Capítulo 88.

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Maratón 1/3.

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Aparté mis ojos de los suyos para posarlos en la superficie de la mesa echa de madera oscura, de inmediato volví a mirar fuera de los grandes ventanales de Sweet Lips. Tenía un aspecto penoso, usaba blusa y pantalones holgados, zapatos bajos, sin maquillaje y su cabello se desperdigaba por su frente y en su cara.
Un pinchazo atacó en mis entrañas, formando un nudo en las mismas, me dolía como una estaca en el pecho ver a la que una vez fue como mi hermana, en ese estado. Sentí mis ojos humedecerse en cuestión de segundos, me cuestioné internamente si había luchado lo suficiente por nuestra amistad y si el trato que le daba, era el merecido.

Me cuestioné reiteradas veces si no había exagerado. Tomé una gran bocanada de aire y me levanté de mi silla, Christoph alzó su mirada verdosa hacia mi y frunció el ceño. Quería irme de aquí, no haber venido, sentía que estaba pisando terreno prohibido; pues aunque me había propuesto descubrir si entre él y el ojiazul hubo algo mayor, me sentía incapaz de seguir. Pude haberle preguntado a Castiel y saciar mi curiosidad, mas estaba segura que él jamás respondería. Lo conocía.

-¿Qué sucede?- Cuestionó.

-Tengo que hacer una llamada, ahora vuelvo.- Respondí, sin esperar una sola palabra suya.

Tomé mi bolso y salí de la cafetería, a mi derecha aún estaba Jessica mirando por la ventana, de seguro no me había visto caminar entre las mesas. Avancé hasta quedar a su lado y coloqué una mano en su hombro, de inmediato pegó un respingo; me miró con los ojos desorbitados por el susto y sentí pena.

-¿Qué haces aquí?- Pregunté. Ella volvió su mirada hacia dentro y luego hacia mi.

-Ven.- Dijo, caminando hacia un pequeño callejón sin salida. La seguí sin comprender su actitud tan misteriosa.-No deberías estar con él.

Fruncí el ceño, ¿Acaso Jessica conocía a Christoph?

-¿Por qué?- Cuestioné.

-Lauren, vete de aquí y no vuelvas a tener contacto con ellos dos.

-Jessica, maldición. No entiendo de qué o quienes estás hablando.- Espeté, empezando a perder la paciencia.

Se tomó la cabeza con ambas manos y revolvió aún más su cabello. La antigua Jessica no haría eso jamás en su vida. Se acercó a mi y me tomó por los hombros, sacudiéndome con desesperación. Una punzada de miedo me hizo temblar por unos segundos.

-Lauren, Lauren.- Murmuró.-No tienes ni idea de lo que estará por venir si no dejas de verte con ese hombre, él es muy malo, Lauren. Te va a destruir, quiere acercarse a ti para llegar a él. No lo conoces, Lauren, y no esperes conocerlo.

-¡Dejate de rodeos, Jessica!- Exclamé, sintiendo impotencia de no poder arrancarle las palabras de una vez.-¿Lo conoces? ¿Conoces a Christoph?

Se tomó de nuevo la cabeza con las manos, pero esta vez dejó salir un grito desesperado de su garganta, se dobló por la mitad y cayó al suelo, dejando su espalda contra la pared del callejón y sus rodillas flexionadas tocando su pecho. Quedé aturdida viéndola desde mi posición, empezó a llorar con leves quejidos lastimeros, las lágrimas se amontonaban en sus ojos y caían sin control por sus pálidas -casi grises- mejillas.
Reaccioné segundos después y me puse de cuclillas para quedar a su altura, no sabía que era lo que estaba sucediendo con ella, no sabía qué quería decirme con aquellas palabras.

-La...Lauren.- Sollozó, pronunciando mi nombre en un lamento roto.

La acuné en mis brazos y acaricié su cabeza que reposaba en mi pecho, me dolía verla así, me dolía no tener a mi amiga en brazos sino los pedazos de ella. Porque estaba consciente de que la habían dañado ¿Su novio? tal vez, o no, pues sea lo que sea que le hayan echo, la ha deshecho.

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