Capítulo 52.

186K 13.2K 1.4K
                                    

Bueno, absolutamente nadie se apuntó a buscar a algún chico que se parezca a Andy. La cuestión era que buscaran uno con las características de él y yo elegiría cual era el mejor, pero nadie lo hizo, así que supongo que nadie se llevará el premio...

, estoy molesta porque esa era una forma de interactuar con ustedes. *se va llorando*.

Me voy.

Por cierto, les recuerdo que ya pueden hacer preguntas a cualquier personaje o a mi, en un mensaje privado.
__•__

Mi móvil vuelve a vibrar entre mis manos y con un resoplido lo apago. Desde que desperté, Andy no ha dejado de llamarme y mandar mensajes pidiendo perdón por la forma en la que se comportó conmigo, y por el estado en que llegó. Y sí, no he querido atender sus llamadas ni responder sus mensajes, me decepciona que alguien como él, o como creía que era, consuma drogas. Estoy cansada de que las personas me pinten una cara que no es la suya, ¿Qué ganan con eso? Sólo el desprecio y rechazo de los demás, no huí, es la verdad. Algunos dirán: "Debiste quedarte y ayudarlo". Pero tengo suficiente con ser la "amante" de un mafioso, hablaré con él, lo haré. Pero no ahora, aún no me siento bien para ello.

—¿No piensas contestar?

Me giro hacia mi padre que me mira interrogante, alzando una ceja. Le doy una sonrisa de boca cerrada y me acomodo en el pequeño sofá.

—No es nada importante.– Asiente y toma un poco de su café.

Había llamado a mi padre para que pasara la tarde conmigo, necesitaba de su compañía y amor. Necesitaba sentirme amada, quería sentirme protegida y estando con él, aquí, en cierta forma me ayuda a sobrellevar las cosas. Sentados en la terraza, tomábamos café y un postre de chocolate con fresas, lo miré fijamente. Mi padre era un hombre muy atractivo, su cabello negro azabache peinado hacia atrás con algunos mechones tocando su frente, sus ojos cafés con una mezcla de verde, un rostro tan varonil. No entendía como mi madre lo dejó. Nos dejó. Recuerdo que antes, siempre se decían cuanto se amaban, mi padre la llevaba a cenar y ella lo consentía, siempre. Pero después del accidente de mi madre, nada volvió a ser igual, empezó a despreciar a mi padre y dejó de prestarme atención. Luego encontró a alguien más, y se olvidó de su familia, aún sigo sin saber el por qué.

—Papá.– Lo llamo suavemente, haciendo que sus ojos se posaran en mi.

—Dime.

Suelto un pequeño suspiro. El motivo de su separación jamás se me fue revelado, y creo tener la suficiente edad para entender.

—Quiero saber por qué mamá nos dejó, sé que no está bien escarbar en el pasado pero, debe haber un motivo para que haya hecho eso. Dime, por favor.– Suplico.

NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora