Los compañeros del Anciano Fang se pusieron de pie de forma protectora delante de él, con expresiones frías e inescrutables.
El anciano, todavía apoyado en el brazo de Lin Jingzhe, estaba desconcertado por la repentina vigilancia. Frunció el ceño y miró hacia afuera. En ese momento, una ráfaga de pisadas salió del pasillo que conducía a la sala de estar, y las manos de los cuatro hombres se movieron instantáneamente a sus cinturas.
Afortunadamente, los pasos pertenecían a Gao Sheng.
"¡Jingzhe!" Bajando la voz, informó a Lin Jingzhe de la situación: "Hay un grupo de gente afuera, dicen que son de la Asociación de Reliquias Culturales. Zhou Haitang y nuestros compañeros de clase los están bloqueando... ¡corran!"
Lin Jingzhe frunció el ceño: "¿Por qué debería correr? ¿Qué es lo que está pasando? Respira hondo y explícalo lentamente".
"No, no tenemos tiempo que perder, ¡han traído a varios policías con ellos! Dicen que estás ocultando... ¡De todas formas no recuerdo cómo se llama, que estás ocultando algo!"
La expresión de Lin Jingzhe se oscureció, así que este era el plan de los Jiang.
Como era imposible anular el testamento, simplemente lo pasaron por alto y en su lugar hicieron una cuestión sobre el origen de las antigüedades. La Ley de Protección de Reliquias Culturales de China estipulaba que "Todas las reliquias culturales que permanezcan bajo tierra o en las aguas interiores o en los mares territoriales dentro de los límites de la República Popular China son propiedad del Estado". Si alguien descubría reliquias culturales pero las ocultaba o se negaba a entregarlas, el departamento gubernamental correspondiente tenía derecho a recogerlas por su propia cuenta.
Este plan era bastante astuto. La ley proclamaba que las reliquias culturales podían ser legalmente heredadas, pero su propietario a menudo no tenía nada que confirmar que en efecto se transmitían de generación en generación excepto su palabra.
La colección de antigüedades de Lin Jingzhe fue heredada de su abuelo, esto era completamente legal. Sin embargo, ¿quién podría probar cómo las obtuvo Jiang Jiping en primer lugar? Era bronce, con miles de años de antigüedad; no había muchas reliquias más antiguas que esa. El estado prohibió explícitamente el comercio de ellas. Por lo tanto, no era difícil plantear dudas sobre su procedencia.
Nada de esto ocurrió en la vida anterior de Lin Jingzhe. Los Jiang probablemente sufrieron demasiados reveses y no tuvieron más remedio que recurrir a un movimiento tan arriesgado. Era muy probable que el beneficiario final entre bastidores enturbiara personalmente las aguas para facilitar la pesca.
¿Correr? No correré. Lin Jingzhe se mofó de él por dentro... huir ahora era precisamente lo que esta gente quería.
"Lo siento, son sólo algunas contradicciones privadas", dijo Lin Jingzhe en respuesta a la mirada interrogante del Anciano Fang. Sacó el testamento original y el certificado de propiedad y se los presentó al anciano, explicando brevemente la situación. Sonrió rápidamente ante su repentina expresión de angustia: "De todas formas, puedes estar seguro de que no te he engañado".
Pasó educadamente entre los hombres altos y le indicó a Gao Sheng con sus ojos que se abriera paso.
Gao Sheng comenzó ansiosamente: "Jingzhe-"
Lin Jingzhe le dio una palmada tranquilizadora en el hombro al pasar, pero lo ignoró por lo demás. Al mismo tiempo, sus ojos pasaron casualmente por encima de los cuatro compañeros del Anciano Fang. Parecía que realmente eran guardaespaldas.
Lo vio claramente, hace un momento, instintivamente alcanzaron sus armas.
¿El personal experto del Museo Nacional disfrutaba de un nivel tan alto de protección en esta época? Pero con ellos aquí, la llamada Asociación de Reliquias Culturales no podría retirar las antigüedades por la fuerza.
Las siete u ocho personas de la Asociación de Reliquias Culturales discutían con Zhou Haitang y varios otros miembros de la Clase 5. Lin Jingzhe entró en la sala justo a tiempo para escuchar a uno de los hombres amenazando en voz alta: "¡¿No entienden que estamos aquí para investigar un caso oficial?! ¡Si se atreven a impedirnos que cumplamos con nuestro deber de nuevo, haré que los arresten a todos y los acusen de delito por ocultar reliquias culturales también!"
"Eres bastante ruidoso", dijo Lin Jingzhe, con los labios enroscados en una leve sonrisa. Su voz no era fuerte, pero consiguió el mismo resultado que verter un cuenco de agua helada: todos se callaron e inconscientemente se volvieron para mirarle.
Caminó hacia los invitados no invitados con pasos lentos y deliberados. Su mirada sin emoción se clavó en los ojos de su líder hasta que el hombre de mediana edad no pudo soportarlo más y miró hacia otro lado.
Las comisuras de la boca de Lin Jingzhe se movieron. Preguntó: "La Asociación de Reliquias Culturales, ¿dices? ¿Me atrevo a preguntar quién eres?"
Uno de los otros hombres respondió: "¡Sea más cortés, por favor! ¡Este es nuestro Vicepresidente Zhou!"
"Vice-Presidente Zhou," Lin Jingzhe enunciaba y asentía con la cabeza, todavía parece completamente imperturbable: "Irrumpieron en mi casa con esta audacia, asumo que tienen una orden de registro".
Por alguna razón, el corazón del Vicepresidente Zhou comenzó a palpitar, y el aura intimidante del joven lo hizo retroceder instintivamente un paso. Miró a los policías que trajo, buscando ayuda.
El líder de los policías tosió y dio un paso adelante: "¿Eres Lin Jingzhe?"
"Sí", Lin Jingzhe asintió: "Si no tiene una orden de registro, por favor váyase".
El policía nunca esperó que un estudiante de secundaria ordinario hablara así, e inevitablemente lo hizo enojar. Sus cejas se fruncieron en un ceño feroz: "No intentes hacerte el tonto, Lin Jingzhe. Eres sospechoso de ocultar pruebas criminales e incluso podrías destruirlas si no nos damos prisa. Como tal, es una búsqueda de emergencia, ¡y no necesitamos la orden! Espero que pueda cooperar con nuestra investigación y entregar voluntariamente las reliquias culturales ilegales de origen desconocido... si tenemos que recuperarlas por nosotros mismos, se le acusará de un crimen, no de un delito menor".
Lin Jingzhe no se dejó intimidar. Contestó: "Estas reliquias culturales fueron transmitidas por mi difunto abuelo, observando todas las formalidades. No son de ninguna manera lo que usted llama ilegal. Si quiere acusarme, por favor, presente primero las pruebas".
"¡Exactamente!"
De repente, una voz vieja y profunda apoyó las palabras del joven. Lin Jingzhe se giró y vio al Anciano Fang saliendo del pasillo que llevaba al almacén, con una expresión de enfado en su cara y sus cuatro guardaespaldas.
Se dirigió al frente, tomó el brazo de Lin Jingzhe y colocó al joven detrás de él para protegerlo, castigando al mismo tiempo: "¿Es así como manejas las reliquias culturales en Qunnan? ¡¿Así es como la policía de la ciudad de Liyun maneja un caso?! ¡¿Irrumpiendo en la casa de un ciudadano a plena luz del día, calumniándolo y amenazándolo?! ¡Estás desobedeciendo la ley y desobedeciendo todas las reglas! ¡Abusando de su autoridad!"
Era incluso más imponente que Lin Jinzghe y casi apoplético de furia. Por un momento, nadie se atrevió a enfrentarse a él.
Los policías y los miembros de la Asociación de Reliquias Culturales fueron regañados como niños traviesos. Cuando finalmente volvieron a sus cabales, todos se enfurecieron: "¡Cuidado con lo que dices! Estamos buscando a Lin Jingzhe, la gente que no esté relacionada con el caso debe abandonar la escena inmediatamente!"
"¿No tengo relación con el caso? Estoy directamente relacionado con él". El rostro envejecido del Anciano Fang se enrojeció de ira. Sacó sus credenciales y la golpeó en la mesa de té: "Soy un experto empleado por el Museo Nacional de la ciudad de Yan. El Sr. Lin Jingzhe ya ha donado las reliquias culturales a su nombre a nuestro museo. ¿Quiere investigarlas? ¡Contacte con el Museo Nacional!"
Cruzó los brazos sobre su pecho y miró con rabia, esperando que estos desvergonzados investigadores entendieran quién era y se echó atrás, con la cola en alto.
Sin embargo, las cosas no salieron como él esperaba. El líder de la policía ni siquiera miró el documento, en el momento en que escuchó las palabras "el Museo Nacional", una sonrisa burlona apareció en su rostro.
"No pareces muy bien informado". Después de este críptico comentario, miró por encima del hombro y ordenó fríamente: "¡Basta de tonterías, llévenselo!"
Uno de los policías sacó un par de brillantes esposas de plata y se adelantó, queriendo atrapar a Lin Jingzhe.
El Anciano Fang quedó con la boca abierta por el impacto. Los guardaespaldas se pusieron inmediatamente en fila para bloquear al policía, y los amigos y compañeros de Lin Jingzhe armaron un alboroto, con la intención de protegerlo hasta el final. El líder de los policías palideció de rabia y rugió: "¡Están impidiendo abierta y forzadamente que la policía cumpla con su deber! ¡Son ustedes los que se burlan de la ley!"
De repente, una voz vino de detrás de la puerta abierta: "Pude oír sus gritos desde lejos, Comisionado Adjunto Liu. ¿Qué lo hizo enojar tanto?"
El hombre miró en la dirección de donde venía, su cara furiosa se volvió aún más fea. Sus ojos se oscurecieron: "Comisario Adjunto Deng, ¿por qué está aquí?"
"Recibí un aviso de un transeúnte preocupado, así que vine a echar un vistazo". Un hombre corpulento y de mediana edad entró en la casa. Su cara era amable y tenía rasgos regulares similares a los de Deng Mai. Su piel era igual de morena. Obviamente, él era el refuerzo enviado por Deng Mai pero fingía no saber lo que estaba pasando. Entró en la sala y miró a su alrededor, con la mirada detenida en las esposas. Sin embargo, sólo preguntó con una sonrisa: "¿Piensa usted arrestar a ese joven, Comisario Adjunto Liu? ¿Con qué cargos?"
El Comisionado Adjunto Liu se enderezó a su altura y dijo como si todo fuera completamente normal: "Estoy ayudando a los camaradas de la Asociación de Reliquias Culturales de nivel provincial a investigar un caso de ocultación ilegal de reliquias culturales. El sospechoso se niega a cooperar y no tiene intención de confesar. Este caso es bastante serio, así que lo llevaré a nuestra oficina y continuaré investigando".
"Oh, así que es así. Eres muy trabajador". El padre de Deng Mai asintió con la cabeza, y de repente volvió a fruncir el ceño: "¿Eh? ¿Pero cómo es que no he oído hablar de este caso? Ya que los camaradas de la provincia participaron personalmente en el arresto, ¿fueron ellos los que aprobaron esta investigación? ¿Ha sido informado el municipio?"
El subcomisario Liu respondió con una falsa sonrisa: "Las circunstancias de este caso son especiales".
"Las circunstancias son especiales". El otro hombre encontró un taburete y se sentó. Repitió esta frase unas cuantas veces, asintiendo con la cabeza todo el tiempo. De repente, la sonrisa de su cara desapareció como si nunca hubiera estado allí, y golpeó su puño sobre la mesa, gritando: "¡Comisario adjunto Liu! ¡Usted ignoró completamente el procedimiento! ¡No tiene ningún documento, ninguna prueba, nada en absoluto! ¡Usted irrumpió en la casa de un ciudadano inocente y ordenó arbitrariamente su arresto! ¡¿Es así como manejas los casos?!"
El Comisario Adjunto Liu apretó su mandíbula tan fuerte que las venas de su frente se destacaron: "¿Qué está tratando de decir, Comisionado Adjunto Deng? ¿Está cuestionando las órdenes emitidas por la provincia? Además, no irrumpimos en la casa de un ciudadano inocente, sino en la de un sospechoso criminal que probablemente esconde raras reliquias culturales. ¡No tergiverses los hechos y trata de calumniarme!"
"¿Sospechoso criminal? ¿Tiene alguna prueba de que haya cometido un crimen?"
"Recibimos una pista anónima..."
"¡Información anónima!" El furioso rugido del padre de Deng Mai interrumpió las palabras del Comisionado Adjunto Liu: "¿Dónde está esta pista? ¡Quiero verla también!"
El Comisionado Adjunto Liu no dijo nada, su expresión es asesina. Miró al otro hombre durante un largo momento, luego apretó los dientes y dijo con un movimiento de su mano: "¡Llévate a Lin Jingzhe!"
El padre de Deng Mai no esperaba que se atreviera a violar la disciplina de forma tan descarada y de repente se puso ansioso: "¡No lo permito!"
"¡No necesito su consentimiento!" Desde que la situación se agravó hasta este punto, el Comisario Adjunto Liu no se molestó en mantener la superficial amabilidad entre colegas. Se burló: "Comisario adjunto Deng, este es mi caso, me lo asignó uno de los líderes provinciales. Si tienes una opinión, ve a hablar con él".
Sabía que mientras hubiera hecho lo que le dijeron, estaba obligado a disfrutar de un sinfín de beneficios. En este momento, el puesto de comisionado de la RSP en la ciudad de Liyun estaba vacante, y todos sus colegas estaban compitiendo por él. Sus propias posibilidades eran pequeñas, pero esto podría cambiar con sólo una sentencia de la dirección provincial.
Cuando se convirtiera en el comisionado, sería el superior de Deng. Entonces, no sería él quien tendría que preocuparse por la animosidad entre ellos.
Por lo tanto, no tenía miedo. Los policías que trajo eran todos sus subordinados de confianza, obedientes y confiables. A sus órdenes, rápidamente evitaron al Anciano Fang y se sumergieron en la multitud. Varios de ellos agarraron a Lin Jingzhe y lo sujetaron.
Con esta disparidad de fuerza, la lucha no tenía sentido. Lin Jingzhe obedientemente se dejó esposar. Sacudió las manos tratando de empujar su espalda mientras le daba a su dueño una mirada de advertencia y salió de la casa con calma.
"¡¡¡Te atreves!!!" El Anciano Fang observó la salida de Lin Jingzhe, hirviendo de furia. Su cara estaba completamente roja. Se metió entre los guardaespaldas y se apresuró a entrar en el patio: "¡No puedes llevártelo!"
"¡Apártate del camino!" Lin Jingzhe fue empujado al coche de la policía, que se alejó rápidamente. Como la mitad del asunto ya había terminado, los confidentes de Liu se volvieron más audaces. Uno de ellos extendió la mano, queriendo alejar al viejo.
Sin embargo, antes de que su mano se acercara al Anciano Fang, fue agarrada por una palma de hierro. Un segundo después, la palma apretó su agarre.
"¡Aaaaah!"
Todos los presentes en la escena se sorprendieron ante el inesperado grito. Furioso, el Comisionado Adjunto Liu alcanzó la pistola que llevaba en su cinturón: "¡Realmente te atreves a agredir a un oficial de policía!"
Clic, clic, clic, clic...
Un sonido nítido de cuatro balas deslizándose en las cámaras de las armas fue la única respuesta a sus palabras. El Comisionado Adjunto Liu, que aún no había desactivado el seguro de su arma, se congeló a mitad de camino.
Los cuatro cañones que le apuntaban parecían fosas negras que conducían directamente al abismo.
El sudor de su frente comenzó a fluir como una cascada. ¿Eran estas armas reales?
El padre de Deng Mai estaba igualmente sorprendido. Se puso de pie de un salto pero no se atrevió a actuar precipitadamente.
El Anciano Fang dio unos pasos hacia atrás y se apoyó en la puerta del patio, con la mano en el pecho. Después de un rato, dijo en voz baja: "Dejen sus armas".
En ese momento, la fuerza era lo último que debían usar. Una vez que la escena caía en el caos, cualquier cosa podía suceder, sería fácil para el cerebro detrás de la escena manipular la verdad. Entonces, no importaría lo que dijeran.
Los cuatro hombres estaban bien entrenados. Inmediatamente dejaron sus armas y se pusieron al lado del Anciano Fang, rodeándolo y asegurándose de que nadie tuviera la más mínima oportunidad de hacerle daño.
Sus frías y amenazantes miradas asustaron al Comisionado Adjunto Liu. Sin atreverse a quedarse en el patio delantero, se retiró cautelosamente a la calle, agarrando con fuerza su arma. Luego, bajo la protección de sus subordinados, se subió rápidamente al coche: "¡Regrese inmediatamente al cuartel general de la ciudad de PSB y pida refuerzos!" Él ordenó.
Sintiéndose seguro al fin, dio un largo suspiro de alivio y se limpió el sudor nervioso de su cara. Gritó: "¡Conduce más rápido! ¡No podemos dejar que estos criminales escapen! Este es un caso importante relacionado con las reliquias culturales, tenemos que averiguar cuál es su propósito y si hay alguien detrás de ellos!"
Tenía el presentimiento de que este era un gran caso criminal. Si pudiera resolverlo, definitivamente sería un gran logro para su nombre. Y completaría la tarea que le había encomendado el líder provincial al mismo tiempo, matando dos pájaros de un tiro.
Cuando pensó en su enfrentamiento con la banda de criminales, se enorgulleció de su rapidez de pensamiento y su decisión.
Ese viejo furioso parece ser su líder. Incluso sacó credenciales de aspecto muy auténtico diciendo que es un experto del museo, obviamente, es un estafador muy experimentado.
Pero este viejo estafador nunca debió pensar que la delegación del Museo Nacional, que usó como tapadera, llegó hoy a la ciudad de Liyun. El Secretario del Partido y otros líderes importantes recibieron personalmente a sus miembros, y ahora, están disfrutando de una gran recepción en algún lujoso club.
Vio los árboles de la carretera brillar por la ventana del coche y no pudo evitar empezar a tararear. Pensó: "Puedes hacer un plan muy meticuloso, pero al final, ¡el hombre propone y el cielo dispone!".
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El padre de Deng Mai y sus subordinados fueron dejados atrás en la casa de Lin Jingzhe, ya sea intencionalmente "olvidados" o por accidente. Aún no se habían recuperado del shock causado por el breve enfrentamiento y observaron cada movimiento con vigilancia del Anciano Fang y sus guardaespaldas.
El anciano Fang respiró profundamente y se obligó a calmarse. Ignorando a la gente desconocida, dijo: "Ve a la sala y llama a Cunzhi".
Uno de los guardaespaldas se apresuró a llevar sus órdenes. Cuando el anciano Fang, que le seguía a un ritmo mucho más lento, llegó a la sala de estar, la llamada ya estaba conectada.
La voz calmada pero ligeramente preocupada de su estudiante venía del receptor: "¿Eres tú, Maestro? ¿Has llegado a la ciudad de LiYun a salvo? ¿Algo va mal?"
El Anciano Fang miró al padre de Deng Mai y a su gente, que se cernió cerca de la puerta principal, sin atreverse a entrar en la sala de estar. Se dio la vuelta y dijo, bajando la voz: "Cunzhi, nuestra llegada podría ser filtrada. No tengo pruebas, podría ser sólo una coincidencia, pero... la persona que quería donar las antigüedades se la ha llevado el PSB de Liyun hace un momento. Es probable que esté en peligro".
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El líder municipal, que en ese momento trabajaba duro para entretener a los invitados del Museo Nacional, recibió otra llamada del gobierno provincial y se apresuró a contestar. Cogió el receptor y, satisfecho consigo mismo, informó respetuosamente: "¡Líder, me alegra informarle que su pedido se llevó a cabo con éxito! La delegación del museo está disfrutando de la recepción en este momento... ¡les dimos una cálida bienvenida!"
La respiración al otro lado de la línea se hizo más pesada. Un segundo más tarde, un rugido furioso atravesó el altavoz, casi deteniendo el corazón del líder municipal: "¡¿Calurosa bienvenida?! ¡¡Calurosa bienvenida mi trasero!!"