¿Alguna quiere que le dedique un capítulo?
Las amo.
Gracias.
—¡Ay! ¡¿Por qué me pegas?!
—¡Por imbécil! ¡Me diste un susto de muerte!– Me cruzo de brazos mientras lo veo sobarse la cabeza.
—No era mi intención.
—¿No pudiste al menos hablar y decir que eras tú? – Lo acuso.
—Porque...como sea, olvídalo.– Resopla y se sienta en la cama.
Aprieto los puños y me muerdo la lengua reteniendo el montón de insultos que en este momento se aglomeran en mi cabeza.
—¿A qué haz venido?– Me paro frente a él.
Exhala sonoramente. —Alguien venía siguiéndome y el único lugar al que pude venir fue aquí.
—¡¿Qué?!
—¡Deja de gritar!
—¿Cómo quieres que deje de gritar? Castiel por Dios, ahora más que nunca me tienen en la mira.
—Jay te está cuidando. –Dijo.
Reí cínicamente. —¿Cuidando? Hoy se fue sin mi.– Reclamé con enfado.
Él no dijo nada y se dedicó a mirar el vacío.
Lo observé detenidamente, algunos mechones de su cabello caían desordenadamente en su frente, su ropa estaba mojada y respiraba con dificultad.
Hizo un amago para levantarse y al inclinarse una mueca de dolor se instaló en su cara y dejó escapar un pequeño gemido.
—¿Estás bien?– Pregunto acercándome a él.
—Sí, sólo me duele la cabeza.–Dijo mientras ponía un brazo alrededor de su costilla izquierda y volvía a quejarse.
—Ok. Quitate la camisa.– Le ordeno.
Inmediatamente se alarma.
—No.
—O te la quitas o te largas de mi casa. – Advierto.
Tensa su mandíbula y me mira con enfado.
Está consciente de que si sale de ésta casa lo van a encontrar, quien quiera que sea que lo busque. Se lo piensa por unos segundos más y finalmente empieza a sacarse la camisa empezando por el dobladillo de ésta.
Se pone de pie y se la quita totalmente y con lentitud.
Trago grueso viendo su abdomen, ni siquiera me preocupo en buscar alguna herida o golpe. Lo primero que llama mi atención son sus abdominales y la V que se pierde más allá del inicio de sus pantalones.
Su piel bronceada brilla aún en la oscuridad, sus brazos fuertes y largos son una hermosa vista, su pecho sube y baja mientras sus músculos se contraen.
Su cuello es una tentación, su barbilla y mandíbula tan varoniles y fuertes; sus labios son rosados y carnosos, inconscientemente muerdo los míos y no puedo evitar imaginarme besándolo. Su nariz es perfecta para su rostro, pequeña y respingona. Por último llego hasta sus exóticos ojos azules, los cuales me miran con enfado y una ceja enarcada.
—¿Te quedarás ahí mirándome como si quisieras violarme Lauren?
Mi boca está por tocar el suelo al darme cuenta de mi acción tan descarada y osada. Siento mis mejillas arder y no puedo mirarlo a los ojos.
Carraspeo.—Yo...ehm, voy a...acercarme.– Aviso tartamudeando.
Vacilo antes de acercarme y avanzo con lentitud, Castiel empieza a impacientarse y pasa el peso de un pie a otro.
—Ya me hice viejo Lauren.
—O te callas o te pego otra vez.– Lo amenazo y resopla rodando los ojos.—¿Tienes tu celular? Necesito alumbrar.
Me tiende su móvil y lo pongo en modo de linterna.
Alumbré sus brazos, pecho, abdomen y por último en sus costillas.
Llevé una mano a mi boca, había un gran moretón en esa área y ya estaba tomando un color purpura.
—¡Dios, Castiel!– Exclamé.—Recuestate en la cama, creo que tengo algunas vendas en el botiquín.
Lo dejé allí y con el celular alumbré mi camino hacia el pasillo y entré en el baño.
Para cuando regresé, Castiel estaba sentado a los pies de la cama viendo hacia el piso.
Cuando me sintió llegar se enderezó.
—Te vendaré.–Le dije y asintió.
Me arrodillé y quedé a la altura de su pecho, desenrrollé las vendas y empecé a rodear sus costillas y parte de su torso con ellas.
De vez en cuando hacía muecas y se quejaba cuando apretaba.
—Ya está.– Dije una vez ya había terminado.
—Gracias.–Le sonreí e hizo lo mismo.
—¿Qué pasará ahora?–Le pregunté con la esperanza de que dijera que no tenía de que preocuparme.
—Pondré a varios de mis hombres a patrullar tu casa por turnos; después de esto no sé que pasará, pero no esperaré a ver que harán. – Se levantó provocando que yo también lo hiciera, se empezó a poner la camisa y se encaminó hacia la puerta.
—Castiel.–Lo llamé. —Tu teléfono. – Asintió y lo tomó de mis manos.
—Gracias, y...tranquila, haré lo que pueda para que no te dañen. Adiós. – Pronto, escuché el portazo de la puerta principal.
(...)
Han pasado ya tres días desde la vez en que Castiel estuvo aquí.
Desde entonces no he dejado de inquietarme cada vez que un auto estaciona cerca de la casa o frente a ella.
Y ni hablar del tortazo que le di al imbécil de Jay por haberme dejado ese día.
Se excusó con que le había surgido un problema grave.
No he recibido ni un mensaje suyo, ni una llamada.
«No es como si le importaras o tenga que hacerlo.»
Y por eso es que en este mismo instante me estoy insultando, creo que ver su cuerpo me afectó.
El silencio es mi único acompañante en esta habitación, Jessica está de visita en casa de una tía.
Las vacaciones de la Universidad al fin han llegado y no puedo estar más feliz por ello.
Toda mi familia está lejos y no es que quiera visitarlos.
Seré sincera; mi relación con mi madre no es buena y a eso le sumamos a su nuevo marido.
Mi padre, la situación con él es diferente, es más llevadera. Desde pequeña siempre amé estar a su lado.
Escucho a un auto derrapar fuera de casa, pero no me alarmo porque casi siempre es así.
Chicos ebrios y eufóricos conduciendo a gran velocidad.
Pasan algunos minutos y no de escucha nada.
—Algún día chocarán, idiotas. – Digo en voz alta en medio del silencio.
Mi celular empieza a vibrar en la mesita de al lado y lo tomo para contestar.
Es un número desconocido.
Dudando deslizo mi dedo por la pantalla y lo lleve a mi oreja.
—¿Hola?
—Te veo en la cafetería "Sweet Lips" Jay te llevará. – Y antes de responder cuelga.
Castiel.
Me preparo y apenas pongo un pie fuera de la casa, se escucha un disparo.
Y seguido de eso, siento un fuerte dolor en mi hombro y humedad en mi blusa.
—¡Lauren!– Pero antes de reaccionar a ese grito, ya estoy cayendo en la oscuridad.
~•~
¡Virgen Santa!
¿Qué habrá pasado?
¿Quién fue?
Tantas preguntas y ninguna respuesta.
¿Podrá Lauren soportar tanta presión y peligro?
Voten si les gustó.
Comenten que les pareció.
¡Nueva portada! Gracias a Perlita, es la misma chica de la portada anterior.
Me encantan.
Se despide su sexy autora.
Y...