Capítulo 54.

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Lauren.

No sabía realmente, a qué se refería con aquellas palabras tan profundas, pronunciadas con tanto dolor. ¿Envidiarme? y lo más sorprendente, que se preocupara por mi, que estuviera pendiente de mi estado de ánimo y de salud, que me diera consejos y tratara de hacerme ver que cualquiera comete errores. Claro que estaba consciente de eso, pero que hiciera todo eso y conmigo, no era algo propio de Castiel Johnson.

El gancho de ropa que sostenía, acabó en el piso. Suspiré frustrada, ya era la quinta vez que esto pasaba. En varias ocasiones la señora Scott me miraba con curiosidad y preocupación, mi mente estaba en otro lugar, en la situación de Andy, mi amistad con Mike, en "ellos", en que otro bando está involucrado y lo último pero menos importante: el engaño de mi padre hacia mi progenitora. Sentía que mi cerebro en cualquier momento iba a estallar o que saldría humo de mis orejas. Miré a mi alrededor, Keysi hablaba por teléfono mientras con un dedo enredaba un mechón de su cabello, encima de una pequeña mesilla había ropa por colgar. De pronto sentí que todo daba vueltas, un agudo dolor se instaló a los lados de mi cabeza y mis oídos zumbaban.

De pronto, mis piernas dejaron de funcionar y tuve que sostenerme de una columna, creí que iba a desmayarme ahí mismo pero por suerte no. Agradecía a Dios por eso, porque de ser así me hubiera abierto la cabeza al impactar con el piso, cerré los ojos y cuando los abrí sólo habían manchas negras en mi visión. Sacudí levemente la cabeza y me encaminé lentamente hacia el baño. Una vez allí adentro, ahuequé mis manos y empapé mi cara con agua, estaba tan fría que hizo que me estremeciera. Creí escuchar la puerta abrirse, pero no le di importancia. Una mano se posó sobre mi hombre y pegué un saltito, sobresaltada. Por un momento mi mente me traicionó y pensé que sería uno de "ellos", casi pego un grito de no ser porque la señora Scott habló.

—¿Te encuentras bien, querida?

Trago lentamente, la miro y trato de darle una sonrisa que más bien fue una mueca para nada linda. Trato de hablar, pero me es imposible. Las punsadas cada vez son más fuertes y dolorosas, me quitan la respiración a momentos.

—Es mejor que te vayas, Lauren.– Demanda mi jefa con voz suave.

Niego con la cabeza.—No, estoy bien, puedo...– Mis palabras se ven interrumpidas cuando otro mareo me ataca.

—Listo, te vas y vuelves cuando estés mejor. Te ves muy cansada.

—Pero yo...

—Pero nada, vamos, te acompaño a la puerta.

No renegué, y lo cierto es que tal vez tenía razón. Hacía ya muchos días en los que no estaba bien, no comía, ni salía de mi habitación. Incluso me escapé de la mansión en uno de los tantos autos de Castiel, nadie se dio cuenta, ni siquiera los mastodontes. Soy genial, lo sé.

Es díficil tratar de no pensar en todo eso, es inevitable. Cada vez que cierro los ojos todo aparece magicamente sin querer, y luego está el comportamiento de Castiel hacia mi y las frases inentendibles que me da. Él es...raro.

«Y aún así lo amas.»

Silencio.

Veinte minutos después, ya me encuentro sentada en el asiento del auto y empezando a manejar. Mientras conduzco pienso en mi amistad con Jess, desde que ha empezado a salir con ese tal Christopher, ya no más llamadas de dos horas, ya no más mensajes por un día completo, ya no más salidas a comer o a la playa, ya no más Jessica y Lauren. Todo había cambiado, la única persona que pensé jamas me decepcionaría, lo hizo, mi única amiga parece no ser más mi amiga y el hombre al que amo...no me ama.
Hermoso.

Siento mi cabeza palpitar, como si tuviera el corazón dentro de ella. Temí chocar el auto contra algún poste u ocasionar un gran accidente en carretera. No sabía que me estaba pasando, y sinceramente, me estaba asustando. Poco despué, al fin pude llegar a la mansión, podía apreciar la luz de su habitación encendida y la de la sala también. Saludé a los guardias y guardé el auto en el garaje.

—Mierda.– Mascullé, cuando di un traspié al caminar en el césped.

El viento azotó fuertemente contra mi cara, y con la poca fuerza que tenía en ese momento, casi caigo de espaldas si no fuera porque me agarré de la fuente de agua que estaba detrás de mi. Cada vez me sentía peor y mi miedo aumentaba conforme los mareos se repetían cada diez segundos. A punto de subir las escaleras no pude más, caí de rodillas haciendo que un espantoso calambre me recorriera desde éstas hasta mis caderas, sabía que eso iba a dejar unos grandes moretones.

No supe en que momento estuvo junto a mi, ni como estaba envuelta en sus brazos. A penas y podía escucharlo

—¡Lauren!– Me llamó tocando mi mejilla. Pero no podía hablar, me sentía muy cansada y mi lengua parecía estar adormecida.—Amor, ¿Qué sucede? Dios, amor háblame.

Pero no pude, otra punzada volvió a mi cabeza y con ella un gemido de dolor. Después, todo se volvió borroso y  a mi alrededor todo fue un fondo negro. No escuché su voz, ni vi su rostro, ya no sentía sus brazos envolverme.
Yo ya no estaba consciente.

                         ~•~

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Se despide su sexy autora.

Y...

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