Capítulo 81

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Para quienes no están enterados, al capítulo 80 le he agregado varias partes nuevas, por lo que recomiendo leer a partir del mensaje de Mike, para que así puedan entender este.
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El vello se me crispó de inmediato. Era solo un mensaje, pero podía sentir la desesperación en esas palabras, ¿Podría haberse dado cuenta de lo que era Castiel en realidad? y de no ser así ¿A quién se refería entonces?. Opté por dejar el celular en la mesita de centro y no darle más vueltas, ahora veía necesario ir a visitarla al hospital. Sacudí la cabeza y me centré en ayudar a mi madre desmayada en el sofá.

—¿Mamá?– La llamé, dando unos golpecitos en su mejilla.

Sin embargo, no respondió. Suspiré y marqué el número de Castiel, al cuarto tono contestó.

—Hola.– Saludó con entusiasmo.

—Hola, Castiel.— Dejé salir un pequeño suspiro.

—¿Qué sucedió, estás bien?– Cuestionó preocupado, debía pensar que estaba a moco tendido por alguna confesión de mi madre. Pero no.

—Oh, bueno, mamá se desmayó.– Reí. Sí, reí, a pesar del tsunami de mentiras, esta situación era verdaderamente graciosa.

Mi vida había cambiado inesperadamente, y gracias a eso, hoy me daba cuenta de todo lo que me ocultaban y de todo lo que sucedía a mi alrededor. Jamás imaginé que el verdadero causante de que mi vida tenga precio, fuera mi padre. Pero no lo culpo, él se alejó de ese mundo por mamá y por mi, él dejó a The Hell para mantenernos a salvo, desgraciadamente, no resultó así. Pero eso nadie podía evitarlo, soy de las que cree que las cosas pasan por algo y si pasan, son para hacernos más fuertes.

—Pobre, tu padre aún sigue en el hotel. Le diré que lleve a Jackeline al auto y que se vaya contigo y Raquel.– Dijo.

—Castiel.

—¿Sí?

—Esa chica, Raquel ¿Es de fíar?– Pregunté. Habían pasado ya tantas cosas que me era imposible no desconfiar de la peliverde.

—Bueno, Jay la recomendó.– Rió.—Se conocen muy bien, ya sabes a qué me refiero...

Abrí los ojos y reprimí una pequeña risa. Entonces Raquel y Jay, esos dos, tienen su historia, vaya, quien lo diría. Bromeé un poco con Castiel y le dije que esperaría a mi padre y, que pronto estaríamos en la mansión.
Mientras esperaba a mi padre recordé que no había sabido absolutamente nada de Andy en estos días, lo había visto durante mi estadía en el hospital, y después desapareció como el humo. Me sentí realmente mal, él siempre había estado pendiente de mi y de lo que me pasara, y yo...yo simplemente lo olvidaba como olvidaba peinarme.

Tomé mi celular y busqué su número, Andy y un corazón al lado es como lo había guardado. Le di al pequeño telefonillo verde y pronto empezó a llamar.

—¿Lauren?– Fue lo primero que dijo cuando contestó.

—Hola, Andy. ¿Cómo estás?

—Uhm, bien, aunque un poco estresado por mamá. ¿Necesitas algo?– Aquello último me hizo fruncir el ceño profundamente.

—No, ¿Por qué?

Suspiró y se quedó callado, como dudando en si hablar o no.

—Es que...siempre eres tan indiferente conmigo y...bueno, no sé, simplemente es extraño.– Dijo.

NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora