Entonces ¿Hacerlo o no?

(...)

Ocho y quince de la noche y yo aún seguía con la misma ropa con la que fui a la boutique, desde hace una hora que estoy pululando por toda la habitación. Creo que ya no hay un sólo rincón que no haya recorrido en esta habitación, me he comido todas las uñas de los dedos y estoy tentada a hacer lo mismo con las de mis pies.

Literal.

¿Hacerlo o no hacerlo? Río estúpidamente por la similitud de esa frase con "¿Ser o no ser?", estoy tan nerviosa que hasta mis pensamientos son estúpidos. Quiero creer que me ha invitado porque siente algo pero ha hecho y dicho tantas cosas, que me es imposible creerlo. Además, él nunca dijo que...pero dijo que era una cita y...¡A la mierda!. Camino con lentitud hacia la ventana, las cortinas vuelven a sacudirse violentamente, la brisa es deliciosa. Miro por el cristal, el cielo parece tener escarcha. Hermoso.
Inconscientemente mi mirada viaja hasta la fuente de agua en medio del jardín, no hay nadie allí, aún no es la hora. Suspiro, la ventana se empaña y comienzo a trazar líneas en la mancha que mi aliento formó, cuando veo el resultado de mis "dibujos" casi caigo de espaldas.

"Castiel".

Los minutos pasaban y mi mente empezaba a torturarme.

«Tienes que ir.»

«Debes ir.»

«Deja que te explique ese "todo".»

«¿No te da curiosidad?»

«¡VE, MALDITA SEA!»

«No seas cobarde.»

Empezaba a querer estrellar la cabeza contra la pared y todo material sólido que sirviera para abrirme el cerebro y callar a mi subconsciente. Y la idea de ir empezaba a ser tentadora.
Finalmente decidí ir, pero muy tarde, eran ya las nueve y quince. Empecé a correr como loca hacia el armario, vestidos, pantalones, blusas, croptops volaban por toda la habitación. Los zapatos estaban en una esquina echos una montaña.
Finalmente, me puse un vestido de manga larga color blanco con zapatos color crema, rápidamente até mi cabello en una cola de caballo y tomé sólo un bolso con maquillaje -que ya estaba preparado- y mi celular. Salí -a como pude- corriendo de la habitación, varias veces caí de rodillas por las escaleras. Culpo a los tacones.

Tenía que saber ese "todo" que iba a explicarme, quería saber por qué de todo lo que me ha hecho y dicho. No sólo por mi curiosidad sino también porque merezco saberlo. Aunque ya muchas veces había dicho que era porque no me quería ¿Por qué decirme que me iba a explicar "todo"? eso sólo me hacía pensar que el no quererme no era la verdadera razón.

Cuando salgo al jardín me atonto y empiezo a correr por todas direcciones, a este punto Castiel ya debe de haberse ido. Me espabilo y empiezo a correr hacia el extremo izquierdo de la mansión, hacia la fuente, empiezo a sentir angustia, quiero encontrar a Castiel allí. Siento que debo escucharlo, que si lo hago se me quitará un peso de encima, ¿Será que ya The Hell no me molestará? lo dudo, puesto que si fuera así ya habría una guerra de dos bandos. The Hell contra Black Blood, de sólo pensarlo un escalofrío recorre toda mi longitud.

Ahora mismo debo dar gracia, es díficil correr con tacones, parezco un pato renco. Finalmente logro divisar la fuente, mas él no está ahí.
Esperaba verlo recostado a la fuente con su porte tan chulesco, con ambas manos metidas en los bolsillos y una pierna encima de la otra, con sus orbes azules mirándo hacia el escarchado cielo.
No estaba, se había ido y yo había perdido mi única oportunidad de saber por qué me había rechazado.
Sentía ganas de llorar ¿Por qué? algo me decía que había perdido algo importante, mi celular marcaba las nueve y media. Ya sentía las lágrimas asomarse.
Con un poco de esperanza comencé a inspeccionar a todo mi alrededor, esperando que a penas se estuviera yendo. Y quise saltar y zapatear, es como si Dios hubiera escuchado mis plegarias.

Allí estaba él, caminando con la espalda encorbada y la cabeza gacha, pateando las piedras que se interponían en su camino. Sonreí y froté mis ojos para alejar los rastros de lágrimas no derramadas.

—Gracias, Dios.– Murmuré mirando al cielo con una sonrisa y ambas manos alzadas.

Volví a correr en su dirección, mientras me acercaba podía escucharlo maldecir y decir cosas como: "Eso me pasa por imbécil" "Ella se lo pierde" "Mierda grandísima" "Jamás volveré a invitarla" "Necesito helado".
Pero estaba demasiado concentrada en alcanzarlo que no le tomé importancia, cuando estuve a punto de tomar su brazo, lo alzó para tocar su cabello. Lo que me hizo trastabillar y caer de cara al suelo, comiendo tierra.

—¡Mierda, Lauren!– Exclamó.

Me tomó de la cintura y me pegó a su cuerpo.

Sonreí mirándolo.

—¿A dónde iremos?– Sonrío ampliamente, sus ojos brillando como dos faros.

                           ~•~

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Disculpen si hay palabras mal escritas o algún error, después lo corregiré. Estoy muy cansada y tengo hambre. ♥♥

Se despide su sexy autora.

Y...

NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora