Capítulo 62.

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Capítulo dedicado: Birgiimagine.

Maratón 5/5.

___•___

—Abre la boca, oh, sí, trágala toda.

—Mhm.

—Vamos, nena, deja que entre toda.

—Castiel, es enorme, me va a llegar a la garganta.

Empuja más en mi boca y el caldo se desliza por las comisuras de mis labios.

—Oh, nena, claro que no. Mira ya manchaste la sabana.

—Es enorme.

—Claro que no.

—Claro que sí, ¿Acaso no ves el tamaño de esta cuchara?

Rueda los ojos y limpio el helado que se derramó por mis labios. Sí, después de ese delicioso beso pasamos casi toda la noche dándonos cucharadas de helado mutuamente. Y ahora, no entiende que está a punto de ahogarme con esa cuchara tan kilométrica.

—Mañana quiero que vayas conmigo a una fiesta.–Dice, comiendo una gran cucharada de helado.

Hice una mueca. De seguro iba a estar rodeada de mafiosos, eso sin contar que junto a mi hay uno, pero eso es diferente, no quiero tener que fingir que soy poderosa delante de ellos sólo por ser la amante de "El hijo del Diablo". Siempre que iba a una de esa fiestas me recibían con un: "¿Cómo estás, bella Diabla?" "Oh, los demonios deben estar locos por ti, Diabla". Pff, hombres buscando seducirte.

—No, no iré.

—Lauren.– Advierte.

Tiro de las sabanas manchadas de helado y lo miro con una mueca.
A pesar de que ya llevaba meses en esta situación, aún me era difícil acostumbrarme, no es como si fuera cosa de todos los días asistir a un evento en donde las drogas son el tema principal de toda conversación, no me gustaba ir, ni ver a todas esas mujeres paseándose por la sala colgando del brazo de uno de ellos, con vestidos finos y caros, con esa cara de: Soy intocable. Castiel me había dicho que a diferencia de mi, ellas estaban metidas en esto por puro placer, porque quieren poder y dinero.

Y yo deseando que esto acabe.

—Castiel, sabes muy bien que no me gustan esas fiestas.– Digo, enrollando las sabanas y tirándolas en una esquina de la habitación.

Bufa y se acomoda en la cama.

—Cielo, sabes que es necesario para no levantar sospechas de que es una farsa.— Una corriente recorrió todo mi brazo derecho hasta la palma de mi mano ante su cariñoso apodo.—Además, ni siquiera me dejaste terminar. No es una fiesta cualquiera, un amigo va a celebrar su compromiso.– Habló con la voz distorsionada por la gran bola de helado en su boca.

Arrugué la nariz.

—No hables con la boca llena, es asqueroso.

Frunció el ceño y me sacó la lengua, haciendo que un poco de helado manchara su torso desnudo. ¿A este hombre su madre nunca le dijo que si hablaba con la boca llena se le metía una ballena? pff, yo pasé años sin hacerlo por miedo a ahogarme con uno de esos animales.
Hablando de madres, él nunca me ha hablado de su familia.

Me acerco a pasos lentos hacia la cama y me tumbo a su lado, mirándolo.
No sé si estará peleado con ellos, pero me gustaría saber más de él ahora que nos estamos dando una oportunidad.
Suspiro aún sin quitar mi mirada se su perfil, él sigue engullendo helado como si la vida se le fuese en eso. No quiero ser una chica pesada, ni mucho menos entrometida, pero quiero saber por qué nunca habla de ellos, una vez dijo que yo le recordaba a su hermana.
Después de eternos minutos, al fin siente mi mirada y vuelve su rostro hacia mi, ambas mejillas infladas de helado y el ceño fruncido.

NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora