—Ya me hice viejo Lauren.

—O te callas o te pego otra vez.– Lo amenazo y resopla rodando los ojos.—¿Tienes tu celular? Necesito alumbrar.

Me tiende su móvil y lo pongo en modo de linterna.
Alumbré sus brazos, pecho, abdomen y por último en sus costillas.
Llevé una mano a mi boca, había un gran moretón en esa área y ya estaba tomando un color purpura.

—¡Dios, Castiel!– Exclamé.—Recuestate en la cama, creo que tengo algunas vendas en el botiquín.

Lo dejé allí y con el celular alumbré mi camino hacia el pasillo y entré en el baño.
Para cuando regresé, Castiel estaba sentado a los pies de la cama viendo hacia el piso.
Cuando me sintió llegar se enderezó.

—Te vendaré.–Le dije y asintió.

Me arrodillé y quedé a la altura de su pecho, desenrrollé las vendas y empecé a rodear sus costillas y parte de su torso con ellas.
De vez en cuando hacía muecas y se quejaba cuando apretaba.

—Ya está.– Dije una vez ya había terminado.

—Gracias.–Le sonreí e hizo lo mismo.

—¿Qué pasará ahora?–Le pregunté con la esperanza de que dijera que no tenía de que preocuparme.

—Pondré a varios de mis hombres a patrullar tu casa por turnos; después de esto no sé que pasará, pero no esperaré a ver que harán. – Se levantó provocando que yo también lo hiciera, se empezó a poner la camisa y se encaminó hacia la puerta.

—Castiel.–Lo llamé. —Tu teléfono. – Asintió y lo tomó de mis manos.

—Gracias, y...tranquila, haré lo que pueda para que no te dañen. Adiós. – Pronto, escuché el portazo de la puerta principal.

(...)

Han pasado ya tres días desde la vez en que Castiel estuvo aquí.
Desde entonces no he dejado de inquietarme cada vez que un auto estaciona cerca de la casa o frente a ella.

Y ni hablar del tortazo que le di al imbécil de Jay por haberme dejado ese día.
Se excusó con que le había surgido un problema grave.

No he recibido ni un mensaje suyo, ni una llamada.

«No es como si le importaras o tenga que hacerlo

Y por eso es que en este mismo instante me estoy insultando, creo que ver su cuerpo me afectó.
El silencio es mi único acompañante en esta habitación, Jessica está de visita en casa de una tía.
Las vacaciones de la Universidad al fin han llegado y no puedo estar más feliz por ello.
Toda mi familia está lejos y no es que quiera visitarlos.
Seré sincera; mi relación con mi madre no es buena y a eso le sumamos a su nuevo marido.
Mi padre, la situación con él es diferente, es más llevadera. Desde pequeña siempre amé estar a su lado.

Escucho a un auto derrapar fuera de casa, pero no me alarmo porque casi siempre es así.
Chicos ebrios y eufóricos conduciendo a gran velocidad.
Pasan algunos minutos y no de escucha nada.

—Algún día chocarán, idiotas. – Digo en voz alta en medio del silencio.

Mi celular empieza a vibrar en la mesita de al lado y lo tomo para contestar.
Es un número desconocido.

Dudando deslizo mi dedo por la pantalla y lo lleve a mi oreja.

—¿Hola?

—Te veo en la cafetería "Sweet Lips" Jay te llevará. – Y antes de responder cuelga.

Castiel.

Me preparo y apenas pongo un pie fuera de la casa, se escucha un disparo.
Y seguido de eso, siento un fuerte dolor en mi hombro y humedad en mi blusa.

—¡Lauren!– Pero antes de reaccionar a ese grito, ya estoy cayendo en la oscuridad.

                       ~•~

¡Virgen Santa!

¿Qué habrá pasado?

¿Quién fue?

Tantas preguntas y ninguna respuesta.
¿Podrá Lauren soportar tanta presión y peligro?

Voten si les gustó.

Comenten que les pareció.

¡Nueva portada! Gracias a Perlita, es la misma chica de la portada anterior.
Me encantan.

Se despide su sexy autora.

Y...





NarcotraficanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora