Capítulo 4.

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Hice un amago por sonreír, mas solo conseguí hacer una vaga imitación. Estaba avergonzada, era como si mis ojos estuvieran amarrados al suelo, pues parecía idiota sonrojándome por sus halagos.

«¿Halagos?»

Me cuestiono internamente.

«¡Estupideces, Lauren! Esas frases son de adolescentes hormonales».

-Gracias.- Murmuro, apretando los labios.

Me dio una vuelta y sin poder evitarlo, dejé salir un grito -no tan fuerte- por el giro tan inesperado. No lo había visto venir. El corazón me latía a mil; me volvió a acercar a él y rió contra mi pelo. Aquello le era muy divertido, al parecer.

-No le veo la gracia, me ha asustado.- Espeto, frunciendo mi ceño y apretando los dientes.

De inmediato deja de reír y sonríe.

-¿Te enojaste?, una dama no debe enojarse.- Acota. Me contengo para no bufar y rodar los ojos.-Y por favor, no me trates de usted, tratame de tú.

Lo miro con el ceño fruncido. ¿Había escuchado, de nuevo, bien?

-¿Por qué? La única relación que tenemos es de vendedora y cliente.

Entre cerró los ojos con una pequeña sonrisa en los labios y asintió.

-Tienes razón, Lauren.- Admite, alzando una ceja.

Claro que la tengo.

¡Já! ¿Quién se creía ese hombre?

-Por eso quiero que aceptes cenar mañana conmigo.- Agrega.

Esperen. ¡¿Qué quiere qué cosa?!

Mis ojos, que se encontraban mirando el suelo, ahora lo miraban con una gran estupefacción, abiertos desmesuradamente, con sorpresa. ¡No podía creerlo!

-¿Me está invitando a salir? - Pregunté, aún con la sorpresa en mi voz. ¿Era sorpresa?, una mezcla de la anterior e indignación.

Rió con diversión, sin embargo, la "diversión" no pareció reflejarse en sus ojos. Por supuesto, debía tener alma de viejo.

-No, te estoy invitando a comer, no es lo mismo- Aclara.

Un pequeño suspiro de alivio se me escapó de los labios. Mordí mi mejilla interna, sopesando la idea de aceptar o no a esa propuesta que, aunque muy tentadora se escuchaba, una cierta melodía de peligro se escondía en lo más profundo del eco que sus palabras causaban.

-No lo sé.- Solté, con la duda tiñendo mi voz.

Elevé mi labio inferior, levemente, haciendo un pequeño mohín.

-Solo será una cena, nada más eso.- Volvió a repetir, como si al agregar "Nada más" hiciera de la propuesta algo más tentador.

«Acepta, tal vez no sea nada malo» Me dijo esa molesta e inexplicable vocecilla en mi cabeza.

Supongo que, la desconfianza hacia desconocidos era algo natural, digo, un cliente con el que había conversado tan solo para que eligiera un traje me estaba invitando a...cenar, claro. No había mostrado interés por él, pero mi estómago se revolvió en incomodidad y me fue imposible, estúpidamente, decir que no.

-Está bien.

Al aquellas dos palabras salir de mi boca, sentí como si hubiera cavado mi propia tumba.

Sonrió de medio lado y pasó mis manos por su cuello, le seguí cada uno de sus movimientos con una intensidad agobiante hasta para mi. Agarró mi cintura con ambas manos y me pegó a él, sus ojos nunca dejaron los míos, mas no me atreví a decir nada, pues temía que algún suspiro se escapara.

NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora