Capítulo 25

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/Narra el autor/
  El chico agarró las hojas y al ver a aquél jóven quedó impactado.

Estoico: Eran muy buenos amigos. De hecho, fue el primer y único amigo que tuviste en ese entonces. Jamás te abandonó, hasta que tuvo que irse. Sus padres siempre lo entrenaban para algo secreto.

  En ese entonces, Hipo entendió porque le dolía tanto su muerte. Él sabía muy en el fondo, que aquel día vio morir a su primer amigo humano.

Hipo: Manthos - Dijo con lágrimas mientras que todos lo observaban - Su nombre era Manthos. Él era quien les conté. El chico que murió protegiendo los dragones.

  Hipo cerró sus puños apunto de explotar de cólera cuando escucho nuevamente su voz.

Manthos: Prométeme que jamás lo usarás cuando sientas irá o rencor.

  El Castaño volvió a escuchar la voz de su amigo y aflojó su puño. Fue como si un golpe lo hubiera ablandado.

Hipo: Ne-necesito tiempo - El joven se levantó y se fue del gran salón mientras que todos los demás veían con enojo a aquellos quienes ocasionaron problemas.

Estoico: Escuchenme bien. Acá podemos marginar, lastimar y torturar a los nuestros. Pero jamás ofendemos a los muertos.

Vikingo 1: Pero nosotros nos referiamos al jinete, no al muerto.

Estoico: No me importa. Piensen antes de hablar ¡¡Todos vayan a sus asientos!! Yo me encargaré de esto.

  El jefe se fue a su casa y en ese viejo cuarto encontró al joven. Su ira era notable al igual que su tristeza. El padre solamente acarició a su hijo y lo abrazó hasta dejar de escuchar su llanto.

Hipo: ¿Por qué no me lo dijiste antes?

Estoico: Cuando supe que te habías olvidado por completo de él. Pensé que lo mejor sería no decirte nada. Al ver los cuerpos de sus padres creí que él también había muerto en el mar.

Hipo: ¿Me afecta tanto su muerte por qué sabía dentro mío que era un amigo?

Estoico: No sé. Solo sé que no te reconocía tampoco. De haber sido así, algunas cosas no habrían terminado así.

  Al día siguiente, todos en Berk actuaban con normalidad. Hipo seguía desorientado por tanta información. Sin embargo hizo lo que pudo para ayudar a su padre y a su aldea.

  Recordó que en uno de los cuartos había encontrado las obras y lo guardo en su viejo chaleco. El caminar se le dificultaba un poco por la bota pero igual trató de hacer algunos trabajos para fingir su bien estar.

  Luego de unos días, se despidió de su padre y de su pueblo natal. Tomo sus cosas y se fue en el mismo barco en el que llegó.

Patán: Linda nave *Sarcástico* ¿Lo piloteaste solo?

Hipo: Si. Además, no es mía. Se lo robe a alguien.

Estoico: Te buscaré por todo el mundo si es necesario, hijo.

Hipo: Estaré bien. Te prometo que esto terminará algún día y volveré a casa.

Estoico: Berk siempre te estará esperando.

Hipo: Gracias pá.

  Sin perder mucho tiempo, Hipo soltó las amarras y emprendió su viaje. Navegó como pudo hasta alejarse mucho de Berk, cuando notó que estaba lo suficientemente lejos, tomo sus cosas, liberó sus alas y hundió el barco.

  Voló casi sin descanso hasta que llegó donde se suponía que debía estar la isla. Una enorme tormenta le impedía el paso, siendo que el principal problema antes era la niebla.

  Cómo pudo cruzó la tormenta y notó que está rodeaba la isla, dentro de ella el lugar estaba perfectamente bien, los rayos de sol llegaban tranquilamente e iluminaban todo.

  Al aterrizar, el joven se encontró con su dragón y lo acarició.

Hipo: ¿Que tal chico?

Chimuelo: Ggggggg

Hipo: Veo que te fue bien ¿Cómo hiciste esto?

  Unos Skrills atraían las tormentas mientras que unos dragones Relámpagos alteraban las aguas junto a los Escaldarones.

Hipo: Veo que te divertiste. Yo también, pero tengo algo de qué hablar contigo.

Cómo Entrenar A Tu Dragón (Una historia distinta)Where stories live. Discover now