Parte 86: Hey, hey, Veigi

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Todo estaba muy calmado en casa de Veigar, él se encontraba con el poro en el salón, a la espera de un amigo que iba a visitarle.

Tras haber tenido un Harrowing totalmente horrible (en más de un sentido) solo quería tomarse el día sin ningún estrés.

"Esto es lo que necesitaba... un buen vaso de zumo y relajarme..."

"......."

"La vida de un Poro tiene que ser tranquila... sin tontas..."

"........"

"Sí... claro..."

El mago se fue quedando dormido poco a poco, hasta que oyó un pequeño ruidito que le despertó.

"Me he quedado dormido..." - dijo mientras abría los ojos

"No pasa nada Veigi, puedes seguir durmiendo"

"Está bien... un momento..."

"¿........?"

Veigar se dio cuenta de que su cabeza, y sombrero, estaban sobre las rodillas de Lulu.

"¡¿Qué crees que estas haciendo?!" - le gritó apartándola

"Solo estoy dejando que descanses Veigi..."

"¡Eso hacía antes de que vinieras! ¡Y no me llames Veigi!"

"Pero tu eres mi Veigi, eres mi niño boni...."

Sus palabras se cortaron con una mirada siniestra por parte de su compañero, quien podría perfectamente asesinarla ahí mismo.

"¿Decías algo, Lulu?"

"Preguntaba... ¿por qué odias que te llame así?"

"Es denigrante, soy el Maestro del Mal, mi nombre da miedo"

"Pero es muy mono..."

"Lulu, no me gusta que me llames así, ¡entiéndelo de una vez!"

"Está bien, te llamaré de otra manera" - le dijo Lulu cruzando los brazos y pensando

"¿Y no puedes decidir tus extravagancias en otra habitación?"

El hechicero por su parte se veía cansado, intentaba relajarse y solo consiguió molestia por parte de la yordle.

"Pues te llamaré.... dulcín...."

"Estás de broma... ¿verdad?"

"Si no te gusta te puedo llamar Vivi"

"Eso ni siquiera tiene sentido o significado" - le dijo enfadado

"Pues.... cari...."

Su boca fue tapada por la enorme mano del brujo, quien le miró fijamente

"Veigar, quiero que me llames Veigar, ¿entendido?"

"Está bien...." - dijo con un tono de decepción

"Lulu, entiéndeme, me pones en evidencia siempre que lo dices"

"No, está bien, Veigar...."

"Dios, hablar contigo es imposible"

"Lo siento, Veigar...." - seguía diciendo desanimada

"¿Seguirás así toda la vida por culpa de un mote?"

"Tal vez, Veigar...."

El maestro del mal se calló por un momento, por un lado era bastante vergonzoso que le llamara así a él, el Maestro del Mal, por otro...

Por otro lado a ella le hacía feliz llamarlo de esa forma... mucho conflicto... y estaba ganando esa parte de él que la mataría si lo escuchaba de nuevo...

"Si te doy cierta flexibilidad... ¿lo harás con menos frecuencia?"

"Si, seguro que si" - dijo mirándole de reojo, esperando su aceptación

"Está bien... puedes llamarme así... solo dos veces... ¡¿entendido?!"

Pero la chica no pareció entenderle bien o simplemente escuchó lo que quería decir.

"¡Veigi!" - gritó mientras le abrazaba

"¡Suéltame! ¡Retiro todo lo dicho!"

En ese mismo momento sonó el timbre de la puerta, siendo que apartó a la chica de él.

"Ya debe de haber llegado"

"¿Esperabas a alguien?"

"Por supuesto... esperaba al mal..."

Aún con la yordle agarrada del brazo, pudo avanzar sin problemas hasta la puerta y abrirla. Delante de él se encontraba Viktor, el Heraldo de las Máquinas.

"Veigar... ¿un mal momento?"

"Muy gracioso, dame una razón para no cerrarte la puerta" - le dijo enfadado

"Porque te traigo el arma definitiva"

"Oh... esa es una muy buena razón..."

El científico se retiró un poco, mostrando una enorme caja que emitía luz roja de su interior

Las Crónicas de VeigarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora