Capítulo 20.

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Hola mis amadas lectoras.
Una chica (la cual no recuerdo su nombre, disculpas) me pidió maratón, así que, ¿Qué opinan?
Por cierto, cuando recuerde tu nombre chica misteriosa, te dedicaré el próximo capitulo.
♥_♥


Castiel se vuelve hacia mi y alza una ceja sonriendo arrogante.

—Vamos.–Dice tomando mi mano mandando un cosquilleo por todo mi brazo derecho.

Trago saliva sintiéndome cohibida, me siento incapaz de pronunciar una sola palabra. Caminamos por la improvisada tarima y me ayuda a bajar, mentalmente lo agradezco, porque de no ser que está sosteniendo mi mano en este preciso momento yo ya estaría besando la tierra. Él no dice nada acerca del beso y me decepciona, me doy cuenta de lo idiota que me veo dándole vueltas y vueltas a un beso que sólo fue parte de la actuación, porque estoy segura de que jamás se hubiera atrevido a besarme.

«Ya deja de torturarte, eso no debe importarte Lauren

Me reprende mi subconsciente y le doy la razón.

¿Por qué preocuparme por ello? No es como si él me gustara o como si lo amara.
Seré honesta, el muy imbécil es muy guapo, pero las circunstancias y su entorno no es algo que anhele en alguien.
No es como si tuviera mi idea de "chico ideal", pero no creo conveniente tener sentimientos hacia un Narcotraficante, hacia Castiel Johnson.

—¿En qué piensas Diabla?–Sacudo la cabeza en cuanto lo escucho hablar.

Me mira burlándose del sobrenombre.
Frunzo el ceño molesta, además, ni siquiera me di cuenta cuando empezamos a caminar entre la gente.

—Deja de llamarme así, no es necesario y no pienso en nada.– Reclamo y respondo a su pregunta.

Ríe.

—Tienes que acostumbrarte Lauren, mis hombres ahora te conocerán como "La Diabla" y no dejarán de hacerlo. – Dice y me jala del brazo cuando por estar distraída casi choco con una mesa.

Se ríe y yo gruño.

Hombres y mujeres se pasean de un lado a otro, algunos con copas de champagne o vino, con bocadillos o simplemente hablan entre ellos.
Hubieron muchas veces en que nos dedicaban miradas, algunas mujeres miraban a Castiel sin ningún tapujo, no me importaba en absoluto puesto que lo que pasara con él no me era importante.

Mi brazo izquierdo se encontraba entrelazado con el suyo, en su otra mano sostenía una copa de vino blanco, yo nada, no me apetecía.
No iba a celebrar algo que no me alegraba en absoluto.

Cada vez que alguien me sonreía les devolvía el gesto muy forzado, tan forzado que parecía una mueca.

—¡Castiel amigo! Cuanto tiempo. –Exclama un hombre de unos veinticinco años, acercándose a nosotros.

—Michael.–Responde Castiel a modo de saludo.

Tiene una pequeña sonrisa dibujada en su rostro.
Se estrechan la mano y se abrazan, luego la atención del chico se vuelve hacia a mi.
Sonríe.

—Hola preciosa.–Me escanea de arriba abajo.—Soy Michael.

Estrecho su mano cuando la estira hacia mi, sin proveerlo Michael tira de mi mano y casi me estampo con su pecho.
Mis ojos casi se salen de las cuencas ante la acción, nuestros rostros quedaron a unos pocos centímetros. Me sonrojo cuando posa sus labios en mi mejilla y tarda en apartarlos.

NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora