Capítulo 23.

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Maratón 3/5.

___.___

Me acomodo mejor y paso mi brazo a su alrededor suspirando, la almohada está muy cálida y huele rico, lo extraño de todo es que la almohada me está apretando la cintura.
Extrañada abro los ojos, la gran sorpresa que me llevó es inimaginable, apoyo las manos en su pecho y empujo hasta sacarlo de la cama.

—¡¿Qué haces aquí?!– Se soba la cabeza y me mira enfadado.

—¿Por qué hiciste eso?– Preguntó apretando los dientes. Se
pasó las manos por su cara, que ni siquiera se le ocurra reclamarme nada, tras de que por su culpa tengo que vivir este infierno no se digna en aparecerse para darme la "bienvenida".

¡Que se joda!

—Contestame.– Exijo.

Se levanta en un ágil movimiento y se para frentre a la cama dándome una perfecta y amplia vista de su pecho y abdominales.
¡Virgen! aún así, su belleza no es digna de quitar mi enojo con él, porque no solo por lo de ayer estoy así, es por todo.

—Esta es mi habitación, ahora, contéstame tú.– Exije él esta vez.

—¿Tu habitación? Jay dijo que es mí habitación.- Me levanté de la cama y me planté frente a él.—Y respecto a tu pregunta anterior, lo hice porque te lo mereces.

Levanta una ceja y pone sus brazos en jarras en una pose intimidante, pero no para mi. Miedo es lo que menos provoca ahora.

—Primero: Esta es mí habitación, por lo tanto es nuestra. Segundo: ¿Por qué me lo merezco?– Da un paso hasta dejar menos de un metro entre nosotros.

¿Su habitación? maldito Jay, debí suponerlo antes.

—¿Que por qué te lo mereces?– Sonrío cínicamente.—Por todo, además, un empujón fuera de la cama no es nada si supieras todo lo que quiero hacerte, las mil y una formas de torturate hasta morir Castiel.– Para cuando terminé de hablar solo nos separaban diez centímetros.

En otros momentos me hubiera partido de risa pero mi furia no lo permitía. Estaba claro que no se esperaba que yo pudiera decir esas cosas, estaba realmente sorprendido.
Una sonrisa burlona se formó en sus labios.

—Ya estás aprendiendo mi querida Diabla, serás una gran jefa.– Se burla.

Lo siguiente que supe fue que mi puño se estrelló en su nariz, esta vez la que estaba sorprendida era yo, no sabía de donde había sacado tanto coraje. Abrí los ojos como platos, apreté mis labios cuando una punzada recorrió mis nudillos y la muñeca entera.

Tenía la cara vuelta hacia la derecha, llevó una mano a su nariz y en sus dedos quedó la sangre debido al golpe. Me miró, no sabía si estaba enfadado, sorprendido o adolorido, su cara no tenía ninguna expresión. Estaba en blanco.
Acortó toda la distancia, si alguno se movía nuestras frentes se pegaban.

—Tienes hagallas Lauren, pero pierdes tu tiempo golpeándome, lo único que conseguirás es romperte un hueso.–Toma mi mano.—Ponte hielo.

Dicho eso, me toma de un brazo y tira de mi hasta tumbarme en la cama, antes de siquiera levantarme ya me tenía presa entre sus brazos. Esta vez muy fuerte, patalee y brinqué pero siempre se las arreglaba para no dejarme ir. Me tomó por ambos brazos y me volteó para quedar frente a él, paso una pierna por encima de las mías y otra entre ellas, estaba totalmente inmovilizada.

-Duermete hermosa, son las cinco y media.- Dijo con los ojos cerrados.

-Suéltam...- Calló mis palabras con sus labios y quedé estática.

-Duerme.

                          ~•~

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Mañana publicaré los dos capítulos restantes y la maratón finalizará.

Las amo.

Se despide su sexy autora.

Y...

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