XXXVIII

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      -Grandes noticias -anunció Elsie Wood cuando Lynch y Plock entraron en la sala poblada de escritorios. Enfilaron hasta llegar al despacho de Edric, aunque aún no había llegado-. Este caso tiene preferencia en este caso, y creo que hemos avanzado más que nosotros.

-Gracias por recordar lo inútiles que somos, Elsie -repuso Lynch sentándose en el sillón tras el escritorio. Parecía hecho a él.

La forense dejó un par de carpetas en la mesa y empezó a rebuscar entre ellas.

-Como decís, debe de haber un cómplice junto al señor Natoo, y creo que quizá podamos probarlo. Junto al cuerpo de Hide Park, el que llevaba casi un año allí, hemos encontrado una huella parcial.

-¿Dónde?

-En la tablilla que había a sus pies. Estaba en la parte de abajo y al estar aplastada con el suelo medianamente liso, se ha conservado hasta hoy.

Lynch frunció el ceño.

-Eso no quiere decir nada. Quizá alguien la cogiera antes de que ese guarda la encontrara, o que incluso la tocara él. Se cayó dentro de la zanja junto al supuesto violador, el cual, por cierto, sigue desaparecido.

-No creo -repuso Ansel-, cuando levantamos la tablilla cayó tierra de debajo, como si nadie lo hubiera hecho, es imposible que la tocara. Además, si alguien lo hubiera encontrado antes, habría llamado a la policía.

-Hay veces que cuando alguien encuentra un cadáver cierra la boca y lo deja por el miedo a que lo culpen -Lynch se rió entre dientes-. Vaya, eso es la forma literal de "dejarle el muerto al siguiente".

Ansel contuvo la risa ante el humor negro de Lynch al ver la expresión gélida de la forense. Debía de estar harta de esa clase de chistes.

-No tiene ninguna gracia, Lynch -su tono fue cortante-. Si me permitís acabar quizá hagáis algo mas que perder el tiempo.

El teniente asintió sin dejar de lado su sonrisa de siempre. Wood continuó:

-La huella, como decía, es parcial y de momento no ha dado ningún dato en al base de la Scotland Yard.

-O sea que no hay nada nuevo -dijo Lych.

-Te repito que me dejes terminar -buscó otra carpeta y le echó otro vistazo-. El cadáver de Hide Park sí que hemos podido identificarlo: John Dillon, de la vieja Irlanda. Fue partidario del IRA en su momento, aunque le condenaron a veinte años por homicidio en primer grado y cuando salió acabó mendigando hasta hace un año.

-Entonces puede que nadie lo echara de menos y que no habrá denuncia.

-Ante he ido a decírselo a Beatrice, pero no estaba. No he conseguido localizarla.

Ansel prestó atención a esas palabras sintiendo como la pregunta de donde estaría a la joven le atravesaba el pecho. Recordó que Beatrice tenía muy buen aspecto para haberse enfrentada al monstruo de Natoo; él seguramente estaría en el hospital en su lugar. Quizá había vuelto a su casa, donde aún debía de seguir los restos dispersos de la pelea. Plock se dijo que llamaría en cuanto pudiera.

-Pero también hemos encontrado algo sobre Natoo -continuó Wood-. Concretamente, en su sangre, la que derramó esta noche. Por lo visto, Natoo sufre de una anomalía genética. Tiene el gen SCN9A.

-Recuerda quienes somos, Elsie -dijo Lycn-. Explicación para tontos.

Eso consiguió arrancarle una sonrisa a la forense que se desvaneció igual de fugaz.

-Está bien. El SCN9A es común de algunas familias de faquíres y tiene la gran característica es que es un inhibidor del dolor. Quien lo tiene es incapaz de sentir dolor, por lo que algunos de los faquires que lo tienen llegan al extremo en sus... supongo que las llaman demostraciones. Y como consecuencia, muchos de ellos mueren por su imprudencia.

<<Se suele encontrar en pequeñas poblaciones en la que se produce un estancamiento sanguíneo, además de que estos sujetos suelen tener muchos hijos ya que eso significa dinero a largo plazo por el espectáculo, lo que favorece a que este gen siga trasmitiéndose. Es una anomalía muy curiosa. Muchos mueren al clavarse algo , partirse huesos o hemorragias internas no notar el dolor. Y de pequeños suelen cortarse los labios los labios al no sentir que los están mordiendo.

Dicho esto, sacó una fotografía que le tendió a Plock. En la imagen aparecía un hombre flaco como una raspa de pescado y con ojos saltones. Extendía hacia la cámara sus finos brazo, mostrando seis varillas de metal que se hincaban sin piedad en su piel para salir por el otro lado.

Plock resistió las ganas de apartarla, pero se fijó en el rostro del hombre. Su labio estaba abierto en varios lados con cortes aún rojos y otros recubiertos con una costra amarillenta, como si no hubieran cicatrizado correctamente. Los ojos miraban a cámara como si fuera lo mas insignificante que hubiera visto jamás, tranquilo como si estuviera relajado en su casa. Si conociera el dolor, pensó Ansel pasando la imagen a Lynch, su mirada cambiaría.

-Vaya tipo -exclamó el teniente, dejándola en la mesa con una mueca de espanto y asco-. Podrías haber avisado que era tan asqueroso.

-Y con esta imagen se acaba la gran explicación de vuestra forense favorita -añadió Wood encaminándose hacia la puerta.

Plock no se quitaba la imagen de aquel faquir de la mente y se dijo a sí mismo que no le gustaría encontrarse cara a cara con aquel monstruo. Seguro que le partiría el cuello antes de darse cuenta.


      -Gracias, cielo, eres la mejor -dijo Lynch, sonriendo desde su sillón-. Estoy deseando de morirme por pasar a verte.

Huesos para Adhira Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang