Capítulo 79. Dejando la relación.

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Cuando Alana aparcó el coche, apagó el motor, y antes de bajarse de él, estuvo pensando en cómo iba a llevar la conversación con María. Pero mientras pensaba en eso, le vino de repente a la cabeza Laila, y una bonita sonrisa se le dibujó en su angustiado rostro. No era para menos. Pero el tener en su cabeza a la profesora le hacía ver los problemas de otra manera, más pequeños y con una sencilla solución. Esa joven la tenía a sus pies. El "yo también siento que te quiero" que había soltado Laila por su boca no paraba de resonar en su cerebro, y nunca antes una frase tan sencilla le había parecido tan hermosa y con tanto poder a la vez.

Finalmente se bajó del coche y se dirigió a su casa con paso decidido. Cuanto antes se enfrentara a lo que se le avecinaba, mejor para ella. No era necesario posponer nada.

Nada más entró y se dirigió al comedor, se encontró a una María descompuesta, sentada en el sofá. Ésta miró directamente a Alana con una mirada cargada de rabia, dejando a la oncóloga helada.

-Hola María…Buenos días.

-¿De dónde vienes?

-Perdona María, tú también pasas alguna noche fuera de casa y yo no te pregunto.

-¿Has dormido con alguna fulana?- el que María usara ese calificativo dirigiéndose a Laila, puso de los nervios a Alana, y fue ella la que comenzó a alterarse.

-¿Acaso tú duermes con fulanas, María? Porque yo no hago eso.

María se levantó del sofá y se dirigió a Alana, acercándose a ella todo lo que pudo. Mientras la olía la cogió de la muñeca, como solía hacer cuando discutían.

-Hueles a otra mujer…Joder, ¿Dónde cojones has estado?¿Me has sido infiel? No me esperaba ésto de ti…Me has decepcionado, Alana, vas de mujer perfecta y eres lo peor en realidad.

-María, suéltame pero ya. Ésto se acabó. Lo nuestro no tiene sentido, así que quiero que te marches de mi casa.

-¿Qué? ¿Me estás dejando? ¿Encima que me eres infiel me abandonas? No me pienso ir de aquí, porque tú eres mi mujer y vamos a seguir juntas, quieras o no.

-No María, no, haz lo que te plazca, pero tú y yo no vamos a seguir. Te repito que ésto se ha terminado. Coge tus cosas y vete. Hagamos las cosas bien.

-Muy bien…Tú lo has querido. Te voy a hacer la vida imposible si no vuelves conmigo. Así que piensa bien todo lo que vas a hacer, porque tendrá consecuencias, no olvides que soy abogada. Por cierto, ¿Tú eres la oncóloga de la artista Laila Román?

Alana se quedó de piedra cuando escuchó el nombre de la profesora. ¿Cómo sabía María de la existencia de Laila? ¿Acaso la había estado siguiendo y las había visto juntas en algún momento? En ese momento la oncóloga sintió un miedo atroz pensando que María las había descubierto y querría hacerle daño a Laila. Si a ésta la molestaba de alguna manera, ella no se lo perdonaría en la vida. La profesora estaba pasando por un momento de su vida muy delicado y lo que menos necesitaba era tener a María detrás de ella. Sabía que era una mujer vengativa y rencorosa, y podía ser capaz de cualquier cosa.

-¿A qué viene esa pregunta, María? No entiendo por qué me sacas ahora a esa persona.

-Ayer fui al pub al que suelo ir después del trabajo y me contaron que la artista que sale por toda la ciudad y que va a exponer en la galería Zurita, tiene cáncer y ha dedicado toda su obra a la enfermedad. Entonces me preguntaba si mi mujer era su oncóloga…¿No me puedes contestar a lo que te estoy preguntando?

-Sabes que no te hablo nada acerca de mis pacientes. No creo que debas saber ni sus nombres. Y si esa mujer es mi paciente, a ti no te importa en absoluto.

-Ya…Pero el caso es que me han dicho que ella es lesbiana, y teniendo en cuenta lo hermosa que es…Me preguntaba si tú la estabas tratando - María necesitaba saber si Alana era la oncóloga de esa preciosa mujer, porque le entraron los celos de pensar en su mujer con la artista esa, y de repente pensó que la médica estaba liada con su paciente y por eso había pasado la noche fuera de casa. Pero luego, conociendo a Alana como la conocía, dudaba que hubiera sido capaz de liarse con una paciente, por muy guapa que fuera. Para eso su mujer era una profesional de los pies a la cabeza, o eso pensaba ella. Pero además, la artista, por muy bella que fuera, era una mujer completamente opuesta a Alana.

-María, yo no mezclo trabajo con placer, así que no digas tonterías - tuvo que mentirle a la abogada porque sabía qué consecuencias tendría el que ésta se enterara de que sí era su paciente y además, también había llegado a intimar con ella - mira, por favor, vamos a hacer las cosas por las buenas. La relación se ha terminado. Necesito que salgas de mi casa cuanto antes.

-Muy bien Alana, tú lo has querido. Vas a terminar volviendo conmigo, ya lo verás. Porque tú eres para mí, y para nadie más. No quiero que nadie te ponga un dedo encima. Ésto, por mucho que tú quieras, no se va a terminar aquí y ahora, encima cuando tú lo decides…- María cogió su chaqueta y su bolso y salió de la casa dando un portazo. La abogada no iba a dejar las cosas ahí, era una mujer rencorosa y si Alana no volvía con ella, tenía claro que le haría daño donde más le doliera.

Alana suspiró tranquila. No había ido tan mal como ella pensaba. Pero le molestó y le inquietó que María sacara a relucir a Laila. Lo que le faltaba, que conociera su existencia. La oncóloga sabía que debía tener mucho cuidado de que no las viera juntas, porque seguramente haría por seguirla y con ello descubrir si estaba liada con alguien o no. Y como viera que sí tenía algo con su paciente, ambas mujeres estaban más que perdidas. Además, a Laila le quedaban unos días para exponer su obra, y no quería que María la perjudicara de alguna manera, porque sabía perfectamente que esa mujer era capaz de cualquier cosa para salirse con la suya.

Matices y colores (8° Historia)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang