— Hagamos que crea que confiamos en él, cuando nos saque de aquí lo mataremos —sus ojos irradia venganza, Iván se pone de pie y sonríe de forma siniestra igual que su hermana—. Mataremos al tío Spector y después iré por mi príncipe. Quiero ver su mirada... cuando le haya sacado el corazón y prenda fuego en su interior.

— Y así lo haremos, Victoria.

***

[André]

Apenas amaneció, André y Claudius prosiguieron su camino, no tuvieron complicaciones en toda la noche a pesar de que morían de angustia por que nada fuera a ocurrir. Afortunadamente la noche estuvo tranquila como la misma oscuridad, ahora no es diferente pero al menos la poca luz que se filtra por los arboles les indica el camino hacia el norte, que es donde está el castillo.

En el camino, siguen recogiendo frutos o semillas comestibles, pero la mayor parte del tiempo se la pasan callados; André ha tratado con todas sus fuerzas de poder sentir los sentimientos de Norah, pero no hay nada, como si esa pequeña extensión de ambos se hubiese esfumado, como si ella hubiese desaparecido y ese pensamiento le aterra. Normalmente no funciona así, cuando un matrimonio vampiro intercambia sangre ambos vampiros se conectan... para la eternidad, a menos que uno de ellos muera.

— Cálmate, hermano —dice Claudius, sacándolo de sus pensamientos—. Quizás está pasando lo mismo que ocurre contigo cuando quiero conectarme a ti, lo podía hacer pero cuando te convertías en esa bestia no había señales.

— No es lo mismo, ella no está hechizada.

— No, pero recuerda esos seres que salieron del rio y se metieron en el cuerpo de Norah —André lo recuerda horrorizado—. Ella todavía esta vida, te lo puedo asegurar.

— ¿Y si es demasiado tarde?

Claudius se muerde el labio como cada vez que está nervioso, no sabe que contestarle a su hermano. Realmente ninguno tiene la certeza de nada. André suelta un suspiro y sigue caminando pero de repente... los príncipes se detienen en seco al escuchar algo. Claudius mira a su hermano, ambos sacan con mucho cuidado sus respectivas dagas de sus fundas.

Miran a todos lados, el lugar luce tétrico, solitario y aterrador, pero no hay indicios de nada, aun así se escucha el crujir de ramitas a escasos metros de ellos, pero solo eso. André llama la atención de Claudius, lo insta a caminar con sumo cuidado, pero apenas intentan dar un paso el humo gris aparece por todas partes y los acorralan sin el menor esfuerzo.

Siete demonios forman un círculo alrededor de los príncipes, lucen ropas viejas y de color negro, pareciera que viven en el bosque por qué se puede ver la suciedad en ellos. André y Claudius están espalda con espalda, sus dagas aun están fuertemente agarradas y listas para atacar, pero saben que no tienen ventaja.

— En serio, ¿qué pasa por la cabeza de los príncipes? —dice un demonio intentando no reírse—. ¿De esta forma intentan rescatar a Victoria?

— ¿Qué paso con todo ese armamento que los Vampir tienen en secreto? —pregunta una chica demonio—. Que decepcionante ser la esposa de André Strigon, no es un príncipe de verdad.

— ¿Qué es un príncipe de verdad? —pregunta Claudius alargando sus colmillos.

— Alguien quien viene con todo su ejército a rescatar a la princesa —dice burlonamente la chica.

— ¿Dime que no has dicho eso? —dice André—. Que decepcionante seria tener a una chica en mí reino como tú, que piense eso puesto que en mi reino todas las vampiresas son guerreras y no esperan a ser rescatadas. He venido solo con mi hermano, porque sé que soy lo suficientemente poderoso para ir por mi esposa que gracias a ustedes no puede defenderse.

— ¿Cómo sabes que aun está viva? —pregunta otro demonio a lo cual André se vuelve mucho más pálido de lo que es.

— Supongo que eso lo sabré pronto —el príncipe de hielo agarra con fuerza su daga—. ¿Seguiremos charlando o vamos a pelear?

— No hemos venido a pelear, Strigon —uno de los demonios da un paso al frente y Claudius está en posición para atacar—. Hagamos un trato.

— De eso nada —dice André.

— Es la mejor salida para ti y tu hermano, también queremos ayudar.

— ¡JÁ! —André ríe de forma sarcástica—. ¿Ayudar? Sí, claro.

— Tú lo pediste.

Los siete demonios se abalanzan a los príncipes e intentan desarmarlos, pero estos son fuertes y con la daga y sus colmillos intenta herir a sus contrincantes. Claudius se resiste a utilizar sus poderes al igual que André, porque aun tienen una posibilidad de salir de este embrollo y no quieren que Lilit se dé cuenta de que rondan por el reino.

El príncipe de hielo golpea fuertemente a uno de los demonios, eso le da tiempo para subir a un árbol e intentar darse a la fuga por medio de las ramas pero, rápidamente otro demonio lo derriba y cuando se pone de pie alguien lo llama a sus espaldas. André se gira, listo para atacar a quien sea que lo ha llamado, pero la sonrisa triunfante de Spector lo detiene y cuando menos se lo espera, algo se proyecta en su cabeza, es un golpe tan fuerte que no vuelve a despertar.