-Mhm, ya veo, deberíamos organizar una cena. Lauren, Jackeline, tú, su esposo y yo ¿No sería genial? así podrías conocerlo.- Dije, su respuesta fue un fuerte gruñido y frunció profundamente su ceño.

Del otro lado del despacho se escuchó una fuerte carcajada, claro, quien más sino Jay para reírse en momentos como estos, pronto una pequeña pelea empezó entre Frank y mi amigo. Las carcajadas de Jay no paraban aún cuando Frank empezó a lanzarle puñetazos, no tuve más remedio que reír también. Entonces el padre de mi Diablilla se giró con ambos puños cerrados en mi dirección.

-¡Eh! oye, tranquilo.- Solté, alzando ambas manos en son de paz, pero claro, aún ríendo.

-Par de idiotas.- Espetó el pelinegro.

-Bueno, esto ya está listo.- Dijo Jay, regulando poco a poco su risa.-Mañana, con suerte, ya tendremos dos hombres trabajando para The Hell, justo ahora le he enviado a Robert las indicaciones de lo que debe decir y hacer.

Asentí estando de acuerdo, tan solo espero que todo esto salga bien, si logramos destruir a The Hell la vida de Lauren ya no correría peligro porque, ningún bando está contra Black Blood y bueno, debo decir que el causante de todo esto es Frank. Seamos honestos, si él hubiera cortado toda raíz, quizá Lauren estuviera mejor. Aunque ahora que lo pienso mejor, ella jamás me habría conocido...mejor dejémoslo en que la situación de mi Diablilla mejoraría.
Aún puedo sentir el dolor en mi pecho cada vez que recuerdo como se movía su cuerpo en aquella camilla, en ese momento sentí la misma desesperación que tuve cuando mi familia iba a morir, y escuchar aquel pitido fue una mierda. Dejé de sentirla, siempre que estoy a su lado o pienso en ella, una pequeña corriente de calor se instala en mi pecho y ese día solo sentí frío, un vacío inmenso y un dolor profundo como si me estuvieran acuchillando la garganta. No quiero sufrir, no por amor, aunque tampoco pedí enamorarme.
A nadie le gusta enamorase porque no quieren sufrir.

Es inevitable enamorarse, como también lo es sufrir. Si no se ama, no se sufre y si no se sufre, jamás se sabrá lo que es amar.
Así es esto, se sufre para sentir, y si no se siente, no se ama. Porque el amor se siente y se sufre y, en cierto modo, se ama sufrir. Porque si duele, quiere decir que es real.

-¿Creen que saldrá bien?- Pregunta Frank. Me había sumergido en mi mente sin darme cuenta, vaya.

-¿Y por qué no? ten fe, hombre, de negatividades nadie vive.- Agrega Jay.

-Todo estará bien, ya lo verán.- Y por último, agrego yo.

(...)

Es hoy. Al fin ya podremos infiltrar a los chicos.

-Es mejor que Lauren no se entere de esto.- Dice Jay caminando a mi lado.

Ambos vamos hacia el muelle, lugar en el que se hará el intercambio de drogas y de mis dos hombres, Frank, Callen, Jay y yo nos esconderemos para poder ver como va todo. Voy con refuerzos al igual que Callen, mientras Jay y Frank van con un arma.
¿Nervioso? para nada ¿Ansioso? mucho, solo quiero acabar con esto cuanto antes.
La estadía de Lauren en el hospital se acabó, y aunque los médicos dijeron que se quedaría cuatro semanas; han decidido que es inútil, su estado es maravilloso y por cualquier malestar, solo debemos ir y ya.

Mhm, aún recuerdo cuando dije "esposa". ¿Esposa? ni siquiera sé que estaba pensando en ese momento, y no es que me desagrade la idea pero ¿Tanto lo anhelo?

-Claro que no, armaría un escándalo y me declararía la guerra.

Jay rió, ¿Quién no lo haría? una Lauren enojada es ver a un demonio, mi Diabilla es una loca...pero una loca hermosa.
Los tres ingresamos al auto, un Mustang negro, Jay de copiloto y yo al volante. Frank porsupuesto que va atrás, en el momento que aceleré una sonrisa apareció en mis labios, la adrenalina fluye por mis venas, acabaremos con esos bastardos, de eso no hay duda.

NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora