Capítulo 80.

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Lamento que este capítulo sea tan corto, pero mis ojos ya no dan más. Mañana si puedo lo volveré a resubir con más cosas.

Ahora, quiero pedirles algo y está a conciencia suya hacerlo. Hay un chico que escribe muy bien, realmente es genial, pero nadie lo apoya con su obra. Por lo que, si no es mucho pedir, ¿Podrían leerla? Es muy linda, de verdad. Y me gustaría que lo apoyaran, por favor.
Él merece tener mucho apoyo.
Su usuario es GabrielCordova927.

"El mundo de Dante".

___•___

Antes me creía capaz de soportar cualquier golpe que la vida me diera, que por haber superado todo lo que pasé, ya era inmune a los empujones del destino. Me equivocaba, cuan equivocada estaba, la vida aún me tiene miles de sorpresas. Quería gritar, romper un montón de cosas; simplemente desahogarme. Pero sabía que si lo hacía iba a derrumbarme y a armar un drama innecesario, debía acostumbrarme a las mentiras de todos los que estaban a mi alrededor. Me sentía mal, claro que sí, y solo Dios sabía el dolor que había en mi corazón, no lograba digerir todo aquello. Castiel ya me había visto, según él, no me había reconocido hasta el día en que mi padre vino a la ciudad, mi padre era el ex-jefe de The Hell -bando que quería mi cabeza en bandeja de plata- y para colmo, todo aquello de que había engañado a mi madre, no era más que una grandísima falacia. Jackeline Dawson lo dejó por miedo a morir a su lado, ahora ya no estaba tan comprensiva con ella, puesto que si amaba a mi padre, debió haberlo aceptado como era. Era imposible que dejara de doler, pero Castiel me hizo entender que Frank -mi padre- lo había ocultado para protegerme, más bien, para alejarme de ese mundo. Aunque no resultó. Y que, debía entender todo con madurez y valentía, porque a fin de cuentas, nadie sabía lo que iba a pasar. Pensé que iba a deshidratarme en llanto, Castiel parece que también creyó que iba a ser así, pero no. Me tenía presa en un reconfortante abrazo que me hizo demasiado bien.

—Todo estará bien ¿Si? hablaré con Frank para que venga.– Asentí. Quería hablar con él, y de paso, con mi madre también.

Primero iría donde mi progenitora, no lo pospondría, lo haría de inmediato. Además, no había necesidad de preocuparse, para eso ya habían contratado a una guardaespalda.

—Quiero ir donde mi madre, al hotel donde está, por favor.

—Claro, aprovecharé para presentarte a Raquel.

Asentí.

Me separé de su abrazo y salí del gimnasio, directo a mi habitación para ducharme y pensar unos minutos. Cuando al fin el agua helada tocó mi piel, me sentí bien. Habían pasado casi veinte minutos desde que estaba en la ducha; dos fuertes brazos me rodearon completamente, tras de mi sentí un fuerte pecho. Era él. Sus labios dejaron un dulce beso en mi hombro, sentía todo el inmenso apoyo que me estaba dando, me di la vuelta y lo miré a los ojos, algunos mechones cubrían su frente, se veía hermoso. Besó mi frente y reposé mi cabeza en su pecho, no me importaba que me viera desnuda, a fin de cuentas, algún día pasaría. Algún día haríamos lo que hicimos en ese momento, haríamos el amor.

NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora