XV

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El café empezó a resbalar sobre el vaso de cartón mientras la máquina emitía un zumbido que daba una idea de cuanto tiempo llevaba ahí. Olivia Wolf se restregó las manos por los ojos para intentar escapar del sueño, pero acabó cogiendo el licor negro y tomó una taza de un trago. Mientras se iba de la sala, suspiró de cansancio. Llevaba mas de un día trabajando sin parar en el museo por la estúpida exposición, como casi todos lo que también participaban. El único que se iba a casa a su hora era el imbécil de Blaine Poleman, el jefe del proyecto.


Olivia decidió no atravesar la Sala Babilonia, una parte de la nueva exposición, pues sabía que estaría completamente en obras y con todo tirado por ahí; y eso era algo que la desanimaría aún mas. Subió por unas escaleras hasta el tercer piso y lo acompañó con otro trago de café, pero seguía sin poder despejarse.


Esto ya es demasiado, se dijo así misma. En cuanto preparara la prueba de la polimerasa para la lectura del ADN, se iría a casa un buen rato.


Mientras se encaminaba hacia su laboratorio, pasó por su mente la pregunta de quien habría cerca para sustituirla. Poleman no iba a ser, parecía estar ocupado con las inscripciones y los párrafos que servirían para ilustrar algunas salas; ese era no era el trabajo preferido para un conservador normal, pero para él parecía perfecto. La doctora Lemery, que había ayudado a Olivia con su tesina, estaba trabajando en la reconstrucción de los nichos taxtaltecas y segurmanete no le haría mucha gracia tener que ayudarla con momias egipcias. Ambas solían discutir sobre cual de las dos culturas había sido la primera en momificar a sus difuntos.


Cuando estaba a punto de entrar en el laboratorio, se paró en seco. El cartel e la entrada rezaba: Laboratorio de antropología forense II. La puerta estaba ligeramente entornada, y ella siempre se cercionaba de que la puerta estuviese cerrada cuando salía, por muy corta que fuera su salida. Quizá Ayim hubiera venido antes de tiempo, aunque eso era tremendamente extraño en su ayudante.


Entró en el laboratorio y solo la recibió un silencio sepulcral, apenas interrumpido por el zumbido del aire acondicionado y de algunos aparatos. Exhaló profundamente, hundiendo su pecho en un gesto de cansancio. Pensó que había sido ella la que había dejado la puerta abierta, pero una voz llegó desde el fondo del laboratorio.


-No te acerques demasiado.


Oliva sintió que su corazón daba un vuelco al escuar una voz desconocida en el laboratorio. Miró hacia la persiana de plástico blanco, detrás de ella se dibujaban dos sombras borrosas. Se acercó a una persiana y le dio un tirón.


-¡Quietos! ¿Quienes son?


Los dos hombres levantaron la mirada sin alertarse. El más mayor estaba junto a su escritorio, como si estuviera ojeando con aire despistado sus notas; llevaba una camisa de algodón holgada y el pelo ralo. El otro, mas joven y apuesto, están inclinado sobre la momia de la Tercera Dinastía que descansaba sobre la camilla de aluminio.


Olivia contuvo la respiración al verlo. Si tocaba algo, el daño podría ser irreparable en una pieza así.


-Somos de la policía metropolitana -dijo el mayo-. Soy el teniente Lynch Knowlton, y este mi compañero, Edric Dumm.


Olivia se quedó unos instantes mirándoles sin saber que decir.


-Muy interesante -dijo el tal Edric señalando el pecho de la momia con sus manos finas en guantes de seda-. ¿Es #####?


-Sí, pero no lo toque por favor -repuso la conservadora acercándose. Apartó la mano de Edric procurando que no golpeara nada.


El hombre la miró mientras se metía las manos en los bolsillo.

Huesos para Adhira Donde viven las historias. Descúbrelo ahora