Parte 36: Contaminado

1.1K 89 20
                                    

Hoy era un día tranquilo, pues Veigar se encontraba leyendo su Morellonomicon y Lulu dibuja en la mesa sin molestarle demasiado.

Sin embargo la tranquilidad se disipó tan pronto como alguien llamó a la puerta. Cosa que le disgustó de sobremanera al Maestro del Mal.

"Voy a ver quien es..." - dijo el yordle levantándose

"Quizás sea Tristana o Poppy"

"Espero con toda mi alma que no lo sean..."

Veigar se ajustó el sombrero y comprobó que se veía amenazante, luego abrió la puerta para encontrar allí a un conocido.

"Hola Veigar... tiempo sin verte..."

"Ah, Singed, ¿qué te trae por aquí?"

"Venia a pedirte consejo sobre un tema, si no estás muy ocupado"

"No lo estoy, pasa dentro, vamos al salón"

"Claro..."

Ambos caminaron por el pasillo y llegaron a la habitación principal, donde le saludó alegremente Lulu.

"Hola Singed"

"Hola Lulu, un gusto en verte"

"¿Vienes a trazar planes malvados con Veigar?"

"No exactamente... ahora nos vemos..."

El científico tomó asiento, dejando su tonel y escudo a un lado.

"Bueno, ¿qué es ese consejo que quieres?"

"Me gustaría que quedase entre tu y yo..."

"¿Y eso? Debe de ser algo serio..." - comentó bebiendo algo de zumo

"Quiero que me des un consejo..."

"¿Consejo?"

"Sí, un consejo sobre mujeres..." - admitió el químico

Esto provocó que el yordle escupiera parte de su bebida en la cara de Lulu, quien procedió a limpiarse.

"Eso ha sido asqueroso..."

"Te aguantas... y tu..."

"........"

"¡¿Consejos románticos?! ¡¿Quién te crees que soy?!" - le gritó enfadado

"Bueno... has logrado tener pareja..."

"¡Yo no he logrado...."

"Si, Veigar ha conseguido conquistarme desde que le conocí"

"¡Silencio! ¡Bruja!"

El pobre yordle estaba bastante quemado de su día a día como para soportar estas cosas.

"Entonces, ¿puedes ayudarme?" - preguntó Singed

"N-no, me temo que no puedo..."

"De todos modos, ¿por qué quieres consejos?" - preguntó la yordle sentándose en el sofá a su lado

"Mi cara está quemada... he hecho cosas de las que no estoy muy orgulloso..."

"........."

"Y a esta edad uno se siente solo... no me queda demasiado..." - dijo mientras miraba sus manos vendadas

"Agradezco que me pidas consejo..."

"........."

"Pero no puedo ayudarte..."

"Pensé que si tu, que te ves como un gato atropellado podías encontrar pareja..."

"Ahí te la estás jugando"

"No te preocupes Singed, en el fondo eres como Veigar"

Veigar, que estaba distraído, se quedó mirándola extrañado, pues le pareció interesante lo que decía.

"¿Como Veigar? ¿A qué te refieres?"

"Has hecho cosas malas y algunas elecciones te han dejado marcas..."

"........"

"Pero siempre va a haber alguien que este contigo" - dijo sonriendo y mirando a Veigar

El hechicero se quedó callado por un buen rato, ya que eso en cierto sentido tenía algo de razón.

"Todos estamos contaminados, Singed, no solo tú..."

"Contaminado..."

"La cosa es encontrar a esa persona capaz de salvar algo bueno de ti, encontrarla..."

La sala se quedó en silencio como Lulu miraba sorprendida al maestro del mal y Singed pensaba en sus palabras.

"Gracias, Veigar, pensaré en lo que me has dicho... ahora Zaun me reclama..."

"¿Ya? ¿Tan pronto?"

"Solo me pillabas de paso y pensé que... podría ser inútil..."

"Te acompaño hasta la puerta" - dijo el mago levantándose de su asiento

Ambos dieron recorrido hacia la entrada, se despidieron y Singed siguió andando hasta salir de la zona.

"Mi vida esta muy contaminada... demasiado contaminada..."

"Disculpe..."

"Pero bueno, también me lo he merecido..."

El científico siguió andando, perdido en sus pensamientos, hasta que se topó delante suya a una mujer en la bifurcación del camino que tenia que escoger.

Ella tenía unas extrañas orejas alargadas, vestía poca ropa y no parecía humana, de hecho era algo atractiva.

"Disculpe, ¿tiene un momento?"

"Sí, claro, dígame..."

"Soy nueva por estos sitios ¿sabe por donde se va al Instituto de Guerra?"

"Es por el camino del medio, yo me dirijo a una ciudad cercana" - respondió el químico

"¿Le importa si le acompaño?"

"Claro que no, no tengo problema alguno"

Aunque no se le veía, Singed sonrió por primera vez en mucho tiempo. Al menos aún quedaba gente agradable en este mundo.

Las Crónicas de VeigarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora