Lin Jingzhe mantuvo su posición y miró a Xu Liang con condescendencia. Su hermoso rostro y su figura delgada se veían tan respetables como hace un momento, y su uniforme escolar estaba limpio y ordenado, la misma imagen de un estudiante de secundaria tranquilo y frágil.
Sin embargo, cuando Xu Liang vio la sonrisa en su cara, empezó a sudar profusamente. Inconscientemente dio un paso atrás y se tropezó con una silla detrás de él, su gordo cuerpo cayó al suelo con un golpe sordo.
La superficie del estrecho cinturón negro de Lin Jingzhe se empapó gradualmente de sangre. Al no poder respirar, el "Dragón Azul" Zhang luchó cada vez menos, como un pez que muere en la orilla del río.
Esta escena fue demasiado impactante para los presentes, lo suficientemente brutal como para exceder completamente su imaginación. En una ciudad de provincia a principios de los 90, los llamados gángsteres carecían de la mayoría de las cualidades que la gente de su ocupación debería tener. Aunque se pavoneaban por la ciudad llamándose a sí mismos "mafia", lo que hacían no era más que pequeños robos, intimidar a los ciudadanos respetuosos de la ley y cobrar honorarios de protección.
Y ahora, una vida estaba siendo cosechada justo en frente de ellos. Zhang luchó desesperadamente, con el rostro retorcido por una mueca horrible, los ojos saltones, las piernas pataleando, y un fuerte resoplido que salía de su boca abierta...
Sin embargo, lo que los llenó de terror no fue el asfixiante Zhang sino la persona que sostenía el cinturón detrás de él, Lin Jingzhe. Se veía perfectamente tranquilo y sin alterarse, como si no pensara que estaba haciendo algo terrible.
A menudo usaban la frase "matar sin pestañear". Ahora, por primera vez, entendieron lo que realmente significaba.
La gente de ambos lados estaba muerta de miedo. Los hombres del "Dragón Azul" Zhang se pararon a unos metros de distancia, observando, pero ninguno se atrevió a acercarse y detener lo que estaba pasando. Los más cercanos incluso se alejaron, por miedo a ser los siguientes cuando Lin Jingzhe acabara con Zhang.
Zhang desesperadamente arañó el cinturón. Sus uñas arañaron su cuello ensangrentado, pero no pudo sentir el dolor. Había una voz en su corazón, que no quería creer, diciéndole que su vida iba a terminar.
Inesperadamente, los primeros en despertar fueron Zhou Haitang y Gao Sheng. Cuando Xu Liang retrocedió, asustado por Zhang, se quedaron cerca de Lin Jingzhe, listos para defenderlo hasta la muerte. Lo que pasó después, sin embargo, fue exactamente lo contrario de lo que esperaban y, por un momento, sólo pudieron mirar fijamente. Zhou Haitang se movió primero. Cargó hacia adelante como un tigre y... agarró las piernas pateadoras de Zhang.
Lin Jingzhe lo miró, sin expresión: "......"
Por supuesto, Zhou Haitang fue tan estúpido en esta vida como lo fue en la anterior. Se apresuró a ayudar a su amigo sin pensarlo dos veces, sin preocuparse por las consecuencias.
"¡Idiota, deja de empeorar las cosas! ¡Levántate!" Afortunadamente, Gao Sheng era más inteligente. Empujó a Zhou Haitang, quien hizo todo lo posible por sujetar las piernas de Zhang, y luego sujetó sus manos en las muñecas de Lin Jingzhe, tratando de que soltara el cinturón. Se inclinó más cerca y le susurró con voz relajante: "Jingzhe, Jingzhe, vamos, detente. Vámonos a casa, no te molestes con ellos".
Lin Jingzhe no planeaba matar a nadie, sólo era un pequeño juego. El orden público en la ciudad de Liyun era pobre, pero no tanto como para dejar que alguien se saliera con la suya. No había forma de que sacrificara su preciosa segunda oportunidad en la vida por un insignificante gamberro.
Zhang casi dejó de luchar, ya era hora de dejarlo ir. Aflojó su agarre, levantó su pie, y pateó al tan dominante "Dragón Azul" de hace un momento como un perro muerto.
Inesperadamente arrebatado de las fauces de la muerte, Zhang no reaccionó ni por un momento, tirado en el suelo en un aturdimiento. Luego se hiperventiló y se revolvió violentamente en un intento de arrastrarse más lejos de Lin Jingzhe.
Mientras lo hacía, temblando todo el tiempo, miró hacia atrás para observar la reacción de Lin Jingzhe. El adolescente lo miró fijamente, jugando con el cinturón. Su expresión era casi la misma que la de hace un momento cuando intentó estrangularlo hasta la muerte.
Sus oscuros ojos parecían un abismo.
El miedo en el corazón de Zhang alcanzó su punto máximo en el momento en que los vio.
Sus hermanos finalmente encontraron su valor. Se adelantaron y lo rodearon, lo ayudaron a levantarse, y luego retrocedieron cautelosamente. Aunque lógicamente, las probabilidades deberían haber estado a su favor, ninguno de ellos quería provocar a Lin Jingzhe.
Y así, el grupo de gente que se había pavoneado y hecho un escándalo planeó irse en silencio. Sin embargo, antes de que se escabulleran, Lin Jingzhe rompió el silencio: "Esperen".
Su tono era casual, pero todos sentían que sus corazones se les saltaban a la garganta.
Los hombres de Zhang no se atrevieron a moverse; Zhang, acostado de espaldas, miró y se congeló. Bajo sus asustadas miradas, Lin Jingzhe se soltó del agarre de Gao Sheng y se acercó, escudriñando la sangrienta cara de Zhang.
Luego, con una leve sonrisa, puso el cinturón que casi le quita la vida en el hombro de Zhang: "Lo siento, hermano Zhang, resultó que viniste aquí para nada. Toma, te daré este cinturón como regalo para conmemorar nuestro primer encuentro".
Cuando el hombre que llevaba a Zhang a la espalda oyó esto, sus rodillas se doblaron y tropezó, casi cayendo al suelo.
En ese momento, en la percepción de todos, el cinturón manchado de sangre parecía ser una víbora que escupía veneno, pero nadie se atrevió a protestar. Viendo a Zhang cerrar obedientemente su mano sobre él, Lin Jingzhe asintió con satisfacción y dio un paso atrás: "No te despediré".
Cinco segundos después, no quedaba nadie delante de él.
Lin Jingzhe estaba seguro de que no lo denunciarían. Cada uno de ellos probablemente tenía al menos un delito menor en su expediente... ¿Irían a la policía y llorarían por haber sido asaltados por un estudiante de secundaria?
Así que los dejó ir y se dio la vuelta. Su atención se centró en Jiang Run, que de repente se encontró solo.
No hace mucho, Jiang Run siguió con orgullo al "Dragón Azul" Zhang, queriendo darle una lección a Lin Jingzhe. Ahora, con Lin Jingzhe mirándolo de forma significativa, deseaba no haberse ido nunca de casa.
"Pri-Primo..." Temeroso de recibir el mismo trato que Zhang, agarró la mesa para mantenerse erguido y se alejó lentamente.
Lin Jingzhe levantó la barbilla en su dirección. Los gángsteres detrás de Jiang Run, que se suponía que debían obedecer a Xu Liang, pero cuya habilidad para juzgar la situación era bastante astuta, le agarraron de los hombros y le empujaron al suelo.
"Jiang Run". Lin Jingzhe les pidió que sentaran al otro adolescente en una silla. Le apretó la barbilla a Jiang Run entre dos dedos y miró su cara llena de pánico.
Se inclinó y le susurró algo al oído. Su voz era suave, pero sus palabras hicieron que los ojos de Jiang Run se abrieran de par en par: "Vuelve y dile a tus padres que si algo así vuelve a suceder, será mejor que preparen tu ataúd".
Se enderezó y agitó su mano, a la que los gángsteres obedientemente liberaron su control. Jiang Run cayó de la silla con un golpe, lo suficientemente asustado como para casi orinarse. Nunca esperó que Lin Jingzhe adivinara el verdadero instigador de los acontecimientos de hoy.
Desde su infancia, creía que su primo no era más que un tímido e introvertido cobarde. Esta impresión fue ahora completamente revocada.
No se atrevió a decir nada más, sólo se levantó y corrió. Sus piernas eran suaves, y cayó después de unos pasos, pero tenía miedo de detenerse incluso por un momento. Se puso de pie y huyó como si todos los demonios del infierno lo persiguieran.
Casi todo se había solucionado, dejando sólo a Xu Liang y a los subordinados que había traído.
La brillante frente de Xu Liang estaba cubierta de grandes gotas de sudor. Cuando la mirada de Lin Jingzhe se dirigió a él, tragó y luego luchó por poner una sonrisa en su cara: "Hermano... Hermano Lin..."
Llamado así, Lin Jingzhe frunció el ceño pero pronto su frente se alisó. Miró a Xu Liang y le tendió una mano: "¿Cómo es que estás sentado en el suelo, Hermano Xu? Déjame ayudarte a levantarte".
"¡No, está bien!" ¿Dónde tuvo Xu Liang el coraje de tomar una mano aún manchada con la sangre del "Dragón Azul" Zhang? Se dio la vuelta y se puso de pie con dificultad, temblando de grasa. Se limpió el sudor de su cara y rápidamente se enderezó la ropa, y luego se sentó en una silla de plástico. Al tocar una, la agarró, y la empujó celosamente hacia Lin Jingzhe: "Aquí, por favor, siéntese".
"No es necesario. Aún no he terminado de hacer mis deberes". Lin Jingzhe cogió una servilleta de papel de la mesa, la desplegó con calma y deliberadamente, y luego, mirando fijamente a los ojos de Xu Liang, se limpió la sangre de sus manos. Con una cálida sonrisa, dijo: "Hice un gran desastre. Hermano Xu, debes reírte de mí".
Xu Liang se estremeció. Tragó un bocado de saliva y sacudió la cabeza violentamente: "No, no, ¿por qué me reiría?"
"¿Por qué no lo harías?" Lin Jingzhe lo miró con una sonrisa: "¿No era el hermano Zhang gracioso hace un momento?"
Xu Liang se quedó boquiabierto. Unos segundos más tarde, sus manos comenzaron a temblar, y su boca se agrietó con una sonrisa más fea que una mueca: "¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Si! ¡Fue divertido! ¡Tan divertido!"
Lin Jingzhe asintió, tiró la servilleta ensangrentada sobre la mesa y dio una palmadita a Xu Liang en el hombro. El cuerpo del gordo se ablandó y casi cayó al suelo bajo ese ligero toque.
"Ya que nos divertimos, es hora de dispersarnos, ¿no es así?"
Xu Liang asintió con tanta fuerza que su cabeza estaba a punto de caerse: "¡Sí! ¡Vete! ¡Vete!"
Lin Jingzhe parecía satisfecho. Alcanzó una botella de cerveza sin abrir en la mesa: "No esperaba encontrarme hoy con una persona tan importante como el hermano Xu. Por favor, cuida de mí a partir de ahora. Antes de irnos, déjame presentarte mis respetos y ofrecerte un brindis".
Xu Liang casi salta para agarrar la botella. La abrió rápidamente, tomó un trago y sonrió ampliamente: "¿Cómo puede ser esto? No es necesario. ¡Beberé!"
Odiaba no poder volver atrás en el tiempo hasta que conociera a este demonio y se abofeteara a sí mismo. ¿Y si el adolescente se sintió irrespetado por sus acciones de entonces y quiso vengarse?
A pesar de su llanto, Lin Jingzhe no se detuvo. Tomó otra botella, la vació hasta que no quedó ni siquiera espuma, y luego sonrió educadamente: "No, debo hacerlo, o sería demasiado grosero".
"¿Cómo podría dejarte?" El sudor de Xu Liang aumentó. Mientras Lin Jingzhe hablaba, se bebía todas las botellas de la mesa.
Lin Jingzhe no lo avergonzó, sino que simplemente asintió levemente con la cabeza: "¿Entonces me voy?"
Xu Liang lo siguió hasta la puerta del local como un perro ansioso: "Te veré partir, te veré partir".
Los ojos de Lin Jingzhe se deslizaron por el puesto de comida. Cogió una billetera de su mochila, sacó doscientos yuanes y la puso sobre la mesa, diciendo suavemente al dueño, que se encogió bajo la caja registradora asustado: "Siento las molestias. Por favor, tome esto como recompensa por el negocio que ha perdido esta noche".
"¡Cómo me atrevo a dejar que pagues!" La voz de Xu Liang se elevó bruscamente. Agarró el dinero y lo volvió a poner en las manos de Lin Jingzhe y sacó todos los billetes que tenía en los bolsillos, poniéndolos sobre la mesa: "Yo pagaré, yo pagaré, yo te invité a venir, así que por supuesto, yo invito".
La boca de Lin Jingzhe se movió. Mientras miraba a su alrededor, su mirada cayó sobre Gao Sheng y Zhou Haitang y se quedó en ellos por unos segundos. Abruptamente, su cara se hundió: "¿Por qué están parados ahí como tontos?"
Sin prestarle atención a Xu Liang, se dio la vuelta, levantó su mochila para ponerla en su hombro y se marchó.
Gao Sheng y Zhou Haitang se abrieron paso entre la multitud y corrieron tras él.
Viendo las tres espaldas desaparecer en la distancia, Xu Liang finalmente sintió la presión de la montaña levantarse de sus hombros. Se apoyó en la barra, con los labios blancos. No quería volver a ver la amable sonrisa de Lin Jingzhe.
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Jiang Run, asustado, se alejó tambaleándose y huyó. Sin embargo, cuando dobló una segunda esquina y corrió hacia un estrecho callejón, fue bloqueado por un grupo de personas que lo esperaban allí.
El "Dragón Azul" Zhang tuvo la suerte de salirse con la suya, pero aún así no pudo caminar y tuvo que colgarse de la espalda de alguien. Aunque Lin Jingzhe casi lo había matado, no se atrevió a odiarlo. Y así, su resentimiento cayó sobre el principal culpable de los problemas de hoy: Jiang Run.
Jiang Run miraba horrorizado mientras los gángsteres se extendían y lo rodeaban, retrocediendo con sus temblorosos pasos hasta que su espalda chocó contra una pared.
Cerca de la entrada del callejón, alguien oyó la conmoción y se volvió para mirar: "¿Por qué hay tanto ruido allí dentro?"
Su compañero lo empujó apresuradamente hacia adelante: "Venga, vamos. Puede ser una pelea entre pandillas otra vez, no seas demasiado curioso o puedes involucrarte también. La seguridad en nuestro pueblo está cada vez peor últimamente".