Capítulo 167: Invitado

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Advertencia: Violencia, brutalidad.



El cielo estaba oscuro y sin estrellas. Liu'er resoplaba blancas bocanadas de aire; ya no podía distinguir si estaba vivo o muerto. Se encontraba colgado, ligero como una pluma, como un trozo de algodón en el viento.

Jida no podía hacer funcionar la ballesta montada. Apartó a los subordinados de su lado para verificar y continuó preguntando al respecto en idioma de Biansha. Como no estaban familiarizados con un armamento tan pesado, los subordinados llamaron a algunos bandidos para que echaran un vistazo. Jida desenroscó su cantimplora para beber agua mientras esperaba con el torso desnudo en la fría noche.

Ante el temor de verse implicado y enfrentarse al mismo resultado que Liu'er, el antiguo subordinado se quedó tumbado en el suelo, sin atreverse a mover ni un centímetro. Miró el barro pisoteado del suelo y vio los sutiles temblores que lo recorrían. Pensando que era causado por su propia respiración acelerada, utilizó ambas manos para cubrirse la boca y la nariz, pero esos temblores no se detuvieron; sino que se hicieron aún más pronunciados.

Jida fue el primero en percibir que algo andaba mal. Dejó de beber y escuchó con atención por un momento. De repente, tiró su cantimplora al suelo y gritó: "¡La Caballería blindada está aquí—!"

Pero era demasiado tarde, la Caballería Blindada de Libei que había estado avanzando durante la mitad de la noche en la oscuridad, era como un tigre feroz que se abalanzaba con tanta fuerza que el vagón junto a Jida se volcó con un fuerte estrépito. Los caballos sobresaltados, relincharon cuando fueron arrastrados al suelo por el vagón que pesaba hasta cien jin. La ballesta montada hizo salpicar el barro, y los vagones junto al antiguo subordinado también se desplazaron con él. Varios de los vagones de suministros chocaron entre sí sin previo aviso, y en ese momento, estalló el caos cuando hombres y caballos cayeron al suelo.

Jida se retiró rápidamente y mantuvo la calma mientras gritaba. "¡Monten sus caballos!"

Los corceles de batalla de la Caballería Blindada de Libei vestían una armadura completa, y el sonido de sus cascos al acercarse sonaba como un trueno apagado al oído. La Caballería Blindada fuertemente armada no temía a las cimitarras. Eran como un muro oscuro que cortaba directamente y rompía la formación del escuadrón de transporte de Biansha. Los corceles de batalla, ataviados con armaduras de hierro cubiertos con largas y gruesas púas en el pecho, eran imparables cuando cabalgaban en línea recta. Incapaces de correr lo suficientemente rápido, la Caballería de Biansha fue arrojada al suelo y sucesivamente pisoteada hasta convertirse en una pulpa ensangrentada antes de que pudieran volver a levantarse.

El comandante de la brigada con casco hizo un gesto con la mano a Fei Sheng, que estaba al lado. Fei Sheng, con armadura ligera(1) sobre su caballo, dio la vuelta a su posición y bajó su espada larga(2) junto con el comandante de la brigada, y en un movimiento coordinado, atacaron a Jida para flanquearlo en un ataque de pinza. Jida montó en su caballo, como si no hubiera sentido que Fei Sheng se acercaba. Se inclinó, y el caballo bajo su entrepierna echó a correr como el temible viento. Jida miró fijamente al comandante de la brigada mientras sus caballos se cruzaban en un abrir y cerrar de ojos. El comandante de la brigada blandió bruscamente su espada larga, con la intención de cortar la cabeza de Jida, pero su golpe no dio en el blanco, porque Jida parecía haber desaparecido en el aire.

En el siguiente instante, un arma contundente se estrelló con fuerza en la parte posterior de la cabeza del comandante de la brigada. La fuerza del impacto lo hizo sangrar en el acto por la boca, nariz, y lo ensordeció. Aquella armadura de hierro casi sellada y hermética podía resistir los golpes de todas las armas afiladas, pero tenía una debilidad fatal: no podía resistir el impacto de las armas contundentes.

El zorro y el lobo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora