Capítulo 101 (segunda parte)

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¡Hola! Por poco y se me olvida cómo se ponía en negrita la letra alv :v

Para aclarar, César es el hombre que Lauren conoció en el gimnasio donde entrenan los mafiositos, por así decirlo. En otras palabras, el que la vergaseó.
:)

Y... como publiqué en mi tablero, uno de los administradores de Litnet me invitó a participar en un concurso, así que entré en Amor de Verano. El libro se llama Fragancia Escarlata, por si quieren ir y apoyarme, me siento muy emocionada con esto. Tengo muchas ideas en mente, lástima que el colegio esté de por medio. 😂

¡Y aquí está un capítulo! Debo transcribir los otros, son muchas palabras carajo...

Recordemos que en el capítulo anterior, Lauren le apuntaba a César después de que él le inyectara el líquido misterioso.

En fin, aquí va...

______

Lauren

-Ahora vas a responderme - ordené -. ¿Qué haces aquí?

¿Qué estaba haciendo?

Fue el único pensamiento que cruzó mi mente, el grito que me dejó pasmada, haciéndome consciente del impulso al que me había sometido. Una extraña sensación de euforia me recorría el cuerpo entero, extrañamente mis músculos habían dejado de doler, mi cabeza no palpitaba en infernales punzadas... si no fuese porque podía ver las suturas en mi vientre, juraría que estaba ilesa. Mi respiración se había entrecortado ligeramente, estaba anonadada.

-¿Importa eso en realidad? - cuestionó sin inmutarse en el cañón del arma presionando su frente -. He salvado tu vida después de todo, por qué estoy aquí es una pregunta in...

-¿De verdad lo crees? ¿Innecesaria? - interrumpí -, de los dos, quien ignora la razón de tu presencia aquí, soy yo. Disculpa si busco respuestas después de que alguien me haya tirado una granada y dejado inconsciente. ¿Qué haces aquí y qué era eso que me inyectaste?

Su reticencia a hablar, a responder cada una de mis preguntas, me desesperaba; y eso solo confirmaba cuán peliagudo se volvía cada vez este asunto, porque me daba cuenta de que implicaba a más personas de las que creía, y tal vez solo yo estaba a ciegas, pues Castiel nunca quiso soltarme ni un poco de información. El que The Hell quisiera matarme, el acercamiento de Christian y su relación con Jessica, las sospechas hacia mi padre y ahora, aparece César de la nada convirtiéndose en mi ''salvador''. Un hombre al que solo había visto dos veces, y a quien no conocía en absoluto. De alguna manera todo estaba relacionado, por algo o por alguien.

-Vete - espeté, frunció el ceño -. Toma lo que hayas traído y vete, si no estás dispuesto a decirme lo que quiero saber, no te necesito aquí para nada en especial.

Entrecerró sus ojos con fastidio y suspiró, debo admitir que me satisfizo verlo reaccionar de alguna manera, ya me estaba preocupando su falta de emociones en esta situación.

-Eres, realmente, fastidiosa - enunció entre dientes -. Baja el arma, podrías lastimarte y de nada valdría lo que hice.

Alcé una ceja, ¿lastimarme yo? Se estaba dando demasiado crédito. Dejé salir aire por la nariz y aflojé mi desconfianza una milésima. Mantuve el arma en mi mano y esperé impaciente a que hablara.

-La inyección contenía un líquido que se adhiere internamente a las zonas afectadas: disparos, golpes, heridas grandes y profundas - señaló mi estómago -. Funciona como un tipo de anestesia, a diferencia de la médica que resiste por unos minutos, esta perdura por horas, casi doce, en realidad. Si alguien te pateara en el abdomen, no notarías nada, ni un hormigueo. Fue creada para la resistencia física sin importar la gravedad en las heridas - ladeó la cabeza, estudiando mi expresión, asegurándose de que realmente estaba creyendo lo que me decía -. Tu estado no empeoraría, impacto tras impacto, la piel se regenera, Pero si algún órgano es alcanzado, puedes irte despidiendo. Es lo único que no va a arreglar.

NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora