Narcotraficante

Por YilianRguez

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SEGUNDO LUGAR EN LOS REVER AWARDS 2017 ¿Quién iba a decir que una simple cena cambiaría la vida de Lauren Dal... Mais

Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8
Capítulo 9.
Capítulo 10
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
¿Preguntas?
Preguntas + Respuestas.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47. (Castiel)
Capítulo 48. (Castiel)
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
¡Grupo oficial!
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62.
Capítulo 63.
Capítulo 64.
Capítulo 65.
Capítulo 66.
Capítulo 67.
Capítulo 68.
Capítulo 69.
Capítulo 70.
Capítulo 71.
¡Un millón!
Capítulo 72.
Capítulo 73.
Capítulo 74.
Capítulo 75.
Capítulo 76.
Capítulo 77.
Capítulo 78.
Capítulo 79.
Capítulo 80.
Capítulo 81
Capítulo 82.
Capítulo 83.
Capítulo 84.
Capítulo 85.
Capítulo 86.
Capítulo 87.
Capítulo 88.
Capítulo 89.
Capítulo 90.
Capítulo 91.
Capítulo 92.
Capítulo 93.
Capítulo 94
¡NOTICIÓN!
Capítulo 95
Capítulo 96
Ayuda
Capítulo 97
Capítulo 98
Capítulo 99
Capítulo 100
Especial #1
Capítulo 101
Lo siento
Capítulo 101 (segunda parte)
Capítulo 102
Capítulo 103
Capítulo 104

Capítulo 57.

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Por YilianRguez

¡Hola, hola! Un saludito para los lectores fantasma y las que votan y comentan. (Me siento como mi mejor amiga cuando me manda un saludo por la radio en la que trabaja) pendeja, si estás leyendo esto, ¡Hola perra insensible!

Jeje, musho lof.

¿Qué iba a decir...?

¡Ah! , ya se acabó el plazo para dejar sus preguntas y para buscar un candidato para personificar a Andy. Dios, me han mandando unos que...¡Yisus! (Como diría mi bes fren) están para comerlos con Nutella, Oh sagrada Nutella tan deliciosa como el Chon, que me dan ganas de violarlo... digo, cuidarlo.

¡¿Grupo de WhatsApp?!

¡¿Grupo de Facebook?!

Capítulo dedicado a: melaniebaz14, lamusicaesmivida2022, Unicornio_girls, JohanithaIsaza, keii2398, lalisha21, Monica0741, BirgiimagineBryetneciv, brit266.

Acabo de editar el cap, para las dedicatorias. •_•

Ehm, otra vez se me olvidó lo que iba a decir...

Holly shit.

Cuando recuerde, lo diré en el otro cap.
En fin. ¡Las amo! Y gracias por todo su apoyo.

___•___

Lauren.

Mi mente no dejaba de darle vueltas y vueltas al mensaje que, hace tan sólo unos minutos había llegado a mi celular. Me intrigaba saber quien era "La Cobra" de la que tanto me advertían, bueno, si eso era una advertencia, puesto que son del bando enemigo. ¿Sino de quién? y lo que más inquieta me dejó fue que en el mensaje decía que me alejara si no quería quedar hospitalizada también. ¿Alguien está accidentado? ¿Le paso algo a Jess? ¿A Mike? ¿A...? no, era imposible que a él le sucediera algo. Es "El hijo del Diablo", él es el infierno, con tan sólo un chasquido de dedos todos en el país entero estarían decapitados. Agh, un escalofrío me recorre por completo, empiezo a imaginarme a Castiel mutilando a una persona, no me gusta para nada lo que imagino. Jamás lo he visto asesinar a alguien, ¿Podré soportar hacerlo? no lo creo.

«Entonces no lo amas.»

Claro que lo hago, pero hay ciertas cosas que no se pueden aceptar.

«Si se ama, se ama hasta sus defectos. No lo amas de verdad.»

Pienso, mi subconsciente a veces puede ser demasiado molesta, pero la verdad es que tiene razón. Cuando te enamoras de alguien, es porque ya haz aceptado lo que es, lo que hace, lo que hizo, de donde viene, sus defectos, sus demonios. ¿Cuáles serán los suyos? no sé cuales son sus demonios, no sé su pasado, el por qué decidió ser lo que es. Y esta misma reflexión me hace pensar, ¿Lo seguiré amando aún si lo veo asesinar? ¿Lo seguiré amando si llego a saber su pasado, las razones por las cuales dirige un bando de narcotraficantes?. La respuesta no la sé, lo que pase de aquí a ese momento es totalmente incierto para mi. Y quiero -si no puedo ser nada más- ser su amiga, quiero ser ese hombro en el que se pueda apoyar. Me ganaré su confianza, le hablaré de mi, conoceré de él y esperaré a que se abra a mi, tan sólo quiero saber por qué es así de frío.

Los segundos, minutos, horas, pasan volando y él aún no está aquí.
Lo cual confirma mis sospechas y mi pecho se hunde, está con otra, me obligo a mi misma a no pensar en ello, sólo consigo dañarme. El reloj en la pared marca las once de la noche, casi las doce, el viento empieza a pegar fuertemente contra la ventana, causando un ruido ensordecedor, pegué un respingo en el momento en que el sonido de un rayo se hizo presente y con el la luz se fue. Me quedé estática, lo único que alumbraba mi habitación eran los relámpagos que de vez en cuando hacían presencia en el oscuro cielo. Los recuerdos llegaron a mi sin aviso, aquella vez en la que estuve a punto de morir por creer que alguien había entrado a mi casa, cuando estuve en mi habitación y relampagueaba. Ahí estaba él. Sonrío, ahora no me parecían tan malos esos recuerdos, incluso les tomaba cariño.

Suspiré, odiaba los rayos y las noches de tormenta. No quería quedarme aquí sola, que aunque llevara semanas aquí aún no me familiarizaba con la habitación. No me sentía a gusto, ni protegida ni tranquila, no como en la de él. Mhm, ¿Qué pasaría si duermo por esta noche allí? dudo mucho que llegue a dormir esta noche, por lo que rápidamente me coloco un pijama en la oscuridad de la noche, y con mi mano en la pared para guíarme y no caer de bruces contra el suelo, me dirijo hacia mi destino. Su habitación.

De inmediato, al abrir la puerta un exquisito olor se cuela por mi orificios nasales, su olor. Esa sencia dulce pero varonil, única en él, sin esperar más camino descalza hasta uno de los bordes de la cama y me trepo en ella, poso mi cabeza en la almohada y me deleito con su olor, mhm, delicioso. Me arropo de inmediato, y con un suspiro caigo bajo el hechizo de Morfeo.

(...)

Calor.

Hace mucho calor. No recuerdo haber puesto una almohada detrás de mi, y menos haber apretado las sabanas en mi cintura, ni tampoco haber abierto la ventana, ¡El viento choca en mi cuello!. Suspiro, creo que tengo memoria a corto plazo, me remuevo un poco y con una mano aparto la sabana de mi cintura, al instante frunzo el ceño, ¿Las sabanas gruñen? que va, estoy loca, debe ser mi estómago. Vuelvo a quitar la sabana, pero esta me aprieta más y vuelve a gruñir. Abro los ojos de inmediato, esto no es una sabana, me alarmo. Bajo la mirada lentamente, un brazo, es un brazo el que aprieta mi cuerpo y me pega más hacia un pecho. ¡El pecho desnudo de un hombre! me empiezo a remover más seguido para salir de sus brazos.

—Lauren, deja de moverte.– Dice, con voz ronca y adormilada.

La santa mierda, es Castiel.

¿Qué hace en mi...? oh, los recuerdos de la noche pasada vienen a mi mente. Estoy en SU habitación. Me quedo estática, ¿Cuándo llegó? ¿Durmió aquí o acaba de llegar? quisiera preguntarle pero no soy quien como paea hacerlo. Siento mis mejillas enrojecer, vergüenza es lo que siento, creo que quedé como una desesperada frente a él. Suspiro levemente, me levanto de sopetón quedando sentada en la cama, su brazo atrapa mi muñeca y me vuelve a tumbar. Con la diferencia de que me tumba sobre su pecho, mis ojos se abren hasta más no poder, ahora siento mis mejillas calentarse demasiado, creo que toda la sangre se me ha ido a ese lugar, intento levantarme pero me abraza la espalda con sus dos fuertes brazos. Éstos se tensan por la acción, haciendo que sus músculos crezcan más.
Tiene los ojos cerrados y los labios entre abiertos, esos que he besado pocas veces y que he imaginado haciéndolo siempre.

—Suéltame, Castiel.–Ordeno, aparentando estar furiosa. Y lo cierto es que, en cierto modo, me gustaba estar así.

Gruñe de nuevo, ¿Acaso tiene complejo de perro?

—Basta, duermete.

Niego con la cabeza, recuerdo que él no puede verme y quisiera golpearme por ello.

—No, déjame.

Suspira con irritación y abre los ojos. Por alguna extraña razón, esos hermosos orbes azules brillan con intensidad, me quedo embobada mirándolo.

—Fuiste tú quien profanó mi sagrado apocento, ahora paga las consecuencias. Cállata y duermete, Diablilla.– Dicho eso, se pone de costado conmigo encima suyo y pasa una pierna por encima de las mías, dejándolas entre las suyas y quedando casi encima de mi. Mi cabeza quedó escondida en su cuello, y la sulla en mi hombro.

Me tensé, ¿Por qué dificultaba tanto las cosas? idiota.

No pude replicar más, de un segundo a otro ya estaba profundamente dormido y no había manera de despertarlo. Me quedé mirándolo, aprovechando que estaba dormido y podía admirarlo con atención.
Después de dos horas, al fin abre los ojos.

—¿Por qué?– Pregunto, ahora sí enfadada.

—¿Qué cosa?

—¿Por qué haces esto si sabes lo que siento?– Lo escucho suspirar y luego se aparta de mi, sólo unos centímetros, para verme a la cara.

Humedece sus labios e intento no mirar hacia allí. Me duele, que haga estas cosas y luego me ignore como casi siempre lo hace, me confunde y me hace enfadar.

—Responde, ¿Por qué lo haces?– Me desespero y  vuelvo a preguntar.

—Hay...hay una razón por la que lo hago, y hay una aún más grande para no decírtelo. Quisiera hacerlo, Lauren, te lo juro pero no puedo.– Con enfado, empiezo a removerme otra vez para salir de esa prisión que su cuerpo hace. Me aprieta más, hasta no poder moverme.—Sólo déjame...dejanos disfrutar este momento, por favor.

—¿Por qué habrías de disfrutarlo?– Pregunto.

Sonríe y sus ojos se vuelven a iluminar.

—Por muchas razones, Diablilla.

—¡Ya basta!– Medio grito y me mira con confusión.—Basta de todo, Castiel. Estoy cansada de todo esto, de todos, de ti, de que me hieras con tus palabras y luego me digas cosas para ilusionarme. ¿Qué es lo que pretendes? ¿Destruirme emocionalmente? ¡Lo estás logrando! me he humillado frente a ti, me haz llamada patética infinitas veces y me haz hecho llorar. ¿Qué es lo que quieres? ¡Habla!.– Ordeno empezando a gritar.

Me incorporo y lo sigo mirando, sus ojos están fijos en mi

—¡Habla!– Vuelvo a gritar.

—¡Basta! sé lo que he hecho, Lauren. ¿Te haz preguntado qué siento con todo esto?

Alzo ambas cejas, ¿Ahora siente? sí, claro.

—¿Sentir? ¡¿Sentir?!– Suelto una risa carente de humor.—¡¿Lástima?! ¡¿Pena por ver lo PATÉTICA que soy?! tus mujeres se paseaban frente a mi luego de salir de esta habitación, ¡Y dolía como no tienes idea! ¿Qué sentías con eso? ¡¿Eh?! ¡¿Qué sentías?!. No soy un juguete, Castiel. Me haz hecho un papel arrugado, ¡Ya no tengo arreglo! me duele, me duele cada humillación, rechazo y muestra de afecto. ¡Todo esto es tu culpa y te odio por eso!– Paro abruptamente analizando lo que dije, me mira dolido y con la boca abierta por la impresión.

Siento remordimiento de mis palabras, no de todo, sino de haberle dicho que lo odio cuando es todo lo contrario, por alguna estúpida razón creo que lo he herido. Já, sí, claro. ¿Herirlo? ¿Más de lo que yo estoy? incluso dudo que lo haya hecho sentir algo, debe estarse burlando de mi. Pera esa sensación de culpabilidad sigue ahí, punsando.

«Tienes dignidad al menos.»

Mi subconsciente hace un vano intento por darme ánimos, y lo consigue un poco.

Parece querer decir algo, pero es interrumpido por el sonido de la puerta chocar contra la pared. Jay entra con una gran sonrisa en su cara, pero se borra en el momento en que me ve. Inconscientemente llevo una mano a mi cara, no me di cuenta de que estaba llorando, de pronto el ambiente se puso incómodo con otro espectador ahí. No queriendo seguir más, me levanté y pasé por el lado de Jay, sin siquiera saludarlo.

(...)

Me detengo a dos pasos de la puerta, temo tocar y encontrarlo de nuevo como aquella noche. La piel se me eriza y un escalofrío recorre toda mi longitud, es ahora cuando quiere darme la vuelta y no regresar, ni contestar sus llamadas, desconfío. Pero antes de si quiera tomar una decisión, la puerta se abre y detrás de ella se asoma una cabellera rubia ceniza con esos mechones castaños que llegué a amar, no a él, sino a su forma de ser y su cabello. Sus ojos negros se iluminan al verme y me hace pasar de inmediato.

Me detengo a mitad de la sala e inspecciono todo con la mirada, buscando una posible escapatoria por si llega a intentar hacerme algo.

—Lau.– Doy un respingo, estaba distraída.—Puedes sentarte.– Señala el sofá más grande y frunzo el ceño.—Me sentaré en otro si lo prefieres.

«¿Quién no?»

—Está bien.– Tomo asiento en el lugar señalado y él hace lo mismo, frente a mi en el sofá más pequeño.

—¿Quieres algo?– Pregunta, niego, no vaya a ser que le haya echado droga. Me mira dolido.—Lau, no le echaré nada.

—Prefiero prevenir.—Respondo con voz dura. Traga saliva con dificultad y la nuez de su garganta se mueve de arriba abajo.—¿Sólo quiero saber por qué te drogas, Andy?

Desvía la mirada y suspira con pesadez. En realidad no entiendo que gana la gente con eso, algunos dicen que olvidar ¿Olvidar a cambio de morir?. Los problemas no los soluciona la droga, hay miles de maneras de sobrellevar lo que nos sucede, lo único que hacemos es destruirnos, hay un cierto punto en el que necesitarán drogarse para poder sobrevivir. Entiendo que tal vez quieren desconectarse de la realidad, ¿Acaso no pueden salir a tomar aire fresco, leer un libro o ver una película? la droga no es una ayuda, es un problema más en la lista. Se dañan ellos mismos y dañan a la gente a su alrededor.

—Lo hago cuando tengo problemas.– Dice.

Mhm.

—Eso no lo arregla...

—Pero calma el dolor.– Me interrumpe.

—¡Eso sólo te destruye! ¿Cómo puedes hacer esto, hacerte esto?– Exclamo.

Se revuelve el cabello con ambas manos.

—Te vas a matar, Andy, por favor...

—¡Mi madre está muriendo!– Grita, jadeo sin poder asimilar lo que ha dicho.—¡Está agonizando, Lauren! ¡Duele, duele mucho! no la quiero perder, es como si me estuvieran quitando la piel sin ningún tipo de anestecia. ¿Tienes idea de lo que es ver a tu madre postrada en una cama de hospital quejándose por las noches del dolor que siente? sólo quiero olvidar que la estoy perdiendo, que la vida me la está quitando.– Dice con voz quebrada.

Las lágrimas descienden por sus mejillas como cascadas, no he podido decir nada, me cuesta creer que esté a punto de perder a su madre.

—Tiene cáncer...de estómago.– Dice después de unos minutos, sollozando.—Ya no hay vuelta atrás, lo descubrimos muy tarde y el cáncer la ha consumido por completo.

No puedo imaginarme en una situación así, moriría si mi madre llegará a agonizar algún día. Y no importa si ella se desentendió de mi, la amo por sobre todas las cosas, amo aquellos momentos imborrables en mi mente. Me dolería no sólo por ser la mujer que me dió la vida, sino por ser aquella que curó mis heridas cuando me caía, que limpió mis lágrimas y me dió amor infinitas veces, quien cuidó de mi hasta mis dieciséis años. Ha hecho tantas cosas por mi y luchado, que realmente no quisiera siquiera pensar en perderla, de sólo hacerlo siento como mi pecho se oprime, y me siento dichosa de poder tenerla viva y sana, la muerte es algo inevitable, pero perder a tu madre de esa manera es...devastador. Tengo la oportunidad de arreglar las cosas con ella y recuperar los momentos perdidos, pero Andy, él la perderá para siempre, fisicamente.

—Lo siento mucho.– Es lo único que logro articular.

Me mira con los ojos aguados y rojos por el llanto, niega lentamente. Suelta un sollozo y siento que me quiebro por dentro, es como si sintiera su dolor, se arrodilla frente a mi y se mete entre mis muslos para abrazarme por la cintura, dejando su cabeza reposar en mi pecho. No lo aparto, lo envuelvo en mis brazos.

—No sabes lo que se siente, no digas que lo sientes. Tan sólo...sólo quedate conmigo, Lauren. Por favor.– Suplica.

Siento que no puedo dejarlo, que me necesita. Asiento y lo abrazo más fuerte mientras beso su mejilla, escuchando como solloza y se quiebra. Vuelve su rostro lentamente hacia el mío, está muy cerca a tan sólo centímetros de mi boca, sé lo que quiere, lo que va a hacer. Y lo hace, me besa y yo correspondo, no es un beso desesperado ni feroz, es tierno y necesitado. Creo que lo hice por lástima, no lo sé, pero siento que esto es lo que él necesita, sentirse amado, apoyado, protegido. Y aunque yo no pueda amarlo, le hago saber que lo quiero y que cuenta conmigo en todo.

                               ~•~

Voten si les gustó. ★

Comenten que les pareció.

Se despide su sexy autora.

Y...

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