XXXVIII (Segunda parte)

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-... puerta.

La voz de Beatrice le devolvió a la realidad. Recordó donde estaba, fregando la sangre de un asesino. La joven había dicho algo.

-¿Qué?

Beatrice repitió a un Edric ya consciente:

-Natoo entró por la despensa. Elsie y yo hemos puesto una plancha, pero hay que instalar una puerta.

Edric asintió. Llamaría después para que alguien fuera a arreglarlo. Y pediría protección para la joven.

-Beatrice -saludó Edric-. ¿Cómo te encuentras?

No respondió, sino que se dirigió a la salita en la que se encontraban las vitrinas. Alargó a mano hasta una mesita y sacó un pequeño bote de un cajón. Se restregó una sustancia por la cara antes de contestar.

-Bien.

Edric dejó la fregona tras dar la primera pasada. Había dejado unas líneas de sangre que formaban como una espiral que le puso la piel de gallina. Miró

-Estaba limpiando un poco esto -explicó, intentando mantener una conversación-. ¿Has encontrad algo en el archivo?

-No, de todos modos era una pérdida de tiempo. Elsie encontró que el ADN estaba en la base de datos. Un vagabundo, nadie había denunciado la desaparición.

-¿Entonces vienes de la comisaría?
- No -repuso con el mismo tono gélido, parecido al odio.

-¿Entonces de dónde?

-De seguir un presentimiento. Nada importante, de momento.

Beatrice pasó por su lado y fue a la cocina. Edric la siguió, pensando en que el brillo que tenía poco antes de comenzar el caso había desaparecido por una sombra de impotencia. Edric también se sentía así. Seguramente era el caso de todos, agotados de un caso que no parecía tener un fin claro.

-¿Qué vas a hacer después?

Edric negó con la cabeza.

-He venido aquí sin pensarlo, no sabía que hacer.

Beatrice volvió hacia el pasillo mientras Edric la seguía. Ella parecía mucho mas llena de energía, lista para cualquier cosa, mientras él se sentía deshaciéndose.

-Creo que...

El chirrido del teléfono le cortó las palabras. Notó la mirada de Beatrice mientras él cogía el auricular y se lo llevaba al oído. La voz habló con un tono satisfecho, pero Edric sentía autentica euforia cuando lo entendió. Colgó el teléfono y se giró hacia Beatrice con una sonrisa.

-Tenemos algo, hay que volver. Ya nos están esperando en la comisaría. Esto va a acabar hoy mismo.

Sin decir nada mas, ambos fueron al recibidor para salir. Sus pasos se habían reanimado, como con mas vida.

Antes de cerrar la puerta, Edric se fijó en el charquero que se había formado junto a la fregona. Un pequeño charco de sangre aguada en el que las astillas habían comenzado a flotar.

Huesos para Adhira Where stories live. Discover now