—¿Qué?– Dice secamente.

—Esto no debe ser así, se supone que no me ibas a involucrar en esto.– Espeté.

—No queda de otra Lauren, o renuncias a tu cargo o...dejas que empiecen a especular y con ello deducir que esto es una farsa y no eres más que una "protegida".

—No es justo.

Alzó una ceja.

—Nada en esta vida lo es, Lauren.

—¿Y qué se supone que deba hacer ahí? – Pregunto cruzándome de brazos.

Si no tengo otra alternativa lo mejor será informarme que hacen en estos tipos de cosas. No sabía que era peor, quedarme sin su protección o que los demás mafiosos sospecharan que "lo nuestro" es una farsa. No me gustaba para nada que tuviera que estar presente en esas cosas porque él había dicho que no tendría que involucrarme, que tan sólo debía fingir ser su amante.
Pero supongo que las cosas jamás serán como lo pensemos, mentiría si dijera que esto no me aterra porque sí lo hace, de sólo pensar que estaré rodeada de miles de drogas mi piel se eriza y mi cuerpo se estremece.

—Sólo me acompañarás a revisar la mercancía.

(...)

Las calles estaban repletas de personas. La tarde aquí en Londres estaba más fría que de costumbre y el cielo empezaba a tornarse gris mientras el viento azotaba mi melena castaña y hacía que bloqueara mi vista pegándose a mi rostro, tuve que hacer maniobras para poder quitarlo y así dejar mi vista despejada de cualquier hebra castaña.
Miré hacia atrás asegurándome de que los mastodontes se quedaron al otro lado de la calle y no me siguieron como casi siempre lo hacen, esta vez fue Charles quien se quedó fuera del auto.

Divisé la cafetería en la que había quedado con Jess y me apresuré en llegar. Empujé la puerta de cristal y busqué entre la gente que ahí se encontraba, a mi amiga. Sonreí al ver una conocida cabellera rubia sentada junto a la ventana mientras sonreía como tonta a la pantalla del celular. Lo cual me recuerda que no ha hablado sobre ese "chico misterioso" con el que lleva saliendo hace meses, jamás me ha mencionado su nombre y ni siquiera me lo ha presentado. El día en que estuve en el club -uno de los tantos días- ella se había perdido ahí mismo con él y aún así, estando en el mismo lugar ¡Nunca me lo presentó! Lo cual me extraña porque, Jess siempre me presentaba a sus conquistas y con este ha sido muy reservada.

Di unos toquecitos a la mesa de cristal y la rubia despegó los ojos de la pantalla de su celular y los posó en mi.
Su sonrisa se amplió aún más y me recibió con un efusivo abrazo. Llevaba varios días sin ver a Jess y sinceramente me hacía falta pasar tiempo con ella, aunque, no me sentía tan sola ya que estos días los he pasado con mi padre, lo cual me lleva a recordar que aún tengo una misión inconclusa: descubrir que ocultan mi padre y Castiel. No soy ciega, ni mucho menos tonta y sé que detrás de esas miradas se esconden grandes secretos.

—Hola rubia.– Saludé sentándome en la silla frente a ella.

—Hola Lau, ¿Cómo haz estado?– Pregunta mientras teclea en su celular.

Suspiro, deseaba poder contarle todo lo que realmente pasaba pero eso era imposible. Quería desahogarme con alguien y llorar durante horas, pero debía ser fuerte. Estaba consciente de que no siempre iba a tener apoyo, pero debía luchar. Iba a recuperar mi vida, y dudo mucho que sea igual que antes.
Una vez que te metes con un narcotraficante nada es igual.

—Pues...ahí voy, todo está bien. Mi padre está acá en Londres, y aunque no le gusta mucho el cambio de una ciudad a otra pues, todo va bien.– Levanta la vista de su celular y la clava en mi con sorpresa.

NarcotraficanteWhere stories live. Discover now