Capítulo 110: Hijo de una concubina

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Lei Jingzhe no se atrevió a ser demasiado complaciente. Incapaz de esquivar a tiempo en su precipitación, sólo pudo blandir su espada para rechazar el golpe. La flecha golpeó la hoja con un fuerte sonido metálico y el impacto adormeció todo el brazo de Lei Jingzhe. Rápida y decisivamente, espoleó su caballo para pasar a Zhou Gui en un intento de llevar a sus hombres a la entrada de la ciudad.

"¡Cierren las puertas rápido—!" Zhou Gui fue derribado y arrojado al suelo. Sin prestar atención a la lamentable visión que presentaba, levantó el dobladillo de su túnica y gritó a los soldados de la ciudad.

Presionando sus hombros contra las puertas, los soldados de la ciudad gritaron al unísono y empujaron las puertas hacia el centro para cerrarlas. Pero el caballo de Lei Jingzhe fue más rápido. Su espada llegó al mismo tiempo que su caballo, cortando a los hombres que empujaban las puertas. Estaba apunto de entrar directamente para apoderarse de Cizhou, pero en ese momento crítico, Lei Jingzhe sintió un escalofrío en la nuca y rápidamente dobló la mitad superior de su cuerpo. Inmediatamente después, el lomo del caballo se hundió cuando un joven de unos dieciséis o diecisiete años se subió a él.

La palma de Ding Tao se abalanzó hacia el cuello de Lei Jingzhe, éste esquivo de lado y lanzó una puñalada al pecho y abdomen de Ding Tao. Aferrándose a la silla de montar, Ding Tao se deslizó hacia abajo para evadir la hoja. Sus piernas tocaron el suelo, y corrió junto al caballo que galopaba enloquecido durante unos instantes antes de alzarse con los brazos y volver a trepar.

"¡Oye!" Ding Tao agarró el brazo de Lei Jingzhe y levantó una mano para arrojar un pincel de tinta a la cara de Lei Jingzhe cuando se giró.

A pesar de todos los planes de Lei Jingzhe, nunca esperó tal movimiento del joven que había acudido al rescate. Ya no podía ver su entorno con la tinta salpicada en sus ojos, pero tenía un agudo sentido del oído. En el momento en que Ding Tao lanzó un ataque furtivo contra él, lo percibió y, en su confrontación, tiró a Ding Tao por el cuello y lo arrojó del caballo.

Ding Tao cayó pesadamente al suelo y sintió una punzada de dolor en la espalda. Gritó por el dolor, pero antes de que terminara de gritar, el casco de un caballo se dirigió hacia él. Ding Tao se apresuró a rodar para esquivar el casco, pero cuando se dio la vuelta, su espalda quedó expuesta sin quererlo justo bajo los ojos de Lei Jingzhe.

¡Es ahora o nunca!

Lei Jingzhe arrojó rápidamente su espada de acero.

Ding Tao quiso esquivarlo, pero un bandido que los había alcanzado por detrás lo agarró por el tobillo. Se vio obligado a caer de bruces en el agua fangosa. Se apoyó en el suelo con ambos brazos, queriendo levantarse, pero fue arrastrado de nuevo hacia abajo. La hoja de acero ya estaba justo detrás de él. Con el rostro completamente manchado de barro sucio, Ding Tao apretó los dientes y enderezó la parte superior de su cuerpo para gritar a los de la ciudad: "¡Abran las puertas del sur! ¡Los refuerzos están aquí!"

Lei Jingzhe maldijo con furia, pero entonces vio que la hoja de acero que había lanzado era interceptada en el aire por una vaina extremadamente estrecha. El impacto de la colisión hizo que su espada saliera disparada hasta clavarse en el suelo en un ángulo oblicuo y permaneció allí.

Ding Tao todavía estaba muy agitado cuando se giró para mirar. El bandido que había estado tirando de su tobillo antes ya estaba muerto, con la cabeza separada del cuerpo. Ding Tao inmediatamente se levantó del suelo, dio varios saltos seguidos, luego asomó la cabeza por detrás de Shen Zechuan y le dijo a Lei Jingzhe: "¡Eres carne muerta!"

El zorro y el lobo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora