Capítulo 79.

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Dedicado a: _DarkParadise_32 y IsauraCelesteDionici.

Mis brazos dolían cada vez que bajaba y estos se veían obligados a flexionarse, las gotas de sudor caían por mi cuello y cara como cascadas, sentía que ya no podía más, mi cuerpo estaba cansado al igual que mi mente, pero yo podía, debía hacerlo, sin embargo, mi cuerpo no expresaba lo mismo. Sentía que en cualquier momento me iba a desfallecer, pero yo era fuerte, sentí como la adrenalina fluyó por mis venas y al fin terminé las duras lagartijas que Castiel me puso.

—¡Tres!– Grité, desplomándome en la colchoneta.

Sus carcajadas retumbaron por todo el lugar -gimnasio privado de la mansión- causando una cierta ofensa en mi, ¡Hice un gran esfuerzo! resoplé y me di la vuelta quedando de cara al techo. Sentí como sus manos se colocaban detrás de mi nuca y rodillas, me levantó como unos recién casados.

—Eres una exagerada.

—¡Castiel! hice un gran esfuerzo, además, no estoy acostumbrada a hacer ejercicio.– Reconocí, entrelazando mis manos en su nuca.

—Si no haces ejercicio ¿Cómo es que tienes ese cuerpo?– Rodé los ojos ante su cara de perversión.

—Virtud, querido.

Me dejó sobre una silla y me dio una botella con agua fría, la cual me acabé en dos tragos, literalmente. Castiel había insistido en darme unas lecciones de lucha, ya que si quería salir a tomar un respiro sola, al menosdebería saber como usar un arma. Aunque dudaba mucho que llegara a usarla, porque no lo haría ¿Verdad?.

—Afortunado soy de verlo, entonces.– Sonrió.

—¿Ahora qué sigue? ¿Lucha cuerpo a cuerpo?

—O...ducha cuerpo a cuerpo.– Alzó ambas cejas varias veces.

Bufé y volví a rodar los ojos.

—Eres un enfermo.– Rió.

—Bien, bien. Entonces no. Lo que sigue es aprender a pelear.

—Mi padre ya me ha enseñado eso.– Dije.—Desde los quince me entrenó para defenderme en las calles.

Asintió, haciendo una leve mueca con sus labios.

—Aún así, vamos a hacerlo.

Me levanté y me posicioné frente a él. No pude evitar mirarlo, llevaba pantalones negros muy holgados y su torso descubierto, al igual que sus pies. Era imposible no quedarme embobada mirando sus fuertes y musculosos brazos, como también era imposible no admirar su trabajado pecho y abdomen o esa grandiosa V que se perdía más allá del elástico del pantalón. Toda una tentación. Suspiré y volví mi atención a él, sus ojos tenían un aire divertido, claro que se había dado cuenta de mi comportamiento. Me coloqué en posición de ataque: Las palmas en puños, los brazos cubriendo mi cara y la pierna derecha adelante. Igual que él.

—Que comienze el juego.– Dijo, sonríendo.

Y así fue, ambos estuvimos dando vueltas en la colchoneta, mirándonos y tratando de descifrar quien daría el primer golpe. Mi padre me había entrenado realmente bien, no es hasta hace unos meses que dejé la rutina de entrenamiento, no sabía el nivel de Castiel, pero estaba segura de que podría ser casi el mismo que el mío. Sabía que no estaba del todo convencido con mi capacidad de pelear, claro, jamás me había visto haciéndolo.
Entonces fue él quien dio el inicio, trató de dar un golpe en mi cara para aturdirme, pero el aturdido fue él cuando me agaché velozmente y golpeé su abdomen, apartándome hacia un lado y quedando detrás suyo para patear su espalda y hacerlo caer de rodillas. Sonreí.
Se sentía bien volver a utilizar mis habilidades.

NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora