Narcotraficante

By YilianRguez

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SEGUNDO LUGAR EN LOS REVER AWARDS 2017 ¿Quién iba a decir que una simple cena cambiaría la vida de Lauren Dal... More

Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8
Capítulo 9.
Capítulo 10
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
¿Preguntas?
Preguntas + Respuestas.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47. (Castiel)
Capítulo 48. (Castiel)
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
¡Grupo oficial!
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62.
Capítulo 63.
Capítulo 64.
Capítulo 65.
Capítulo 66.
Capítulo 67.
Capítulo 68.
Capítulo 69.
Capítulo 70.
Capítulo 71.
¡Un millón!
Capítulo 72.
Capítulo 73.
Capítulo 74.
Capítulo 75.
Capítulo 76.
Capítulo 77.
Capítulo 78.
Capítulo 79.
Capítulo 80.
Capítulo 81
Capítulo 82.
Capítulo 83.
Capítulo 84.
Capítulo 85.
Capítulo 86.
Capítulo 87.
Capítulo 89.
Capítulo 90.
Capítulo 91.
Capítulo 92.
Capítulo 93.
Capítulo 94
¡NOTICIÓN!
Capítulo 95
Capítulo 96
Ayuda
Capítulo 97
Capítulo 98
Capítulo 99
Capítulo 100
Especial #1
Capítulo 101
Lo siento
Capítulo 101 (segunda parte)
Capítulo 102
Capítulo 103
Capítulo 104

Capítulo 88.

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By YilianRguez

Maratón 1/3.

___•___

Aparté mis ojos de los suyos para posarlos en la superficie de la mesa echa de madera oscura, de inmediato volví a mirar fuera de los grandes ventanales de Sweet Lips. Tenía un aspecto penoso, usaba blusa y pantalones holgados, zapatos bajos, sin maquillaje y su cabello se desperdigaba por su frente y en su cara.
Un pinchazo atacó en mis entrañas, formando un nudo en las mismas, me dolía como una estaca en el pecho ver a la que una vez fue como mi hermana, en ese estado. Sentí mis ojos humedecerse en cuestión de segundos, me cuestioné internamente si había luchado lo suficiente por nuestra amistad y si el trato que le daba, era el merecido.

Me cuestioné reiteradas veces si no había exagerado. Tomé una gran bocanada de aire y me levanté de mi silla, Christoph alzó su mirada verdosa hacia mi y frunció el ceño. Quería irme de aquí, no haber venido, sentía que estaba pisando terreno prohibido; pues aunque me había propuesto descubrir si entre él y el ojiazul hubo algo mayor, me sentía incapaz de seguir. Pude haberle preguntado a Castiel y saciar mi curiosidad, mas estaba segura que él jamás respondería. Lo conocía.

-¿Qué sucede?- Cuestionó.

-Tengo que hacer una llamada, ahora vuelvo.- Respondí, sin esperar una sola palabra suya.

Tomé mi bolso y salí de la cafetería, a mi derecha aún estaba Jessica mirando por la ventana, de seguro no me había visto caminar entre las mesas. Avancé hasta quedar a su lado y coloqué una mano en su hombro, de inmediato pegó un respingo; me miró con los ojos desorbitados por el susto y sentí pena.

-¿Qué haces aquí?- Pregunté. Ella volvió su mirada hacia dentro y luego hacia mi.

-Ven.- Dijo, caminando hacia un pequeño callejón sin salida. La seguí sin comprender su actitud tan misteriosa.-No deberías estar con él.

Fruncí el ceño, ¿Acaso Jessica conocía a Christoph?

-¿Por qué?- Cuestioné.

-Lauren, vete de aquí y no vuelvas a tener contacto con ellos dos.

-Jessica, maldición. No entiendo de qué o quienes estás hablando.- Espeté, empezando a perder la paciencia.

Se tomó la cabeza con ambas manos y revolvió aún más su cabello. La antigua Jessica no haría eso jamás en su vida. Se acercó a mi y me tomó por los hombros, sacudiéndome con desesperación. Una punzada de miedo me hizo temblar por unos segundos.

-Lauren, Lauren.- Murmuró.-No tienes ni idea de lo que estará por venir si no dejas de verte con ese hombre, él es muy malo, Lauren. Te va a destruir, quiere acercarse a ti para llegar a él. No lo conoces, Lauren, y no esperes conocerlo.

-¡Dejate de rodeos, Jessica!- Exclamé, sintiendo impotencia de no poder arrancarle las palabras de una vez.-¿Lo conoces? ¿Conoces a Christoph?

Se tomó de nuevo la cabeza con las manos, pero esta vez dejó salir un grito desesperado de su garganta, se dobló por la mitad y cayó al suelo, dejando su espalda contra la pared del callejón y sus rodillas flexionadas tocando su pecho. Quedé aturdida viéndola desde mi posición, empezó a llorar con leves quejidos lastimeros, las lágrimas se amontonaban en sus ojos y caían sin control por sus pálidas -casi grises- mejillas.
Reaccioné segundos después y me puse de cuclillas para quedar a su altura, no sabía que era lo que estaba sucediendo con ella, no sabía qué quería decirme con aquellas palabras.

-La...Lauren.- Sollozó, pronunciando mi nombre en un lamento roto.

La acuné en mis brazos y acaricié su cabeza que reposaba en mi pecho, me dolía verla así, me dolía no tener a mi amiga en brazos sino los pedazos de ella. Porque estaba consciente de que la habían dañado ¿Su novio? tal vez, o no, pues sea lo que sea que le hayan echo, la ha deshecho.

-Jess, necesito que hables conmigo, por favor. Dime qué te han echo, esta no es la chica que conocí en mi adolescencia ¿Qué te hicieron, Jessica?
Dime como puedo ayudarte.

Me apretó fuerte con sus brazos, mas no protesté puesto que ella necesitaba desahogarse de alguna manera. Besé la maraña que era su cabello y pasé una mano de arriba abajo por su espalda, su llanto se fue disipando poco a poco y su cuerpo se sacudía en leves sollozos.

-Me han matado de la peor manera, Lauren. Me han torturado miles de veces, escucho voces en mi cabeza, pero es su voz la que me atormenta cada noche. Ha desaparecido todo lo que alguna vez fui, se aprovechó de mi ingenuidad y me perdió en la oscuridad. Solo te pido, te ruego más que todo, que no me odies, porque lo que ahora soy...lo que ahora soy, Lauren, no es mi culpa. Yo solo quería amor y el me dio dolor, mi error fue confiar, no confíes en ese hombre que está ahí adentro porque destruirás a la persona más importante para ti. Abre los ojos, eres una mujer inteligente, no esperes la guerra para volverte astuta y poderosa, hazlo ya. Acaben con esto, solo quiero paz.

Me abrazó por el cuello y besó mi mejilla.

-Olvídate de ese hombre y sigue con tu vida, Lauren. No se lo menciones a Castiel, porque entonces comenzará una guerra y ninguno de los dos saldrá bien. Te quiero, nunca lo olvides.- Se levantó con rapidez y salió corriendo del callejón. Dejándome aturdida, sorprendida y con dolor. Dolor porque sabía que ella no estaba ni estaría bien.

Me quedé por varios minutos en la misma posición, viendo hacia la salida del estrecho callejón. De algo estaba segura, completamente, Jessica conocía y sabía quien era Christoph; ahora más que nunca, realmente sentía temor. Me había metido en una buena, y todo por querer hacer las cosas del modo más fácil -según yo-, pues soy humana y me equivoqué. Así somos en algún momento, creemos hacer lo correcto y conveniente, pero cuando no resulta ser ninguna de las dos, caemos en cuenta de qué era lo mejor.

Cerré los ojos y de inmediato los abrí, me levanté, miré mi reloj; tenía veinte minutos para aparecer en la mansión. Por más difícil que resultara, cortaría cualquier relación con el hombre de ojos verdes de la cafetería, no sabía que excusa le daría pero me obligaba a mí misma a desaparecerlo de mi vida, borrar de mi mente cualquier charla o risa con él.
Apreté la correa del bolso en mi mano, encajando mis uñas en el material y caminé en dirección a la cafetería. Abrí las puertas de vidrio y caminé entre las mesas, haciendo resonar mis tacones con cada paso que daba. Me detuve frente a él, captando su atención.

-¿Todo bien?- Cuestionó. Se veía tan inocente haciendo esa simple pregunta.

-Lo siento, Christoph, debo irme. Surgió un problema y debo solucionarlo.- Mentí. Frunció el ceño sin dejar de ver mis ojos, me escudriñó el rostro por unos segundos y finalmente vi una despreocupada sonrisa en sus labios.

Aquello solo fue una clara advertencia, con las palabras de Jessica y su extraña calma, no me quedaba duda de lo sospechoso que era. Si en realidad quería conocerme como dijo, se hubiera molestado o planeado otro encuentro, pero con el tono más despreocupado, dijo:

-Está bien, no hay problema. Que te vaya bien, Lauren.

Fingí indiferencia ante sus palabras con una pequeña sonrisa, pues mis entrañas estaban echas un nudo, el objetivo de ir a Edale era descansar de todos los problemas, ahora con mi maldita curiosidad, las palabras de Jessica y lo sospechoso que ahora me parecía Christoph, no hicieron más que incrementar la incertidumbre que me carcomía. Una gran incógnita me persiguió de camino a la mansión del Diablillo: ¿Era Christoph el novio de Jessica?. Pues recuerdo que meses atrás ella lo había mencionado con el nombre de Chris, maldita sea, mi cabeza no dejaba de maquinar hipótesis acerca de la relación entre la rubia y el ojiverde -también rubio-. Maldición, si en realidad Christoph fue el novio de Jessica, quiere decir que ella supo todo este tiempo sobre la verdadera ocupación de Castiel, y verdaderamente es peligroso como ella dijo.

Jessica dijo que él era el causante de su cambio y que se había aprovechado de sus sentimientos, o sea que, Christoph sí era el novio de ella. ¡Maldición! frené de golpe sin ser consciente, varios conductores me gritaron improperios y tocaron la bocina de sus autos. Pero realmente no había prestado mucha atención a ello, pues mi mente ahora parecía querer colapsar y mis ojos se movían inquietos de un lado a otro, queriendo buscar algunos segundos de calma.
Tomé el volante de nuevo entre mis manos y me puse en movimiento, inhalé y exhalé como si estuviera a punto de dar a luz, Christoph estaba detrás de Castiel, él quería su cabeza y yo se la había puesto en bandeja de plata. Pero...en realidad fue Jessica la vía que él usó para llegar a Castiel, encontrándome a mi en el camino e ideando destruirlo por medio de mi. ¡Demonios, demonios! no debí confiar tanto. He guiado la muerte hacia una de las personas más importantes de mi vida, aún siendo El hijo del Diablo, el mafioso más poderoso y peligroso de Londres, temía por él. Cuando creía hacer las cosas bien, solo las empeoraba. Castiel me iba matar cuando se diera cuenta del embrollo en el que nos metí.

¿Yo qué iba a saber que Christoph estaba detrás de la cabeza de Castiel?

«Pero sospechabas que se conocían».

«¡Maldición, maldición!»

-Esto no puede ser cierto.

Me obligué a calmarme, no me había percatado a la velocidad que iba. Tomé mi celular y en un acto imprudente lo desbloqueé para poner música, necesitaba calmarme, algún sonido para distraerme.
"The reason" de Hoobastank, empezó a sonar, sustituyendo el abrumador silencio. Apreté los labios en una fina línea, acababa de darme cuenta que dicté la propia sentencia de muerte de Castiel y esta canción no ayudaba mucho a alejar las ganas de tirarme a llorar sobre la carretera y dejar que un camión me aplastara hasta no quedar nada de mi. Pues la música tiene el poder de influir en nuestro estado de ánimo, de hecho, cualquier cosa puede hacerlo. Aún sin estar tristes, una canción puede estimular el sentimiento, no hace falta un motivo para estarlo, pues nuestra mente es fácil de manejar. Hasta el momento, "The reason" era una de las canciones más conmovedoras y corta venas que haya podido escuchar. Sin nada más que hacer, comienzo a cantar algunos pedazos.

"I'm not a perfect person, i never meant to do those things to you.
And so i have to say before i go, that i just want you to know.

I've found a reason for me
to change who i used to be
a reason to start over new
and The reason is you".

Era una de esas canciones que tenía el poder de hacerte pensar por horas en tus acciones para con los demás, llenarte de mucho remordimiento.
La canción finalizó y pude notar como me iba alejando del centro de la ciudad, no pasó mucho antes de que pudiera visualizar los altos muros con alambres de púa que rodeaban la mansión Johnson. Guardé el auto en el inmenso estacionamiento y con apuro me encaminé hacia la mansión, abrí con la llave que el ojiazul me había dado, cerré y me dirigí a las escaleras con la intención de subir.

-¿Dónde estabas?

Di un respingo y me giré hacia el lugar de donde provino su voz. Castiel estaba de brazos cruzados, con las caderas apoyadas en uno de los sofás y mirándome con el ceño fruncido. Alcé ambas cejas y entre abrí mis labios con la intención de hablar, pero no sabía que decirle. Muchos opinan que es mejor decir la verdad, pero no me veía diciéndole: "Estaba en la cafetería con un chico, su nombre es Christoph ¿Y sabes qué? justo ahora me di cuenta que es el novio de Jessica y que quiere matarte, que loco ¿No?".
Quise golpearme la frente ahí mismo.

-¿Y bien?- Insistió.

Bajé los tres escalones que había subido y caminé con lentitud hacia él, tratando de ganar tiempo e inventar algo creíble, pues Castiel era un hombre al que no se le podía engañar tan facilmente. Tenía algo a mi favor, su confianza, y estaba segura de que no dudaría de mi palabra, lo cual me hizo sentir mal. Me estaba aprovechando de eso, y era mucho peor que una traición, una de las cosas que jamás se logra recuperar del todo, es una confianza destruída.

Rodeé su cuello con mis brazos cuando estuve frente a él, haciendo que descruzara los suyos, inmediatamente abrazó mi cintura con ellos. Nuestros pechos quedaron tan pegados, que no quedó ningún agujero entre los dos.

-Fui a dar una vuelta, extrañaré mucho este lugar.- Mentí, me sorprendió la naturalidad con la que lo dije.

Su mirada se relajó casi al instante y dejó de fruncir el ceño. Me apretó más contra su cuerpo -si eso es posible-, posó sus labios suavemente en mi frente y soltó una pequeña risa.

-Cariño, solo es un fin de semana. No dejaremos la ciudad para siempre.- Agregó.

Sonreí.-Lo sé, pero jamás había ido tan lejos.- Y era cierto, nunca había explorado ningún otro lugar del país. Inglaterra era un país muy grande, tan solo conocía la ciudad.

-Ten por seguro que te llevaré a conocer cada rincón del país y del mundo.- Susurró en mis labios, haciendo que su cálido aliento los acariciara.

Me imaginé a mí misma viajando junto a Castiel por diferentes países, bañándonos en la playa, tomando un delicioso café en Francia. Cielos, de solo imaginarlo se me hinchaba el pecho de emoción.

-Eso me encantaría.- Sonreí, y luego besé sus labios.

Antes de subir las escaleras, el ojiazul me avisa de la presencia de mi padre en mi habitación, ni siquiera me había acordado de mi padre, eso me hacía sentir un poco culpable. Al cruzar el umbral de la puerta, encuentro al pelinegro sentado en el borde del colchón, mirando hacia la cerámica café brillante del suelo; admiro el trabajo de los que se encargan de mantener la mansión así de limpia y ordenada.

-Hola, papá.- Saludo, de inmediato enfoca su mirada en mi.

-Hola, cariño. Vine a despedirme de ti.- Anuncia.-Me harás falta, pequeña.

-Papá, no soy pequeña. Además, no tienes de qué preocuparte, solo será este fin de semana, volveré pronto, lo prometo.- Digo, tomando asiento a su lado y rodeando su costado con mis brazos.

Me gustaba poder tener estos gestos con mi padre, platicarle mis inquietudes, aspiraciones e ideales, pedirle uno que otro consejo. Debo admitir que, era un poco extraño, pues jamás había tenido una relación así con él, me hacía feliz que se preocupara por mi. De mi madre no había tenido ninguna noticia, desde aquel día en el que le confesé que yo era La Diabla, no volvió a llamarme ni siquiera a mandarme un mensaje; mi estado de ánimo se fue en picada por unos días, pero como siempre, Emi era la encargada de alegrarlos, sin dejar a un lado a Castiel. Recordar a Emi me hizo sentir la peor persona del mundo, ¿Hace cuánto no la visitaba? ¿Una semana? ¿Dos?.

-¿De verdad lo prometes?- Cuestiona.

Sonrío con cariño.-Lo prometo, padre.

Suspira y se gira para clavar sus ojos en mi con seriedad.

-Recuerda que...

-Un Dallas jamás rompe una promesa.- Interrumpo, poniendo los ojos en blanco.-Lo sé, papá, soy una Dallas, y lo que prometo lo cumplo. Aquí estaré a más tardar el lunes.

"Un Dallas jamás rompe una promesa", esas habían sido las palabras más serias que en mi adolescencia le escuché a mi padre y, que alguna vez fueron dichas por mi abuelo.
Mi progenitor me había enseñado a jamás prometer en vano, una promesa se basa en compromiso. Eso lo había aprendido; pues para mi una promesa era un juramento poderoso. Besé su mejilla, separándome al instante al recordar que en menos de unos minutos debía irme.

-¡Dios!

-¿Qué?- Cuestionó confuso mi padre.

-¡Ya se hace tarde!- Exclamé.-Papá, ¡Conoceré Edale!

Rió con ganas ante mi exagerada emoción, noté como las arrugas se hacían más visibles en sus ojos con esa acción.

-Lo sé, cariño. Me encantaría tener el honor de ser yo la segunda persona con quien visitas el lugar.

-Lo serás papá, lo serás.

-¿Y yo el tercero, castaña?- Me sobresalté al escuchar una tercera voz. Me giré, y mis ojos brillaron con alegría al verlo.

-¡Mike!- Exclamé, tirándome a sus brazos.

Me tomó de la cintura, y como si fuera peso pluma, me alzó en volandas, ignorando los regaños del viejo Dallas respecto a dejarme caer. Reí con diversión, sintiendo el pecho de mi amigo sacudirse por la misma gratificante acción.

-¿Te ibas a ir sin avisarme, eh? sabes que puedo mandar un sicario a cortarte la cabeza por herir mis sentimientos.- Amenazó en broma.

-No creo que te agrade la idea de Castiel dejándote sin bolas.- Alzó ambas cejas.

-Mucho que le encantaría tocarlas.- Dijo, provocando unas fuertes carcajadas por parte de mi padre, sin poder evitarlo, yo también reí.

Golpeé su pecho con diversión, causando más risas de su parte.

-Yo los dejaré solos, deben despedirse.- Agregó mi padre, pasando a nuestro lado y besando mi cabeza. Miró a Mike y volvió a reír.

-Me agradas, Murray.- Dijo.

El rubio me miró sorprendido, por mi parte solo sonreí. Guié mis ojos de nuevo hacia él; había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvimos juntos. Una oleada de nostalgia me recorrió desde el centro de mi estómago, hasta mis extremidades.
Lo abracé, descansando mi cabeza en su pecho cubierto por una camisa de algodón blanca.

-Te voy a extrañar.- Admití, sintiéndome tonta por querer llorar.

¿Así es esto? supongo que ya me había acostumbrado a la constante compañía de estas personas, pensar en alejarme era un tanto doloroso, sentía que estaba dejando todo atrás; que no los volvería a ver. Era difícil dejar tus raíces, sentía como si estuviera dejando una gran parte de mi alma aquí, pues así es la vida, ¿no?. Debes explorar por ti misma, sin importar lo mucho que duela. El mundo no debe mostrarse ante ti, tú debes mostrarte ante él.

-Solo es un fin de semana, amor.- Susurró.

-Por Dios, todos me dicen lo mismo. ¿Acaso no ven que de solo pensar en no verlos unos días, me hace temer de no verlos jamás?- Dije, con la voz levemente quebrada. Me apretó más con sus brazos.

-Aquí estaremos, te lo prometo, linda.

Prometer.

Tragué fuerte y mantuve la esperanza de que sí. Mi vida no era normal, ya ni recuerdo cuantas veces lo he dicho, ahora todo trata de vivir o morir. O luchas para vivir o te acobardas para morir, así de simple; he elejido luchar, pero la vida es traicionera, ¿Destino?, no. Solo son distintas casualidades que se juntan para serlo.

Temo, claro que lo hago. Temo irme y que ellos ya no existan, sé muy bien que la situación va a empeorar y, que de alguna manera, yo figuro en ello. Christoph será mi tormento en estos días y en los que no le confiese al ojiazul de mi ingenua relación con él. Hasta el más inteligente llega a pecar de ingenuo, yo lo hice, aún habiendo sobrevivido a muchas cosas. Una vez más, desearía que los ojos pudieran hablar, pues tampoco supe descifrar las miradas verdosas de aquel hombre.

-Te quiero.- Dijo, besando mi cabeza.

-Y yo a ti.

(...)

-Disfruta estas vacaciones, pequeña.

Rodé los ojos.

-Gracias, Jay. Y pequeña la tuya.- Rió, besó mi mejila y revolvió mi cabello.

-Deja de hacerle eso, imbécil. No es un perro.- Regañó Castiel.

-Oh, Castiel, aquí el pulgoso eres tú.- Dijo el castaño, tomando las mejillas de castiel y apretujándolas.

Moví la cabeza a ambos lados, presenciando como se daban golpes en juego. Me encantaba esta faceta de él, bromeando con los demás y dejando su frialdad a un lado. Tenía una gran sonrisa surcando su rostro, sus paletos perfectamente alineados y blancos, salieron a relucir, ni hablar de los hoyuelos en sus mejillas. El brillo en sus ojos podía cegar a cualquiera, pues así lo veía yo. ¿Era mi persona la causante de ello?, en parte, tal vez. Y eso me hacía sentir afortunada.

Me recosté en el auto del ojiazul, cruzando los brazos mientras los observaba divertida.

-¡Ustedes, ingratos!- Gritó una voz femenina.

Giré la cabeza hacia la izquierda. Virginia daba fuertes y rápidas pisadas, dirigiéndose hacia nosotros con el ceño fruncido, Callen iba a su siga, con una expresión neutra. ¿Qué tienen estos hombres con la inexpresividad?

-¿Por qué demonios no nos dijeron que se iban, eh?, nos enteramos por medio de tu padre, cuando le preguntamos por ti.- Reprendió.

No me quedó de otra que estar en silencio y avergonzada, bueno, últimamente me había olvidado de todos, hasta de la existencia de Virgi y Callen. El Diablo la miró apenado y acomodó sus prendas desordenadas por el forcejeo con Jay, Callen posó su mano en la cintura de su prometida y rió.

-Virginia, ellos tienen su vida privada. No tienen que informarnos de todo.

Ella lo miró con reprensión, causando más risa de su parte.

-Hace mucho que no nos llaman, al menos nos debían esto.- Pone ambas manos en sus caderas.

-Oh, bueno, lo siento mucho. Mi cabeza está echa un lío.- Me excusé.

-Mhm.- Cerró los ojos y los abrió.-Les perdono esta, pero nada más.

Asentí. Después de despedirnos de los prometidos, de papá, Jay y Mike, el ojiazul y yo entramos a su Range Rover y nos pusimos en marcha. Agité mi mano a través de la ventana y retuve mis lágrimas.

«Solo es un fin de semana». Me repetí, esta vez, yo misma.

Suspiré, recordando las palabras que le dije a Mike antes de salir de la habitación.

"-Algo malo ha sucedido, Mike. He desatado a un demonio de Castiel, y Jessica está siendo consumida por él.

-¿A qué te refieres?

-El lunes quiero verte en la tarde, debemos hablar."

-¿Estás bien?- Giro mi cabeza para mirarlo, sus ojos me ven con preocupación.

-Sí, solo estoy un poco...melancólica. Nada más.

Toma mi mano y la mantiene sobre mi muslo, ambas entrelazadas.

-Todo estará bien.

Eso espero, realmente.

Edale, un pueblo ubicado en el centro de Inglaterra y al norte de Londres. Con un encantador paisaje rural, exactamente en el distrito de Derbyshire Peak. Iré al lugar en el que fue ambientado uno de los mejores libros de Jane Austen, creo que me va a dar taquicardia.

Un pensamiento pasajero me carcome con una gran indecisión, mis manos pican por hacerlo. Quiero hacerlo, diablos, no puedo irme sin antes asegurarme de que está bien.
Con mi mano libre busco mi celular y voy a mensajes.

Lauren: ¿Estás bien?

Su respuesta tarda unos minutos.

Jessica: Sí, solo cuidate, por favor. Y por lo que más quieras, no importa que haga Christoph conmigo, no trates de enfrentarlo, debes hablar con Castiel.
Te quiero, buen viaje, Lauren.

_________________________________________

Traducción: No soy una persona perfecta. Jamás quise hacerte estas cosas a ti, y tengo que decirte antes de partir, que quiero que sepas que encontré la razón para mi, para cambiar lo que fui, una razón para empezar de nuevo.
Y la razón eres .

Canción: The reason (la razón) Hoobastank.

¡Ajá! Hola, mini mafiosos y mafiosas.
¿Cómo están?

He aquí la sensualidad de nuevo entre líneas. ¿Qué les ha parecido el capítulo, eh?

Para las que preguntan siempre: "¿Cuándo termina Narcotraficante?".

No tengo una fecha exacta ¿ok? Sin embargo, ya tengo el final planeado, ¿Habrán muertos? Les adelanto que . Van a haber muchas sorpresas que los dejará boquiabiertos. Gracias por su apoyo, no se desesperen, agregaré poco a poco a aquellos que quieren estar en el grupo.
¡Vamos! En facebook ustedes pueden publicar imágenes de la historia o algún meme que hayan echo en el grupo. ¡Aiuda con eso!

Aparece como "Narcotraficante (Libro)"

Por cierto, cuando termine la historia pienso cambiarle el nombre a "Castiel".

Jaja.

Los amo, mucho. A todos.

¡Ya casi vienen mis vacaciones de medio año! ¡Ustedes saben que significa!

Voten si les gustó.

Comenten que les pareció.

Se despide su sexy autora.

Y...

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