XXIV

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Ansel Plock se sorprendió al ver, qué era verdad, estaba en medio del parque Richmond en plena noche con Beatrice, y un nuevo cuerpo los estaba esperando. La joven Dumm había llamado a casa de Plock antes de que el pudiera echarse a dormir; esta vez había respondido de un modo mas afable. Fuera como fuese, ahora estaba ahí. Intentaba seguir los pasos de Beatrice, ya que parecía tener mucha prisa. Plock lo prefería así, solo esperaba acabar con eso cuanto antes.
   Al llegar al parque, Beatrice había rechazado que un agente les acompañera. Decía que sabría llegar. Plock confiaba en ella, no tenía razones para pensar en lo contrario. Ahora se encontraban en medio del parque, con un camino tan solo iluminado por la luna creciente. El único sonido que se adivinaba era el susurro del viento (que se había levantado ligeramente), a parte de eso tan solo algún insecto picado por la curiosidad de ver a la extravagante pareja.
    Plock buscó un tema para hablar, no soportaba estar en silencio. Sin embargo, ella parecía satisfecha de estar con sus pensamientos.
    —¿Cuando has dado el aviso?
    —Hace una hora. El guarda a encontrado unos huesos.
    —¿Y que tiene que ver con nuestro caso?
    —Sospecho que se trata de la misma mano homicida. Aunque también concuerda con el caso que están llevando el capitán Dumm y Lynch.
    Plock asintió, intentado dar cuerpo a las ideas que sobrevolaban su mente. No tenía ni idea del caso de Edric Dumm, pues había estado trabajado en el suyo desde el principio. Solo sabía que ambos habían empezado casi a la misma hora. Aunque el suyo había empezado como un simple suicidio, pero se estaba complicando por momentos. Se preguntó si el del capitán Dumm seria igual.
    Se desviaron bruscamente hacia la izquierda y llegaron a un puente con las madera astillada y la pinturas ajada y desgastada por el tiempo. Bajo ellos, un pequeño lago artificial aguardaba en silencio. El agua era negra y Plock se preguntó si era un lago o un abismo infinito.
       A lo lejos, se dibujó el haz de una linterna, y poco después aparecieron. De inmediato, Ansel reconoció la figura ancha de espaldas de Lynch Knwolton, que para él era una especie de supervisor. Lynch le había caído bien, sabía tomarse las cosas con humor, pero sin pasarse como un idiota. El que empuñaba la linterna era Stephen , compañero de Plock.
    La sombra de Edric Dumm era mas característica de las demás. No era delgado ni corpulento, estaba en forma, pero no tanto como Plock. Pocos días antes, Ansel había visto sus antebrazos: aunque el capitán estaba tranquilo, sus venas estaban muy marcadas y tenían un aspecto insano y palpitante. Sus ojos grises eran casi invisibles en la penumbra. Sus manos estaban en los bolsillo y tenía la cabeza echada ligeramente hacia atrás, como si pensara detenidamente en algo.
    Sin darse cuenta, Beatrice le había sacado ventaja. Plock apretó el ritmo para alcanzarla. En un momento, todos estaban en medio del viejo puente. Lynch saludó a Plock, para su alivio no parecía descontento con que él estuviera aquí. Lynch le indicó que le siguiera con Stephen
    Los hermanos Dumm empezaron a hablar juntos. Mientras tanto Stephen llamó la atención de Ansel.
    —Te va a aquear lo que vas a ver —advirtió—. Sobre todo el olor. Joder, tío, yo casi hecho la cena.
    —Creo que lo podré soportarlo. Ya he visto dos cuerpos en dos días.
    —Ya, pero esto es peor. Hay muchos huesos. Quizá es un montón de gente.
    —No exageres, Stephen —replicó Lynch, apoyándose en la barandilla del puente—. Ya has escuchado a Wood, habían huesos de buey.
    —Eso no quiere decir nada. Quizá el resto sean humanos. Joder, el del centro era una persona entera, quien te dice que el resto estaba por ahí esparcidas.
    —Haremos una cosa —respuso Lynch, levantándose de la baranda—: si hay solo un cuerpo, me traerás café y bollos durante dos semanas; y si hay mas, bueno, me los traerá Ansel.
    El viejo agente ahogó una risa. Plock también se rió, pero Stephen pareció cabrearse. Lynch había conseguido lo que quería, y eso era enfadarlo. Se lo merecía, era un imbécil de cuidado.
    Edric Dumm los llamó y todos fueron a la fosa.

    Lynch miró a Plock bajo los potentes halógenos que iluminaban el cúmulo de huesos. Su expresión era temáticamente tranquila. Parecía adaptarse a la situación y mantener la compostura. También parecía esta concentrado. Eso le gustaba a Lynch; a pesar de que Ansel llevaba apenas un par de meses en el Cuerpo, estaba seguro de que sería un buen agente.
    Lynch decidió centrar su atención en la conversación que intercambiaban los hermanos Dumm.
    —¿De verdad crees que esto tiene que ver con vuestro caso? —preguntó él.
    —Sí, ambos casos son de la misma mano homicida.Verás, el tipo que ha hecho esto es el mismo que en nuestro caso, o al menos está muy relacionada.
   Una nube de incomprensión e interés se apoderó de los presentes. Los tres la miraron sin decir palabra.
    —¿Como lo sabes? —dijo Lynch, sintiendo crecientes ganas de la respuesta que saldria de los labios de la joven.
    —El nombre de la tablilla —empezó a explicar Beatrice—: Novak Natoo He llamado a los de !a comisaria antes de venir, por si sabían que había encontrado Elsie. Me han dicho lo de la tablilla, y que ya habían buscado el nombre en la base de datos. Por lo visto, Novak Natoo era un famoso faquir. Actuaba en circos y en ferias. Sus actuaciones eran un tanto… bizarras.
    Lynch estrujó en ceño y vio que el resto también lo habían hecho. En otras investigaciones similares, recordaba Lynch, Beatrice también había estado muy adelantado al resto del cuerpo; el único que parecía seguirle el ritmo era su propio hermano. Sin embargo, en ese momento parecí igual de perdido. Ninguno estaba seguro de saber lo que decía la joven, nadie sabía de lo que hablaba. Beatrice sacó un teléfono y se lo tendió a los presentes. Primero Plock y después a Lynch.
    El rostro contraído de un hombre se proyecto en la pantalla. Con una expresión severa miraba la cámara, casi parecía a punto de saltar de la imagen hacia su dimensión. Su tono de piel era oscuro, aunque en ese momento estaba algo blanco, quizá fuera porque sangraba profusamente en un lateral de la cabeza, pero no parecía importarle mucho. Se veían sus hombros desnudos, bajo ellos los trapecios del tal Novak parecían aletas de tiburón. Las venas de su cuello parecían palpitantes.
    Lo que mas asustó a Lynch fue la pared que había tras el hombre. Era una foto policial de archivo (pero de otro país) y en la pared del fondo habían unas inscripciones para medir la altura del detenido. La ancha frente de Novak llegaba hasta los dos metros veintitrés. Era todo un muro humano.
    Lo que también le llamó la atención fueron sus ojos. Unas manchas marrones se hacían paso por lo blanco, junto a unas venas rojas que creaban surcos por toda la superficie. Eran unos ojos aterradores. Negros y hundidos como pozos llenos de odio.
    —Hay poca información sobre él —dijo Beatrice mientras le pasaba el teléfono a Edric; se quedó escrutandolo como su estudiara cada capa de su ser—: fue detenido hace unos años por una agresión a otro faquir callejero, fue en Bristol. El pobre hombre estuvo dos semanas en como. Novak Natoo salió impune de esa. Pero hace unos tres años se le acusó de asesinato en primer grado, pero Nevak escapó y no se ha sabido nada mas desde aquí.
    —No sé como lo pudieron perder de vista —repuso Lynch—. Parece un gigante.
    Edric le devolví el teléfono tras estudiar la imagen.
    —Puede que sea el culpable de esto, no debemos ignorar ninguna posibilidad. Pero no explica la relación con vuestro caso.
    —En realidad sí. Los rastros de sangre que encontramos junto al cadáver de Sieme Voord corresponde a Novak Natoo —Beatrice se giró hacia Plock—. Los resultados del análisis has salido hace una hora.
    Edric se acercó mas a la fosa y miró de reojo a su hermana. Apenas había medio metro de profundidad, pero parecía un abismo. Sin duda, algo en su mirada había cambiado; se había vuelto incluso mas fría y calculadora, pero se atisbaba un trazo de temor.
    —Bien, estáis dentro.

Huesos para Adhira Donde viven las historias. Descúbrelo ahora