Cómo Entrenar A Tu Dragón (Una historia distinta)

Capítulo 77

/Narra Hipo/
  Supe inmediatamente que esa ruda pero sensible chica rubia estaba nerviosa y algo asustada por la situación. Yo parecía confiado pero en realidad estaba muy ansioso por lo que podía suceder. Quería decirle todo lo que guarde por dentro por tanto tiempo.

  Ví sus claros y profundos ojos azules, podía oler el fresco y rico aroma de su cabello. La miraba fijamente y memoriza a cada detalle de su bello rostro. Antes de que pudiera hablar tapé sus labios con uno de mis dedos y sentí lo suaves que eran. Tomé sus manos y sentí que ni las más majestuosas nubes que he llevado años atravesando y tocando eran capaces de asimilar lo blandas y cálidas que eran.

  Junté valor desde donde no tenía. Enfrenté a un gigantesco dragón, combatí contra criaturas malignas, derroté a miles de cazadores, sobreviví ante Viggo Grimborn y su hermano Ryker Grimborn. Pasé y sobreviví a todo eso y más pero no podía hablar con la chica que hacía que los latidos de mi corazón se aceleraran. Trataba de estar tranquilo por fuera, aunque por dentro moría de vergüenza y estaba completamente desesperado por decir algo.

  Lo único que podía hacer era acercarme a ella hasta que nuestras respiraciones chocaban entre sí. Sus labios estaban a centímetros de los míos.

Hipo: No tengas miedo. Solo quiero hablar un poco.

  Me aleje mientras que en mi mente me repetía la misma pregunta "¿Por qué hice eso?". Respiraba profundamente pero ni aún así lograba calmarme. Me acerqué nuevamente a su rostro y noté que se volvía un poco rojiza. Sentí mis mejillas arder con fervor y la ansiedad en toda mi mente. Quería desmayarme pero también quería actuar para no permitir que el tiempo que pase lejos de ella aumentara. Perdí incontables oportunidades para decirle lo que sentía y aún así no me atrevía, apesar de haber cambiado completamente, a decirle mis más oscuros y profundos sentimientos.

  Pensé en ella tanto tiempo que desde que salí de allí y apesar de todas las chicas que conocí, ella siempre estaba en mi mente.

Hipo: Tranquila... empecemos otra vez - Traté de calmarla y conversar con ella para que finalmente todo quedara claro - Quiero hablar de algo desde hace mucho tiempo, por favor siéntate.

  Nos sentamos y comenzamos a hablar para relajarnos de lo tensa que era la situación.

/Narra Astrid/
  Luego de que ese pez parlanchín me hiciera todo eso, me sentía cansada, nerviosa y mi corazón iba a mil por hora. Tenía tantas ganas de abusar de el en más de una forma. Sentía mucho calor y nervios. Estaba a nada de decirle lo que empezé a desarrollar por él gracias a toda la ayuda que nos brindó, lo que me contaba su padre y todo lo que he pasado con él. Me enamoré de sus rostro, de sus acciones y de su forma de ser. Comenzó a volverme loca y no me enteré hasta que fue demasiado tarde. Me volvía loca, aunque tengo que admitir que desde pequeño fui un poco cruel con él. Algo dentro de mí se sintió cómoda con ese debilucho que no podía hacer nada, ahora me sentía totalmente indefensa ante sus actuar o su presencia.

  Nos sentamos para conversar y calmar toda aquella tensión que se acumuló entre nosotros. No entendía porque pero no podía dejar que mi cabeza ordenara mis ideas y cuando ya estaba por caer rendida al suelo inconsciente de tanto rubor, algo me impulso a algo que jamás creí que haría.

  Era como si mi cabeza dejará de funcionar completamente y solo actuara mi corazón. Me impulse y antes de decirme algo que iba a decir seriamente, lo bese en los labios. Me aleje y le dí un golpe en el hombro con mucha fuerza. Se quejó del dolor mientras que yo, lentamente, recobraba la cordura y me arrepentía de mí acción. Traté de estar tranquila y solo pude pronunciar unas palabras.

Astrid: Eso es por irte de Berk sin avisar.

  Me aleje de allí, cuando llegue a mi respectivo cuarto, me acosté en mi cama, tapé mi cara con la almuada y grité con todas mis fuerzas por la vergüenza y el enorme arrepentimiento que sentía.