Parte 185: Sabiduría

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Tras una batalla en las ruinas de un templo de Shurima, Xerath y Nasus habían quedado sepultados por los escombros de la estructura cuando esta se derrumbó.

Tanto Renekton como los yordles pudieron escapar de ese destino, pero evidentemente no se habían marchado.

"¿Dónde está Xerath?"

"Debe de estar bajo los escombros, tenemos que buscarles"

"Grgrrr... maldito Nasus..."

"Relájate hasta que le encontremos, ¿de acuerdo?"

Mientras tanto bajo los escombros se había creado una pequeña bolsa de aire, un espacio donde permanecía Xerath, su estado de energía le había hecho invulnerable al daño.

"Con suerte ese Nasus se habrá ido...."

"Xe...."

"Escucho sus voces a lo lejos..."

En ese momento vio un brazo entre varios escombros, se trataba del brazo de Nasus.

"Nasus... podría dejarle morir aquí... o asesinarlo de una vez por todas.... nadie lo sabría.... excepto yo...."

¡Es solo un niño!

"Dejarlo morir..."

Sus brazos eran energía pura, por lo que no tendría problemas en atacarlo en esa situación.

El mago se quedó callado por unos segundos y su memoria le devolvió a cuando era un niño, cuando vivía con su madre en Shurima.

"Mamá... hace mucho calor.... ¿por qué tenemos que seguir trabajando?"

"Nuestro emperador reclama esta cosecha para nuestros guardianes" - le decía su madre mientras cargaba más trigo en su espalda

"¿Tanto comen? ¿Qué hay de nosotros?"

A esa temprana edad Xerath era un joven de piel morena y pelo negro.

"¿Y por qué tenemos que hacerle caso? Solo es una persona más...."

"¡Eh! ¡Mocoso!"

Sus palabras fueron interrumpidas por un látigo, que le golpeó la espalda.

"¡Xerath!"

"¡Aaahhhh!"

"¡Por favor no siga!"

La madre soltó el maíz y acudió corriendo a donde estaba su hijo.

"¡Este niño ha osado hablar vulgarmente de nuestro emperador! ¡Hijo de los dioses!" - gritó uno de los soldados

"¡Él no sabía lo que decía! ¡Es solo un niño!"

"La próxima vez que vuelva a contradecir la palabra de Ahtek será ajusticiado"

"Sniff... snif..."

"Xerath... ¿estás bien?"

"Yo... yo..."

El chico se volvió hacia su madre y lloró en sus brazos. Los años pasaron y finalmente él fue uno de los pocos esclavos a los que se le permitió una enseñanza.

"Número diez, responde al ejercicio" - dijo un maestro de enseñanza vestido con túnicas

"Su inventor fue Alowicious Chucat, quien murió trabajando en su construcción"

"Has vuelto ha acertar, Xerath" - dijo una chica sonriendole

"Esto es muy fácil para alguien estudioso como nosotros, Tabia, en cambio seguro que ese príncipe no sabría ni cómo cambiar un doblón"

"No deberías hablar así del Príncipe Azir"

"Shurima no es más que la pálida sombra de lo que era, desde que el se puso al mando"

"Pero al menos es más amable que su padre"

"¿Y qué? Con amabilidad no se construye un imperio"

"Pero... pero eso le hace mejor... le hace humano..."

"Humano... el hijo de los dioses..."

Los años volvieron a pasar y esta vez Xerath había logrado convertirse en el consejero de Azir, quien era el nuevo emperador de Shurima.

"Han pasado ya años y el pueblo ha mejorado..."

"Realmente tenía mis dudas de diño, su majestad"

"Xerath... ¿alguna vez creíste realmente que Shurima brillaría así?"

"Soñado tal vez..."

"Y aun así no he ascendido, ¿qué es lo que debo hacer?" - se preguntaba con preocupación - "¿No soy digno acaso de tal divinidad?"

"Señor Azir, tal vez haya un modo de acelerar el proceso..."

"¿De verdad crees que podrías hacer algo así?"

"Por supuesto, siempre y cuando cumpla lo que prometió"

"Xerath, mi buen amigo... incluso sin ello, algún día tuya sera la libertad... tuya y de los esclavos..."

El emperador se marchó de los aposentos de Xerath, acompañado de dos soldados.

"Sí..." - sonreía el joven - "Mía será la libertad..."

Las Crónicas de VeigarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora