XLV (primera parte)

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Sintió que flotaba, aunque notaba gravilla y cristales bajo su nuca. No era dolor, sino un vacío por todo su cuerpo. Se sintió extrañamente pesado, con ganas de dormir. Oyó, en su nube, que alguien se alejaba.

Reaccionó unos segundos después. Trató de levantarse con un tambaleo y unas punzadas de dolor se clavaron por toda su espalda. Cientos cristales se despegaron de él. Se encontró en un callejón entre dos filas de casas que se daban la espalda. La ventana por la que había salido estaba a la altura del suelo. Cuando levantó la mirada, vio como Natoo giraba la esquina para escapar.

Comenzó a correr llevándose la mano al bolsillo. Sacó la radio.

-Natoo se escapa. Va por detrás de la casa.

La única respuesta fue la estática vacía.

Salió del callejón y miro a ambos lados de la cuesta. En la acera de enfrente estaba la furgoneta de Jenkins, totalmente vacía. Tampoco había ningún agente alrededor. Edric habló de nuevo a la radio con el mismo resultado hueco. Debían de haber entrada en la casa cuando escucharon el disparo.

Edric estuvo a punto de correr con ellos, pero salió pitando cuesta abajo.

La calle en la que desembocaba era el centro mismo del mercadillo, a esas horas, a rebosar. Dumm se abrió paso entre la espesa marea humana y se sintió agobiado. Ruido, calor, empujones a cada paso. Levantó el cuello para buscar a Natoo entre la gente, pero nada.

-¡Policía! -levantón su placa y automáticamente se abrió un pequeño pasillo.

Todos le miraba y Edric observó que alguno comerciantes se ponían nerviosos, Pero ese no era asunto suyo. Enfiló por otra cuesta por donde la multitud discurría con calma entre dos puestos de hierbas aromáticas y otro de sábanas.

Se abrochó la correa de la funda sin dejar de correr, pero recordó que había perdido su arma. Daba igual, no podría utilizarla en un lugar así. Al bajar la pendiente, el mercadillo se bifurcaba por dos calles. Una conducía a la línea difusa que separa el Southall de Greenford. Esa calle estaba abarrotada, pero el público fluía tranquilo. Si aquel gigante hubiera seguido por ahí, debía de haber dejado un rastro de malas caras.

Edric se giró hacia la otra calle, menos discurrida y entre dos pequeños bloques de pisos. Los puestos y turistas allí se encontraba mas dispersos uno s de otros y no tardó en toparse con el final de mercadillo, en una plaza de cemento abandonada sin mas decorado que un par de contenedores. Solo había una farola encendida en la plaza, que parecía un tragaluces entre las casas. La sensación de estar siendo observado aumentó.

Al levantar a mirada, se encontró con varias ventanas ocupadas por rostros en sombas que no le quitaban ojos. Edric no dudó que entre ellos habría añguna simpatçia de Natoo.

Un murmullo llegó de su lado y se giró. Entonces lo vio.

Tras la plaza había un callejón arreglado y limpio, donde unas sillas de madera formaban la pequeña terraza de un restaurante. Varios turistas se habían sentado allí, degustando su cena con total tranquilidad.

Pero mas allá, al refugio de un portal, Edric vio una gran figura que le daba la espalda.

Echó a correr hacia él. Saltó un par de sillas y llegó hasta el portal, y con todas sus fuerzas se lanzó sobre él. El hombre, sorprendido por el ataque, chocó de bruces contra el portal. Cayeron de espaldas y Edric se levantó rápido, dispuesto a todo. Pero la única respuesta del hombre fue retorcerse con un quejido de dolor.

Cuando se giró, el hombre, de unos cuarenta años miró al agente sin comprender nada. Sus ojos vizcos y la gran nariz fue lo que le dijo a Edric que no era Natoo, que había cometido un erros fatal. El hombre murmuró algo incomprensible, aferrándose a su nariz sangrante.

Edric negó con la cabeza, y mostró su placa para irse de allí sin que nadie le increpara. En pocos segundos se encontraba de nuevo en el centro del mercadillo.

Igual de perdido, sin ratro de Natoo. Miró en derredor sin saber que buscar. La marea humana le rodeo como si fuera una roca en un río, así de insignificante. Si hubieran esperado un día mas...

La última luz del día se perdía en el horizonte, así como sus esperanzas de atrapar a Natoo.

Huesos para Adhira Where stories live. Discover now