Capítulo 95

144K 6.8K 1.9K
                                    

Hola, little mobsters. ¿Cómo han estado? Espero que bien.

Me di cuenta de que han creado otro grupo de WhatsApp para el libro, recalco que YO NO LO CREÉ NI MUCHO MENOS ESTOY EN ÉL. Así que si alguien llega a pedir o a decir algo a mi nombre, no lo crean, no soy yo, solo por cualquier confusión. El grupo que yo sí creé está activo pero yo no, no voy a estar en ese ni en el de facebook por algún tiempo. Eso es todo lo que quería decir.

Espero que este capítulo sea de su agrado.

PD: Estoy leyendo un libro de Gabriel García Márquez...¡Que emoción!

_____•_____

La vida era un espejismo, aparecía frente a nosotros permitiéndonos nadar en ella por cuanto tiempo quisiéramos, gozar en un paraíso increíble y experimentar las sensaciones más inexplicables en el mundo. Se podía casi palpar con las manos, como el sueño de un astrónomo por tocar las estrellas. Era agua en medio del desierto y sombra bajo el sol ardiente, todo era posible.

Pero lo cierto era que el tiempo no nos pertenecía, aunque tampoco iba de la mano con la vida. Nuestra vida.
Sin embargo, el espejismo hacía un trato con él, los dos se juntaban y regalaban minutos en eternos respiros, respiros que como todo en este mundo, llegaban a su fin. Entonces, todo nos era arrebatado de las manos, era una pequeña película de rápidos segundos sin derecho a retroceder. Todo quedaba a oscuras.

Era un recuerdo al cerrar los ojos.

Era un suspiro en el olvido.

Nada más...

Siempre había pensado que el humano era un pequeño grano en un enorme reloj de arena, cada uno era partícipe de un momento específico en la vida de los demás, un efímero recuerdo que de vez en cuando era rememorado, pero que una vez fuera del tiempo, no había suplica que otorgara volver a formar parte de él.
Era un ciclo terminado.

Pero claro, no todos los ciclos eran buenos, algunos terminaban con lágrimas de alegría y sonrisas de gratitud, otros se convertían en bucles interminables que se repetían una y otra vez. Destinados a herirnos.

No me arrepentía, no, al contrario, agradecía haber formado parte de ese reloj de arena, porque todos éramos uno y cada grano representaba quiénes formaron parte de nuestra vida, buenos y malos.

Algunos dicen que la vida nos pertenece, pero pienso que nosotros le pertenecemos a ella. Es aventurera y desaparece cuando quiere, sin avisar ni decir nada. Una cuerda de hilos fuertes que al pasar de los años se van reventando, hasta dejar nada entre el tiempo y lo que fuimos. Lo único que nos permitía dejar era una huella, cada quien sabía de qué tipo, pero era lo que diría si nuestra existencia fue valorada.

Huella que al decir nuestros nombres, aquellos granos de arena supieran qué fuimos.

Si solo un cortometraje el cual se ensucia y enpolva en un cajón o una película de aquellas que por más que intentes, siempre querrás tenerla a tu alcance, para todos los días reproducirla como la vida más maravillosa en la que una vez participamos.

Era doloroso cuando el cristal terminaba rompiéndose, una vida más que escapaba. Dolía como nunca antes había recordado, me negaba a creer que fuera posible, era injusto que algunos terminaran yéndose de improviso.

Sin saberlo, había formado parte de dos vidas que estaban entrelazadas entre sí y ambas aportaron buenos momentos a la mía. Cuando colgué la llamada, inmediatamente salí en busca de mi amigo, sin embargo, algo me decía que en ese momento no debía ir, me quedé en casa con el corazón en la boca y esperé hasta el siguiente día. La sensación de miedo aún no se iba.

NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora